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  —...Refuerza la seguridad, para eso te pago. No quiero que ella vuelva a acercarse a la casa, no quiero que vuelva a hacer lo que hizo, fue solo suerte que Nirvana estuviera tomando clases, Augusto.

Ella frunció el ceño. ¿Qué? ¿Qué había pasado en su ausencia?

Nirvana llegó hasta la sala, él estaba sentado en la alfombra, delante del sofá, con una mano sostenía el teléfono y con la otra acariciaba el pequeño estomago de la niña, ella sostenía con sus pequeñas manos un biberón.

La imagen le pareció tierna, en ese momento sonrió involuntariamente, eso atrajo la atención du su esposo, el cual miró en su dirección. Ella se acercó a él y se acomodó lentamente en el suelo alfombrado junto a él.

Justin rápidamente finalizó la llamada y tiró el celular en el sofá, luego atrajo a Nirvana contra su cuerpo. — ¿Te sientes bien? —preguntó él suavemente.

—No —respondió sinceramente. Se separó de su cuerpo, y lo observó. — ¿Qué pasa, Justin? ¿Por qué estamos aquí realmente?

Lo vio tragar forzado, y se preparó para recibir malas noticias, odiaba tener que lidiar con cosas malas, solo quería una vida tranquila a su lado, con su hija y su nuevo bebé, solo no quería que la gente tratara de romper su felicidad a cada momento, estaba exhausta, lo suficiente para aceptar cualquier oferta relacionada con irse lo bastante lejos de todos para poder salvarse ella misma y su familia.

—No tienes que preocuparte por nada —aseguró él acariciando su mano.

—Lo sé —respondió ella con una sonrisa triste—. Pero quiero saber la verdad. Prometo no enojarme contigo.

Él sonrió, y ella sintió que todo su cuerpo vibraba, sintió que un caliente subía en su interior, y se percató de que hacia mucho tiempo no se sonrojaba por detalles mínimos como verlo sonreír. — ¿En serio prometes eso? —preguntó acariciando sus labios.
Nirvana asintió y levantó la mano derecha. —Por el bebé —dijo mirándolo fijamente.

Su expresión cambió al instante, se acercó a su cara y la besó con pasión, ella se acercó a él, diablos, había querido besarlo, pero a decir verdad siempre quería hacerlo. Él se alejó abruptamente y la miró fijamente.
—Laura estuvo buscándote —dijo lentamente—. Fue a la empresa, y también fue a casa, la tuvieron que sacar del edificio, quiso entrar a la fuerza.

Ella cerró los ojos y negó lentamente. — ¿Por qué lo hace? —Preguntó tristemente.

Él se encogió de hombros. —Porque la despedí... Dice que le debes su trabajo.

Nirvana respiró hondo, ¿Por qué le pasaban esas cosas? Era triste, pero no se iba a lamentar toda la vida, no se iba a sentir culpable por lo que hicieran los demás, Laura había perdido un trabajo, pero ella. Ella había perdido a una madre.

—No le debo nada —dijo finalmente, porque ya había sido suficiente, si su madre no la quería entonces ya no había nada que hacer. Era hora de saltar esa parte de sentirse triste y culpable. Era hora de avanzar y dejarla atrás.

No podía obligar a nadie a formar parte de su presente. Es más, no quería hacerlo.

—No voy a dejar que te haga daño —dijo Justin apretando su mano.

—Yo no dejaré que ella me haga daño —corrigió Nirvana.

Los demás días en la cabaña fueron de ensueño, amaba ver a Justin acariciar su estómago, le hablaba al bebé y ni siquiera se sabía cuál era su sexo, él se estaba comportando extremadamente cariñoso y eso era bueno.

Cuando regresó a casa volvió a su habitual rutina, no le había comunicado a nadie que estaba embarazada, mientras menos personas supieran mejor. — ¿Estás bien? —preguntó Susana mirándola fijamente.

En los últimos días había sentido cambios, y no se trataba solo del embarazo, más era por el cambio de clima. —Creo que estoy enferma —confesó.

— ¿Qué sientes?

—Dolor de cabeza y muscular —respondió sinceramente.

—Has estado estudiando mucho en estos últimos días.

Eso era totalmente verdad, estaba en tiempo de exámenes, se había desvelado, en contra de la voluntad de Justin claro, pero no le gustaba sacar bajas calificaciones cuando podía esforzarse más.
Él la había ayudado mucho, en ese momento lo admiró más, él no solo sabía sobre finanzas, sabía un poco de cada cosa, desde historia hasta botánica, ella solía quedarse dormida mientras él le leía los libros de texto.

—Toma esto —dijo Susana pasándole un extraño té y unas pastillas—. Te ayudarán con el dolor. Es ibuprofeno.

Nirvana asintió. —Necesitaré mucha de esas para toda esta semana.

Susana sonrió. —Te he querido hacer una pregunta desde hace unos días.

Nirvana frunció el ceño. — ¿Cuál es la pregunta?


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora