93.

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Justin observó el reloj con fastidio, golpeteó varias veces el bolígrafo que tenía en la mano en la agenda encima de la mesa. Miró por la gran ventana de cristal. Llovía, por alguna extraña razón le gustaba la lluvia. Hacía que sus ideas se aclararan.

Observó al frente, a la gran pantalla, Laura, la cual era la auditora de la empresa en Brasil, hablaba sobre los beneficios de trasladarse al país. Él frunció el ceño, los demás ejecutivos la observaban y retenían cada palabra que decía. Él no podía hacerlo. Al menos no hoy.

Nirvana debía de estar de camino. Volvió a mirar su reloj, apenas era medo día, ella llegaría al caer la tarde. Odiaba la espera. Había pasado los siete días más aburridos de la historia. No había hecho nada, excepto trabajar, comer, tomar un baño y dormir, todo en ese mismo orden. Y eso había estado bien hace unos años, es decir, él solía hacer exactamente lo mismo con sus otras novias, solo que tenía que agregar al orden "Follar" y entonces así estaría completa.

Pero no ahora. No ahora que Nirvana ocupaba todo su espacio. Nunca imaginó que llegaría a ser papá, ni en sus más remotos momentos de anhelos. Él solo añoraba volverse más rico, entonces nirvana cambió y puso su mundo dirigido en otra perspectiva.

A veces se odiaba por obligar a Nirvana a hacer cosas que ella no quería, odiaba verla triste, pero necesitaba tenerla totalmente para él, no le gustaba esa incomoda sensación al saber que ella se le salía lentamente de las manos. Él necesitaba tenerla, y mayor aún, necesitaba que ella lo necesitara.

Tenía años tratando de hacerlo, pero aún no encontraba una vía segura para que ella lo necesitara desesperadamente. Pensó que con Sarah eso cambiaría, y al principio lo hizo, pero actualmente sentía que con todo y la bebé de por medio ella podía irse en cualquier momento.

—...Solo tendrías que venir a Brasil y dejaríamos todo resuelto, luego procederé a mi traslado, dejaré a dos miembros del consejos de auditoria aquí, ellos pueden hacer perfectamente mi trabajo.... Justin. ¿Me estás escuchando?

Justin sintió que todos guardaban silencio. Miró a Laura observarlo con las cejas arqueadas del otro lado de la pantalla. — ¿Hay algo mal? —Preguntó ella.

Él negó. No tenía ni puta idea de lo que ella había dicho.

Cuando la reunión acabó, él se quedó unos minutos sentado en el asiento, todos se habían ido, él rodó la silla en dirección a la ventana. Tenía que comprarle algo a Nirvana, pero no tenía ni idea de lo que podía ser, es decir, ella era tan diferente a las demás chicas, si le compraba algo costoso, ella podría hasta ofenderse. Tenía que ser algo simple, y que ella disfrutara, no que la hiciera dar una charla sobre los pobres en el mundo.

Lo más probable era que ella aún siguiera algo triste, la conocía. Solo quería que ella con el tiempo entendiera que tener otro bebé no era una mala idea, al menos no para él, y de igual forma, aunque quería otro niño por temas profundamente egoístas, sabía que en el fondo ella iba a estar feliz con un nuevo pequeño en sus brazos.

Las horas pasaron de forma rápida. Él frunció el ceño mientras veía que ella había retirado de su tarjeta de crédito el equivalente a veinte mil euros, todo eso aparte de lo que había gastado. Miró su reloj, y justo cuando pensaba pararse de su asiento para buscar a su esposa y su pequeña niña, vio a Adam entrar.

—El vuelo se adelantó. Ya Lucía está aquí.

Justin se paró del asiento. —Maldición —murmuró él caminando hasta la puerta.

—Ella llegó sola —dijo Adam detrás de él.

Un frío recorrió la columna vertebral de Justin, al girarse de vuelta hacia su hermano. — ¿Qué? —Preguntó con el ceño fruncido.

—Lucía dijo que Nirvana no quería regresar aquí.

Adam frunció el ceño al verlo tomar el teléfono y marcar números desesperadamente. — ¿Qué haces? —Le preguntó.

—Me comunico con Johnny, de Tecnología, necesito rastrearla.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora