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08 de Noviembre. 

Eso de estar embarazada ya no le estaba gustando. Los primeros seis meses habían sido agradables pero estos últimos dos no. tenía actualmente ocho meses de embarazo, y al menos seis libras de más. Ya ni siquiera podía pesarse y era una tortura cuando iba cada mes al doctor y éste le anunciaba que había ganado dos libras más. Ya ni siquiera tenía ropa que le quedara bien, no importa lo que usara siempre se veía como una ballena a punto de convulsionar. 
—Estás exagerando, escuchó que le decía Justin detrás de ella. 
Ella lo miró por el espejo que estaba frente a ella, sabía que se había dado cuenta de su estado ya que se había probado al menos cuatro vestidos y todos los había arrojado al piso.
—Es muy fácil para ti decirlo, respondió metiéndose en un vestido color crema, buscó unas sandalias y peinó su cabello en una coleta alta. 
— ¿Estás lista? Escuchó que le preguntaba.
— ¡Lista! Exclamó tomando su bolso y saliendo de la habitación.
Iban rumbo a la fiesta de Sally, la niña cumplía seis años de edad. Sintió la mano de Justin posarse sobre su pierna, Lo observó y le sonrió. —Ya falta poco, le dijo él. Ella asintió, realmente sospechaba que el día en que naciera el bebé a él le daría un ataque al corazón. Era hermoso verlo tan ilusionado con la idea de tener una niña. Incluso aunque no quería admitirlo, estaba un poco más ilusionado que ella. 
La verdad es que sentía esa punzada de miedo, ella nunca había dado a luz y nunca había tenido a un hijo. No sabía nada sobre ser madre y esas cosas, tan solo tenía 19 años y sinceramente no se sentía preparada. Pero eso era algo que no le diría Justin, no cuando veía ese brillo tierno en sus ojos.
Cuando aparcaron frente a la gran casa de Cristóbal no fue difícil localizar a Sally, ya que tenía un vestido de princesa que brillaba a distancia. El pelo de la niña estaba amarrado en un moño muy elaborado. — ¡Nirvana! Exclamó y la vio correr hasta ella.
—Hey, Amor. ¡Felicidades! Le dijo abrasándola.
—Viniste, dijo con satisfacción. 
—Claro, prometí que lo haría, respondió avanzando junto con ella hacia el jardín trasero, en donde se llevaba a cabo la celebración.
Habían muchas personas, y no conocía a ninguna, pero Justin sí. Había al menos treinta niños. —Papá tiene novia, escuchó que le dijo la niña mientras avanzaba a su lado.
— ¿En serio? Le preguntó con una sonrisa.
La niña asintió. —Se llama Prada.
Nirvana no pudo disimular la risa. — ¿Cómo se llama? Preguntó nuevamente.
—Prada, es mi maestra de música.
Sintió el brazo de justin rodeándola por la cintura. —No te burles de su nombre, le susurró.
—Lo siento, dijo en tono bajo. —Pero… ¿Quién diablos crece con ese nombre? Preguntó tapando su boca con su mano. 
—Ahí vienen, para de reírte.
—Deja de meterme presión, Me estás poniendo nerviosa, dijo respirando hondo y mirando hacia otro lado. Vio a Cristóbal acercársele junto con una chica, la cual rondaba entre sus 23 o 24 años, tenía el pelo negro y era morena. —Hola chicos, les presento a mi novia… Prada.
Nirvana asintió y rápidamente se acurrucó en el pecho de justin. No quería que la vieran reírse del nombre pero no podía evitarlo. Dios, no. —Ya saben… escuchó que decía justin a los otros, —Ella no se siente muy bien con esto del embarazo. 
Nirvana no pudo controlar la risa. Justin siempre la cubría.
—Puedes soltarme… Ellos ya se alejaron, le susurró.
—Lo sé, pero me gusta estar así contigo, respondió abrasándolo con más fuerza, sonrió cuando lo sintió poner sus brazos alrededor de su cuerpo. No había forma de que no amara estar en los brazos de ese hombre.
Luego de escuchar al menos doce canciones infantiles, ver a payasos hacer malabarismos, y haberse pasado de la raya comiendo no pudo evitar sentirse cansada y apenas eran las ocho. Muchos de los invitados se habían marchado ya y quedaban solo algunos amigos íntimos. La peor parte fue la del Karaoke, Cristóbal y justin estaban lo suficientemente borrachos para hacer un gran y vergonzoso espectáculo y la cosa se emporó cuando justin le dedicó la canción “Angel” de Aerosmith. 
Se quedó parada de brazos cruzados viéndolo tratar de cantar y mantenerse en pie al mismo tiempo. Aún se asombraba de lo mucho que habían avanzado en su relación, anteriormente lo llegó a odiar y ahora lo único que deseaba era estar con él para siempre. Cuando lo vio abandonar el espacio en donde cantaba y acercársele sintió que su estómago daba un vuelco. Él la rodeó entre sus brazos. — ¿Qué tal lo hice? Preguntó. Y aún sudado y con el pelo aplastado en su cara se veía adorable. —Lo hiciste algo bien, le respondió sonriéndole. 
— ¿Planean quedarse? Preguntó Prada. 
Nirvana negó pero en ese momento Cristóbal apareció en medio de ellos y se recostó de su novia para no perder el equilibrio. —Justin no puede conducir así, dijo mirándolo.. —Y tú tampoco.
—Tienes un punto, respondió justin.
Vio a Sally parársele en frente y juntar sus manos en forma de plegaria. —Vamos, quédate, así mañana podremos estar todos juntos ¿Si?
Ella miró a Justin y luego a todos. —Está bien, aceptó finalmente ¿Qué podía perder? 
Ayudó a justin a subir hasta el segundo piso, cuando él estuvo acostado procedió a desvestirlo. Claro, que de forma lenta, porque su estado no le permitía moverse con facilidad. —Se supone que yo debo cuidarte y no al revés, le dijo poniendo un brazo por encima de sus ojos. 
Ella sonrió más no respondió. Le gustaba cuidarlo, él lo hacía la mayor parte del tiempo con ella, se sentó en la cama y acarició su mejilla. No podía decir que todo realmente estaba bien porque sentía un dolor profundo en su corazón, pero no podía ni quería preocuparlo. Él era tan atento y cariñoso que no sabía si alguna vez iba a poder vivir sin él.
— ¿Qué pasa? Preguntó justin haciendo ademanes de sentarse pero Nirvana se lo impidió.
— ¿De qué hablas? Le preguntó sonriendo. —No me pasa nada.
—Estoy borracho, pero no lo suficiente para no saber cuando me estás ocultando algo. 
Ella sonrió tristemente y negó. —No sé de qué hablas.
Justin suspiró y se sentó en la cama, tomó sus manos y las besó. — ¿Qué te pasa? ¿Qué es lo que te preocupa? 
Ella miró hacia otro lado, y trató de no mirarlo porque sabía que sus lágrimas se avecinaban y no quería preocuparlo porque tal vez lo que pensaba era algo estúpido. Y no se debía más a una depresión antes del parto pero era algo que no podía sacar de su cabeza y que la había estado afectando. Mordió su labio y miró hacia abajo. Su labio empezó a temblar y se odió a sí misma por ser tan débil. Respiró hondo y lo observó. —Es algo tonto, no es nada de qué preocuparte…
—Entonces sé que debo preocuparme.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora