64.

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Ella Frunció el ceño al escuchar el llanto de una mujer. Rápidamente salió de la habitación y no pudo creer cuando vio a la chica que estaba en los brazos de justin, llorando. 

Era lucía.

—Lo siento —dijo ella alejándose de él—. Sé que dije que te detestaba, aún lo hago... Pero no sabía a donde más ir. 

— ¿Lucía? —Preguntó nirvana acercándosele—. ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras? —Preguntó y rápidamente secó sus lágrimas. 

—Creo que... Creo que Adam y yo nos separaremos.

Eso la hizo abrir los ojos como platos. — ¿Qué? —Preguntó en total asombro. Ellos llevaban alrededor de un año de casados, y además se veían hermosos juntos. 

—No quiero regresar a casa —dijo lucía abrasándose a sí misma. 

—Vamos a hablar —le dijo nirvana tomándola de la mano y entrando con ella en la otra habitación de invitados. — ¿Qué pasó? —Preguntó preocupada. 

Lucía caminó por la habitación cruzada de brazos. — ¿Qué diablos tienen esos hombres que son tan estúpidos? Creo que está en sus genes, tanto Adam, como Justin... ¡Son tan imbéciles! —Exclamó haciendo que nirvana se sobresaltara un poco. 

—...Y ni siquiera trates de justificar a justin... Sabes tan bien como yo que él es un estúpido que no... te aprecia como debería. 

Nirvana asintió. Sinceramente no sabía qué más hacer. Ya estaba bastante mal como para iniciar una batalla contra ella. 

—...Además ¿Qué diablos tienen con los bebés? Ellos adoran los niños, parecen una puta familia antigua. Una familia del siglo XV, ¡Estamos en pleno siglo XXI! No todas las mujeres quieren quedarse en casa solo dando bebés fuertes cada maldito año. 

Nirvana sonrió un poco. — ¿Por qué no quieres darle un niño a Adam? —Preguntó.

¡Odio a los niños! —Exclamó lucía. 

—Sabes que no es cierto. Te he visto con Sarah....

—No te confundas. Al final del día, tú te llevas a esa niña a casa, yo solo la cuido por algunas horas. 

Nirvana se paró de la cama. —Está bien, Lucía. No está mal que no quieras tener hijos. Es entendible. Ver a Adam babear por tu bebé debe ser algo fastidioso, tenerlo casi encima de ti todo el día, que te llame cada diez minutos y que te quiera cuidar más de la cuenta... Lo entiendo, debe ser horrible, ponerse gorda como un balón y luego sentir el horroroso dolor del parto, y finalmente ver esa cosa pequeñita en tus brazos. ...Supongo que debe ser algo horroroso, tener que estar hasta la madrugada teniendo un bebé en tus brazos para hacerlo dormir nuevamente... 

—No me estás ayudando —gimió lucía con frustración.

Nirvana sonrió tristemente. —Estoy tratando de hacerte ver lo horroroso que es tener un hijo con algún Bieber. 

Lucía respiró hondo. — ¿Cómo fue? ¿Cómo lo hiciste?

—Haciéndolo —respondió nirvana sentándose en la cama—. Apenas tenía diecinueve cuando me embaracé, no tenía idea de lo que era cuidar un niño, no me sentía preparada en aquel entonces y ahora tampoco. Pero viendo a Sarah. ¿Crees que hubiera deseado no tenerla? La amo, y Justin.... Él la adora. 

—No quiero volver a casa —dijo Lucía acostándose en la cama.

—Está bien. Puedes dormir aquí. ¿Necesitas algo más? Preguntó nirvana bostezando—. Son las dos de la mañana. 

Ella negó, acurrucándose entre las sábanas. — ¿Por qué estabas llorando, Vane? 

Nirvana se encogió de hombros. —Tú y Adam no son la única pareja que tienen problemas. 

— ¿Puedo ayudar en algo? —Preguntó lucía. 

Nirvana negó. —No lo creo —respondió saliendo de la habitación. Se recostó de la pared unos minutos. No pudo evitar las lágrimas que se resbalaron por sus mejillas. No quería enfrentarse a Justin, estaba tan jodidamente cansada. 

Se sorprendió cuando entró a la habitación, vio a Justin sentado en el borde de la cama, con el celular en las manos. — ¿Hablabas con alguien? —Preguntó ella, curiosa. Y maldita sea no quería sentirse celosa. Pero... ¿A quién diablos llamaba en mitad de la madrugada? 

Él caminó hacia ella. —Estaba llamando a Adam. 

— ¡¿qué?! —Preguntó asombrada—. No debiste hacer eso. Lucía no está bien... Y además...

Él puso ambas manos en sus hombros. — Nirvana... Me importa una mierda. ¿Cómo crees que me sentiría si de repente desapareces a las dos de la mañana? 

Ella se encogió de hombros. —Dímelo tú —le dijo mirándolo fijamente.

Él acarició su hombro. —Sabes que me volvería loco, Nirvana. Sabes que si te escaparas de aquí, encontraría la maldita forma de traerte de nuevo. Y te lo haría pagar caro —dijo mirándola de arriba abajo. 

Ella sonrió a medias. — ¿Qué harías? ¿Me golpearías hasta perder el conocimiento? —Preguntó. 

Él sonrió. —No te dejaría salir de la cama, Nirvana. Te follaría duro. Y créeme que cuando digo duro... Hablo en serio. 

Ella trago forzado y se odió a sí misma por sentir que mojaba sus diminutas bragas. Él se le acercó y por un momento pensó que la besaría pero solo acercó sus labios lo suficiente a los de ella para sentir su calor, nada más. 

Ella se inclinó hacia delante y rozó sus labios con los de él, Justin la alzó en sus brazos, y ella rodeó su cintura con sus piernas para no caerse. — ¿Quieres que te demuestre cuanto te extrañé, Nirvana? Y no me refiero al Justin bueno que estás esperando, hablo del Justin malo que te extrañó cada día, no el que te haría el amor, sino el que te pondría de rodillas y te penetraría hasta que suplicaras que parara. ¿Quieres probar cuál Justin te extrañó más? 


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora