40.

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—...Además, ¿Tenías que pelear con Sonia? ¡Por Dios! Pareces una niñita... 

Ella respiró hondo. Él no le iba a arruinar la noche, sacó al bebé del coche y la llevó hasta el baño, desde donde podía escuchar a Justin discutirle por todas las cosas malas que había hecho en el día. Terminó de cambiarle el pañal a la niña y la llevó hasta la cuna. 

— ¡¿No me estás escuchando?! —Le gritó Justin.

Ella se desvistió en silencio, y cuando quedó en interiores, lo observó. —Siento no haber sido lo suficientemente eficiente hoy, siento no haber sido una frívola típica esposa, siento no saber nada en concreto de economía... Siento haber llevado a tu hija... —negó tristemente—. Siento no estar a tu altura, Justin. ¿Eso es todo lo que querías escuchar? Ya lo tienes, ahora déjame en paz —Concluyó y se tiró en la cama—. 

Escuchó como él estrelló la puerta del baño antes de entrar y no pudo evitar las lágrimas que se desbordaron por sus mejillas. Ella no pertenecía ahí, no pertenecía a él. No era parte de su mundo y nunca se iba a poder integrar. Esa no era ella. 

Al otro día ninguno habló, era extraño, estaban bien y de repente era como si la burbuja se hubiese roto. Justin se había levantado temprano y estaba terminando de vestirse, ella en cambio, estaba sentada en la cama, con aspecto desaliñado, mirando a su pequeña bebé, la cual mostraba mejoría en su salud. 

Observó cómo su esposo se le acercaba y una idea apareció en su mente de repente. Era una duda que tenía y que debía aclarar porque de no hacerlo no disfrutaría lo que quedaba del viaje. Aparentemente cuando llegaron al hotel, Sonia ya estaba instalada, rodó los ojos. — ¿Dónde estabas ayer en la mañana? —Le preguntó directamente.

Él la observó unos segundos antes de contestar, y ella vio la duda reflejada en sus ojos. Se cruzó de brazos. —Estoy esperando la respuesta —dijo de mala gana.

—Estaba con Sonia... Pero no es lo que piensas, estábamos hablando de negocios... No está pasando nada entre nosotros. No te preocupes.

Nirvana se paró de la cama. — ¿Qué no me preocupe? —Preguntó alterada—. Por si lo olvidaste, el año pasado en este mismo maldito hotel, para esta misma maldita convención te encontré fallándola en nuestra habitación. ¿No tengo por qué preocuparme, Justin? 

—Lo siento... Pero esta vez te estoy diciendo la verdad, solo es negocios, incluso su esposo estaba presente —Él miró el reloj y negó lentamente—. Me tengo que ir, princesa. Te veo en la convención —dijo acercándose a sus labios para besarla, pero ella se alejó y caminó en dirección contraria a él. 

—Nirvana... —escuchó que la llamaba pero ella no volteó a verlo. ¿La tomaba por imbécil? No confiaba en Sonia, es más, no confiaba en ninguno de los dos.

Se alistó, solo que su vestuario no estaba dirigido a impresionar a nadie, ni siquiera estaba ameritado para la convención. Llevaba un vestido sencillo y zapatos planos, llevaba el pelo suelto y no tenía ni una pizca de maquillaje. Frunció el ceño, mirándose frente al espejo. No iba permitir que su semana se fuera al caño por terceros. Malditamente no.

Cuando miró su reloj, era medio día. Metió a Sarah en el coche y bajó, al segundo piso, entró al restaurante y se sentó en una de las ultimas mesas, aparentemente había un show especial o algo por el estilo porque había mucho movimiento y varias personas con vestuarios psicodélicos. 

En cuestión de minutos el restaurante, que había estado vacío a su llegada, estaba lleno. Un mesero se le acercó, y ella eligió filete con papas salteadas, llevaba consigo biberones para Sarah, pensó en alimentarla pero la observó sonreír, estaba muy entretenida mirando todo a su alrededor, eso la hizo sonreír. Si su bebé estaba feliz, entonces ella también lo estaba.

— ¿Puedo invitarte un trago? —Escuchó que preguntaban.

Alzó la vista y sonrió al ver que se trataba de Julio. — ¿También trabajas en esta área? —Preguntó ella, sonriendo.

—Hago de todo un poco. Mi principal trabajo es animar, pero tú y la niña parecen muy entretenidas.

Eso la hizo reír a carcajadas. 

— ¿Estás sola? —Preguntó él.

Ella asintió y justo cuando pensaba invitarlo a que se sentara con ella, escuchó que alguien lo llamaba. —Me vas a tener que disculpar, debo hacer un show. 

—Estaré atenta —dijo Nirvana viéndolo alejarse de ella. 

La comida estuvo exquisita, no se aburrió en ningún momento, unas mujeres estaban haciendo una extraña danza que había finalizado con aplausos, risas y gritos de todos los que estaban en las mesas. Ella misma estaba aplaudiendo, justo cuando sintió una mano en su hombro. — ¿A qué diablos estás jugando? —Escuchó que preguntó justin bruscamente. 

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora