79.

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Ella provocó su accidente.

Nirvana se quedó en silencio unos segundos. Al levantar la vista notó que todas la observaban. Sí, debían de pensar que era una total y completa perra. Si hubiera sido en otra circunstancia les habría explicado, pero solo una persona debía recibir las explicaciones.

— ¿Puedo verlo? —Le preguntó a Adam.

Él asintió mirando hacia otro lado. Ella caminó por el pasillo y entró en la habitación de la que había visto salir a Adam. Su corazón se contrajo al verlo todo magullado en la cama.

Él miraba al frente con las manos cruzadas, tamborileaba sus dedos, como si no pudiera estar tranquilo. Lo conocía, hacía los mismos gestos cuando estaba preocupado o enojado.

— ¿Estás bien? —Preguntó, arrepintiéndose al instante de haber hecho la pregunta. Si hubiera estado bien, hubiera estado en casa ya, no en un hospital. Que estúpida.

— ¿Cómo crees que estoy? —Preguntó él con la voz rasposa, sonriendo con enojo.

Ella se acercó a él, lo vio mirar hacia otro lado. —Vete de aquí —dijo él lentamente.

—Lo siento —dijo nirvana sintiendo que las lágrimas se apilaban en sus ojos —. No quería que esto pasara. Y bueno... Te parecerá muy tonto pero, pero no es lo que piensas. No pasó lo que imaginas.

—Eres una mentirosa.

—Justin yo...

—Prometiste que no te arrojarías a sus brazos —dijo él amargamente—. Lo prometiste.

Ella rompió a llorar, pero antes de que ella hablara, él habló. —Eres una mentirosa, ¿Sabes? Estaba preparando mi excusa por si descubrías que te iba a mandar a seguir. ¿Qué le iba a decir a Vane si notaba que había un hombre detrás de ella? Estaba listo para responder que quería cuidarte, que quería ver lo que hacías en el trabajo. No pensé que.... —Hizo una pausa—. Olvídalo si quieres irte con él no te voy a detener. Me cansé de retenerte a mi lado. Eres libre.

Él la observó y ella se sintió peor al ver que sus ojos no denotaban odio, ni rencor, no había malicia en ellos, sino tristeza, dolor, decepción que ella misma había causado con sus acciones.

Secó sus lágrimas y miró al techo. ¿Qué diablos había hecho?

Nirvana se aclaró la garganta. —No quiero ser libre. Quiero estar contigo. Quiero....

—Justin —interrumpió Adam, entrando a la habitación—. ¿Cómo estás? El doctor dijo que mañana podrías volver a casa.

—Adam —dijo Justin lentamente—. Lleva a nirvana a casa. No la quiero ver.

Nirvana vio cómo Adam empezaba a acercarse a ella. —No te atrevas a tocarme, imbécil —le dijo empujándolo—. No me iré de aquí.

—Nirvana —dijo Justin con tono de advertencia.

— ¡No! —exclamó llorando—. No me iré de aquí.

Tienes que escucharme —dijo acercándose a la cama de Justin y acostándose a su lado. Ella se acurrucó en su hombro.

—Lo vas a lastimar —escuchó que dijo Adam.

—Nirvana.... —Susurró justin acariciando lentamente su pelo —. ¿Dónde está mi bebé? —Preguntó en tono bajo.

—La dejé en casa, Susana está cuidándola —respondió sorbiéndose la nariz.

—Ve a casa —le dijo él lentamente.

—Te llevaré a casa, Nirvana —dijo Adam tocando su espalda—. Déjalo descansar.

Ella se paró lentamente de la cama. Él tenía razón, lo único que podía conseguir acostándose con él, era lastimarlo más de lo que ya estaba. —Ven conmigo —le dijo Adam empujándola suavemente por la espalda.

Nirvana caminó junto a él hasta el estacionamiento. Pensó que él se iría pero contrario a eso le pidió las llaves. — ¿Qué? —Preguntó ella confundida —. ¿De qué hablas?

—Te llevaré a casa.

—Yo puedo irme sola —dijo bruscamente.

—Seguro que sí, pero sé que mi hermano estará bien si te dejo segura en casa y veo a Sarah.

Ella asintió. Se sentó en el asiento del pasajero. Su cabeza dolía, pero no más que su corazón. No pudo contener las lágrimas que se desbordaban por sus ojos. ¿Cómo pudo permitir que Omar la besara? ¿Por qué no lo empujó? Respiró hondo. No quería que él estuviera triste, ella había cometido una estupidez.

Adam estacionó su auto en su lugar en el parqueo, ella Salió del auto y se asombró cuando lo vio salir del auto también. —Voy a asegurarme de que Sarah esté bien.

Eso la hizo reír. —Deja de hacerte el maldito correcto ¿Bien? No le haría daño a Sarah dijo bruscamente.

Él se encogió de hombros. —No lo sé.

— ¿Qué pasa? ¿Te siente superior ahora? ¿No te acuerdas de la basura que eras antes? ¿No te acuerdas que obligabas a las chicas a que se acostaran contigo? ¿A que eras un maldito monstruo? —Le preguntó bruscamente.

No iba a dejar que él la tratara como a una estúpida. Ella también podía jugar el juego.

Ella se metió en el ascensor y sintió el empujón que Adam le daba. Él prácticamente la pegó de la pared del ascensor. —No me provoques —le dijo a centímetros de sus labios. 

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora