94.

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Nirvana escuchó su celular sonar varias veces. Estaba sentada, abrasando sus piernas. Miró al techo y una lágrima se derramó por su mejilla. Iba a volver a casa, pero en el último minuto se asustó y no pudo abordar el avión. No podía complacer a Justin, no podía darle otro hijo por un simple capricho, y si él no la podía entender, entonces ese era su problema. No es el de ella.

No necesitaba a nadie mandando sobre su cuerpo, no podía forzar las circunstancias para beneficiarlo. Lo conocía, cuando estuvo embarazada de Sarah él estaba feliz, luego cuando nació la niña, a ella la hizo a un lado, y luego de unas semanas no llegaba temprano a casa porque lo impacientaba el llanto de la niña.

No podía darle otro niño a una persona así, al final de cuentas la única que asumiría toda la responsabilidad del bebé sería ella. Con Justin, tener el bebé era otro tipo de guerra, no se trataba de que no tuvieran con qué alimentar a la criatura, se trataba de que ella no podía asegurar que ese bebé sería feliz.

Sarah aún era muy pequeña, no podía encargarse de otro bebé, no iba a tener tiempo para nada. Y no podía dedicarle todas las horas del día, porque entonces ¿Cuándo iba a vivir? Era muy joven, y no hacía las cosas que las chicas de su edad hacían.

Por lo general a los 20 las chicas están planeando ir a la universidad, tienen problemas con sus novios, sus padres, quieren tener un trabajo, pero ella tenía una niña, y estaba casada con un hombre de negocios totalmente posesivo y arbitral.

Nirvana cerró los ojos. Había sacado suficiente dinero de sus tarjetas de crédito, se había cambiado de hotel y lo único que le faltaba por hacer era destruir el celular que tenía. Observó a Sarah, la cual miraba el celular atentamente, el dispositivo empezó a sonar y la niña sonrió. — ¡Papi! —Exclamó al ver la imagen de Justin parpadeando en el celular.

Ella tomó el móvil en sus manos y respondió la llamada. Pensó que él le gritaría pero contrario a eso, escuchó que él respiraba hondo. Odiaba cuando hacía eso, necesitaba que él le gritara y se enojara, ese sería su motor para poder alejarse más tiempo de él, pero cuando se ponía tierno y comprensivo era letal. Porque no sabía si lo hacía solo para atraerla o porque realmente se sentía mal.

— ¿Qué estás haciendo, amor? —Escuchó que él preguntaba.

Por alguna extraña razón ella sintió que su corazón se encogía, él pensaba que ella no sucumbía a su control, sin saber que era todo lo contrario. Él jugaba con sus emociones y ni siquiera se daba cuenta. La hacía subir y la estrellaba contra el suelo y no lo sabía. —No quiero cumplir tus condiciones —dijo lentamente.

— ¿Dónde estás? —Preguntó Justin, observando que Johnny le indicaba que siguiera hablando—. Respóndeme Nirvana.

Ella frunció el ceño. —Cambié de hotel, no me vas a encontrar —dijo—. Si me tengo que cambiar de localidad lo haré. Se trata de mi cuerpo —dijo sollozando—. No puedes obligarme a tener un hijo solo porque quieras, me haces sufrir con esto. ¿No te duele ni siquiera un poco?

—Por favor —rogó él—. Por favor, Cielo. Regresa a casa, hablaremos de esto.

—Voy a destruir el celular, no soy tan estúpida, sé que debes de estar rastreándome. ¿Eso es lo que quieres? Puedo desaparecer, tengo el dinero para hacerlo.

Justin respiró hondo ante la amanezca de su esposa, claramente ella tenía ventaja, estaba a miles de kilómetros de él, aunque la rastreara, si ella destruía el celular le costaría más tiempo encontrarla.

—Adiós, Justin.

— ¡No! —Exclamó él en tono alto—. Escucha —dijo controlándose—. Si no regresas aquí en este instante voy a despedir a Omar.

Nirvana secó sus lágrimas. —No me importa —dijo lentamente—. Lo quiero mucho, pero no voy a sacrificarme así por él. Puedes despedirlo. —Ella tomó un respiro—. Quiero que digas la razón por la que quieres que tenga un bebé, la verdadera razón, y volveré a casa.

—No puedes —empezó a decir él, pero ella lo interrumpió. —Esa es mi condición. Si quieres que regresa tendrás que cumplirla —dijo y colgó.

Justin llevó una mano hasta su pelo. No se suponía que las cosas pasaran de esa forma. Observó a Johnny, él le hacía señas de que no pudo rastrearla, Justin no podía reaccionar.

Era indiscutible.

Ella tenía el control de la situación. 

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora