106.

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Nirvana frunció el ceño. —Está bien —aceptó caminando hacia la salida. Notó que Augusto estaba parado frente a una camioneta negra, su sonrisa se ensanchó, sabía lo que significaba.

Justin había vuelto.

Observó a Christopher. — ¿Podría ser en otra ocasión? —Preguntó mirándolo. Él le tocó el brazo. — ¿Por qué? —Preguntó con el ceño fruncido.

—Me tengo que ir —respondió brindándole una sonrisa y caminando hasta la camioneta negra, saludó a Augusto y entró en el vehículo, Justin estaba sentado observándola sin expresión alguna, ella subió a sus piernas y se acurrucó en su pecho. —Te extrañé —dijo sinceramente.

Él la envolvió en sus brazos, y luego de unos segundos, la obligó a mirarlo, alzándole la barbilla. — ¿Quién era él? —le preguntó dándole un beso en los labios.

—Mi profesor de literatura, se llama Christopher.

Justin observó sus labios y volvió a besarla. Nirvana llevó sus manos hasta su cuello y lo chocó contra ella. Sentía sus manos vagar por sus piernas, y agradeció el hecho de llevar vestido. Sus manos encontraron rápidamente el camino hasta sus bragas y cuando sintió su mano en su feminidad, gimió. Se despegó abruptamente de sus labios. —No puedo hacerlo aquí —susurró mirando cautelosamente a Augusto.

Justin sonrió y sacó su mano de sus piernas, chupó sus dedos y eso la hizo volver a gemir, se acurrucó contra él y cerró los ojos. — ¿Todo bien con Jake? —Preguntó desviando su atención de los latidos que emitía su mojada feminidad.

Se concentró en lo que le relataba su esposo, pero cada vez se hacía más incómodo mantener sus fluidos vaginales a raya. Maldita sea, ni siquiera podía hilar un pensamiento correcto, sintiendo la erección contenida de Justin bajo su trasero.

Justin la tomó de la mano, al entrar al vestíbulo. Ella entró rápidamente al ascensor, y sonrió cuando lo vio presionar un botón detrás de él. —También te extrañé —dijo él empujándola hacia atrás y levantando su vestido.

Nirvana sonrió, llevando sus manos hasta su cuello, para poder sostenerse, él la alzó en brazos y se posicionó entre sus piernas, con una mano bajó su pantalón y liberó su miembro.

Nirvana cerró los ojos, cuando lo sintió entrar en ella de golpe, dejó caer la cabeza en su hombro, y vibró con cada embestida en su interior, él era rápido, constante y dominante, ella apretó su camisa con fuerza al sentir como su cuerpo llegaba al límite, justo cuando pensó que se correría, él detuvo sus golpes, tomó su cara con ambas manos y la besó apasionadamente.

Ella se entregó al beso, realmente nunca se iba a cansar de ese hombre, él era todo eso meramente adictivo y peligroso que una mujer podía encontrarse en el camino, podía ser malo y bueno, tierno, pero también brusco, violento, irracional, y aún mencionando todos sus mayores defectos, sabía que debajo de su coraza se encontraba un buen hombre que le había demostrado, que su amor no solo era destructivo.

Nirvana se movió contra él necesitando nuevamente sus movimientos bruscos dentro de ella, él la complació empujando en su interior nuevamente, ambos sumidos en un delicioso ritmo, llegaron al orgasmo al mismo tiempo. Les tomó unos minutos volverse a componer, antes de que se abrieran las puertas del ascensor.

No se movieron a ningún lado en el fin de semana, ambos pasaron tiempo de calidad con Sarah, era divertido ver a la niña tratar de repetir cada palabra que Justin le decía.

Mientras tomaba clases de matemáticas sintió que su estómago empezaba a revolotearse, talvez se debía a la clase, es decir, no era buena en matemáticas, al punto de que Justin tenía que ayudarla con casi todas sus tareas, miró por la ventana, estaba lloviendo.

Sintió que su pulso se aceleraba, miró al frente nuevamente y trató de concentrarse en la clase, ni siquiera podía apoyar bien el lápiz en la libreta. —Necesito ir al baño —dijo parándose del asiento y saliendo del aula.

Agradeció el hecho de que los baños se encontraran solos, se miró frente al espejo, no estaba pálida, miró hacia abajo y cerró los ojos, sus temblores seguían, trató de vomitar, incluso entró un dedo en su boca para sacar lo que sea que estuviera produciéndole los efectos, pero no logró nada.

Esperó unos minutos apoyada de la pared, con los ojos cerrados y respirando hondo, sintió que lentamente su pulso volvía a la normalidad. Salió lentamente del baño y regresó al aula, no quería estar enferma. Odiaba estarlo.

Condujo hasta el trabajo, aún se sentía algo enferma, pero no tanto. Pensó que podría trabajar tranquilamente, que su malestar se iría pero no fue así. Luego de unos minutos de estar sentada escribiendo en la laptop, tuvo que levantarse.

Omar la siguió, debía de verse horrible, le dio tiempo llegar al retrete antes de vomitar todo lo que había comido, cerró los ojos y limpió su boca. —Nirvana ¿Estás bien? —escuchó que le preguntaba Omar, sosteniéndola.

Pero no. Ella no lo estaba.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora