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  Él se quedó en silencio, y ella supo que era el momento de partir. Sabía que él no la iba a aceptar, ¿Quién lo haría? Cargaba el hijo de otro hombre.

Fue lindo mientras duró. Se trató de levantar pero él la detuvo, tomándola del brazo. —Espera... —dijo lentamente.

Ella negó. —Está bien. Lo entiendo —dijo tristemente.
Él sonrió y puso su mano encima de su vientre. —Es mi bebé ahora —dijo mirando su estómago.

Nirvana lo miró asombrada, sintiendo que sus lágrimas se desbordaban por sus mejillas. Quiso decir algo pero no pudo. No podía decir ninguna palabra sin romper a llorar. —Hey, amor— dijo él dándole un suave beso en los labios—. Eres mía, así que ese bebé también es mío.

Ella lo abrasó con fuerzas. Realmente cuando pensaba que él no la podía sorprender, decía eso. —Creo que no podría amarte más— dijo ella secándose las lágrimas.

Él besó sus mejillas. —Déjame cuidarte, dame gusto. Esta vez vamos a hacer que funcione— dijo mirando su vientre.

Nirvana asintió. —Vamos a dormir ahora, bebé —dijo él recostándola en la almohada.

Ella no se separó de sus brazos en lo que quedó de la madrugada, él le susurraba al oído las cosas más tiernas, le hablaba de cómo las cosas iban a cambiar cuando regresara a casa y toda la protección que tendría, para evitar que el bebé sufriera algún daño.

—Estaremos bien —dijo él besando sus manos—. Te lo prometo.

Ella se levantó temprano, lo primero que hizo fue hablar con Sarah, la niña estaba muy triste, lo podía notar en su voz. —No llores, bebé. Todo va a estar bien —dijo ella secándose las lágrimas.

— ¿Estás con papi? —Preguntó la niña lentamente.

—Sí, todo se va a solucionar —respondió con una sonrisa.

Pero cuando colgó el teléfono sintió una gran tristeza en su pecho. Respiró hondo tratando de controlar el dolor que estaba sintiendo en su interior. Era algo intenso inexplicable.

Lo que estaba haciendo estaba mal. No era justo para él, y sí, sabía que cuando estuvieron juntos, ella pasó por muchas cosas que no fueron justas, pero en ese momento no podía pensar de esa forma.

Lo estaba obligando a cuidar de un bebé que no era su responsabilidad. No estaba bien, sabía que ese niño iba a sufrir porque conocía a Justin, si ese bebé salía con rasgos muy parecidos a Chris, entonces en algún momento de su vida sentiría curiosidad y ella no podría decirle que Justin no era su padre.

Apretó los ojos con fuerza. Todo le había salido mal. Empezando porque no debió confiar en Chris, no debió confiar en nadie. Debió irse lejos con su hija y empezar una nueva vida. No debió dale cabida a otro hombre en su vida.

Ahora se sentía tan culpable por todo. Incluso por los golpes que había recibido. Ni siquiera podía culpar a Chris, él solo estaba mostrando su lado real, se había estado conteniendo por tres años, fingiendo ser el novio perfecto.

Pero claro... ella nunca pudo ver sus señales de maldad, porque estaba demasiado ocupada haciendo una imagen de un héroe en su cabeza. Estaba tan necesitada de apoyo, que se había hecho la ciega para no sufrir, y al final todo le explotó en la cara. Y todo había salido peor de lo que pudo imaginarse.

Había expuesto a Sarah, la niña estuvo en peligro todo el tiempo y ella ni siquiera pudo evitarlo. Si había un culpable de todo lo que había pasado era ella. Solo ella.

No podía hacerle eso a Justin, no era justo, había perdido su dinero, y encima ella le iba a dar un hijo de ese hombre que él odiaba. No podía condenarlo a algo así, porque lo amaba demasiado y no quería que él sufriera.

— ¿Nirvana? —Preguntó Justin, acercándosele—. ¿Estás bien?

Ella negó. —Fue una mala idea venir aquí —dijo incapaz de mirarlo—. Todo esto es mi culpa, tengo que resolverlo por mi cuenta.

— ¿Qué diablos estás diciendo? ¡Mírame a la cara! —Gritó él—. Se trata de mí, Cielo. Mírame, por favor —rogó.

Ella lo observó. —No vas a ser feliz con este niño de Chris, Lo sé. Y no quiero que seas infeliz por mi culpa. Deberías buscar a alguna chica buena y estar con ella —dijo encogiéndose de hombros—. Alguien que no esté tan estancada como yo.

— ¿Te estás escuchando? Eres la persona más buena que conozco.

—Mereces ser feliz con alguien más —dijo ella alejándose de él.

— ¡¿Qué sabes tú de mi felicidad?! Tú eres la mujer que he amado desde siempre. Nunca he sentido esto por nadie más, lo sabes. Yo soy el padre de ese niño, y seré el padre más orgulloso cuando nazca, porque saldrá de ti. Todo en ti es perfecto.

Nirvana tapó su cara con ambas manos y rompió a llorar. Respiró hondo y caminó hasta la salida. — No puedo hacerlo, Justin. Lo siento —dijo antes de irse.   

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora