98.

1K 52 0
                                    

Lo que le faltaba. Una maldita bruja en el trabajo.

El restaurante en el que habían reservado era bastante lujoso, había un área exclusiva para ellos. Nirvana se sentía incomoda entre ellos, y no por el hecho de que todos fueran extremadamente ególatras, sino porque Laura la analizaba y eso le molestaba, todos sus comentarios tenían un doble significado, uno que solo era dirigido hacia Nirvana.

Cuando todos terminaron de comer sin importar lo que pensaran, pegó su silla más cerca de Justin y se recostó de su hombro, rápidamente él la atrajo hacia él, pasando un brazo por su cuello y dándole un beso en el pelo.

Los gerentes se enfrascaron con Laura en una conversación sobre pasivos. Nirvana alzó el rostro para mirar a su esposo. Él le dio un beso en los labios. — ¿Estás bien? —le preguntó él.

Ella asintió. —Quiero que vayamos a casa —dijo arreglando su corbata—, y quiero que me hagas el amor muchas veces —finalizó mirándolo fijamente a los ojos.

Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. —Me gusta ese plan.

No pasó media hora cuando Justin dio por concluida la comida, parándose de la mesa y anunciando que tenía que hacer otras cosas.

— ¿Dónde se está quedando Laura? —Preguntó Nirvana en el auto.

—Rentó un apartamento en la ciudad. Hay un comité de auditoría que ella preside, puede estar en esta empresa, como en la de la ciudad. ¿Por qué lo preguntas?

—Curiosidad —respondió ella encogiéndose de hombros.

Justin la alzó en sus brazos en el ascensor, ella trató de ser lo más discreta posible, ya que Susana estaba en la casa, cuidando de Sarah. La señora sonrió tímidamente al verlos.

Nirvana lo besó, al llegar a la habitación. Ciertamente hacer el amor era su arma para mantenerlo ocupado, porque siendo sincera, se había sentido un poco intimidada con Laura, necesitaba saber que él era solo suyo, no quería que él se acercara a ella, ni que trabajaran juntos.

Nirvana acarició su pecho desnudo, las horas habían pasado volando. Él estaba dormido, ella se acercó a su rostro y lo besó. No lo despertaría, quería atesorar este momento, porque sabía que con la llegada de Laura, las cosas se iban a volver complicadas.
Nirvana llegó al otro día temprano al trabajo. Vio a Omar esperándola. — No pensé que volverías —dijo con una sonrisa.

Ella se quedó observándolo. — ¿Cómo está Amanda e Irene? ¿Están bien? —pregunto evadiendo sus preguntas.

—Ya entendí —dijo él—. No quieres que esté cerca de ti.

Ella negó. —No es eso. No quiero arruinar mi matrimonio, y supongo que tú no le quieres hacer daño a Irene, solo quiero que seamos amigos. Solo eso.

—Siempre hemos sido amigos —dijo él.

—Sabes a lo que me refiero —respondió Nirvana sentándose en el escritorio y mirando su reloj—. Supongo que estaría bien que me pusieras al día con todo lo que ha pasado.

Omar asintió y en menos de diez minutos le explicó detalladamente todo lo que había sucedido en la empresa en su ausencia. —Laura se está tomando muy en serio su trabajo, ya tiene una lista de personas para despedir.

—Acaba de llegar, no puede hacer eso —respondió Nirvana mirando los documentos que estaban en el escritorio.

—Si puede, tu esposo la está apoyando en todo.
Eso hizo a nirvana alzar el rostro, se sorprendió al ver a Justin parado en la puerta de su oficina. Omar miró también hacia atrás. — ¿Qué está haciendo él aquí? —Preguntó.

—No lo sé —respondió ella, parándose de su asiento y caminando hasta él. — ¿Qué pasa? —Preguntó.

Justin arregló algunos de los mechones que se habían desacomodado. — Olvide decírtelo esta mañana, solo estoy aquí para firmar unos documentos.

Justo cuando ella pensaba preguntarle sobre los documentos, vio a Laura avanzar hasta ellos. —Qué bueno que estés aquí, así puedes ver parte del plan que ya he elaborado.

Nirvana observó los documentos que estaban en el escritorio de Laura, ella hablaba con Justin sobre el cambio de empleados. —No tienes ni siquiera un día completo aquí. No puedes despedir a quince personas.

Laura la observó. — Sí puedo hacerlo. Tengo poder para hacerlo. El mismo Justin me pidió que hiciera todo lo necesario, ya discutí de esto con él.

Nirvana observó con ojos de asombro a Justin. — ¿Qué? —Pregunto sin entender—. ¿Cómo puedes aprobar algo así? —Preguntó con el ceño fruncido—. Ella no conoce nada de esto, no puede venir y cambiar en menos de 24 horas todas las cosas.

—No tengo tiempo para estas pataletas de niña caprichosa, la empresa ha tenido pérdidas. Perdidas que claramente pudieron evitarse, trato de hacer el mejor trabajo posible, así como lo hice en Brasil.

—No son pataletas de niña caprichosa —dijo Nirvana con el ceño fruncido.

Justin se acercó a Nirvana. —Cielo, deja que ella se encargue de estas cosas ¿Si?

Ella lo observó fijamente a los ojos. —Los va a despedir sin ni siquiera dar una maldita buena razón. Es injusto —dijo en un susurro.

—Son negocios, Nena.

Ella rodó los ojos. Sabía que así no iba a ganar. —Está bien —dijo alzando el rostro—. Dame una razón para la que cada uno tenga que irse.

Laura sonrió. —Con mucho gusto —dijo abriendo una carpeta—. Tony es el jefe de contabilidad de la empresa. Si te fijas en esto —dijo señalando una cifra—. Se suponía que la empresa debía recibir eso en el cierre social, pero sin embargo recibió esto. —Puntualizó una cifra menor a la cantidad que señaló al principio—. ¿Cómo se perdió esa suma de dinero? ¿A dónde fue a parar?

Nirvana suspiró. —Bien. Está bien —aceptó finalmente.

—Lo siento si te intimido un poco, pero solo estoy aquí para hacer mi trabajo.

Eso la hizo reír. — ¿En serio crees que me intimidas? Tú no tienes el maldito poder aquí, y no vas a hacer nada sin que yo me entere antes. ¿Entiendes?
Laura alzó una ceja. —El poder lo tiene tu esposo.

Nirvana sonrió. —No lo volveré a repetir —dijo mirándola desafiante.

Justin se acercó a ambas. —Esto debe ser un trabajo en equipo, recuerden eso.

El resto del día pasó de forma lenta. Laura era una experta en dar órdenes, había convocado dos reuniones, en las cuales Nirvana no estuvo de acuerdo con el setenta por ciento de lo que se acordó.

—No me gusta esto, Nirvana. ¿Buscas lo mejor para la empresa? No lo parece —dijo mirándola con pena y saliendo de la reunión.

—La odio —dijo Nirvana respirando hondo—. La detesto.

Omar la observó y sonrió. —Es como si fuera tu esposo, versión femenina. ¿Ya ves por qué lo odio yo?

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora