52.

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Nirvana lo miró a los ojos, acarició su mejilla, y se acercó a sus labios, sin darse cuenta lo besó, lo besó de la forma más tierna que pudo hacerlo, lo besó como no había besado a nadie en su vida. 

Él era todo lo contrario a justin, él no era guerra, era paz; Él no era arrogante, era humilde; Él no necesitaba controlarla, él la conocía tan bien, que incluso adivinaba sus movimientos mucho antes de que ella los realizara. 

— ¡Nirvana! —escuchó que Justin gritaba detrás de ellos.

Eso la hizo salir de la burbuja en la que estaba, lo vio abalanzarse sobre Omar y golpearlo, más que con rabia... con odio. — ¡Suéltalo! —Gritó ella, tratando de separarlos. Justin le dedicó una de las miradas más tristes que ella había podido ver en él, pero fue rápidamente sustituida por su habitual mirada asesina. 

—Vámonos —le dijo, tomándola bruscamente del codo y sacándola del lugar, ella ni siquiera tuvo tiempo de mirar hacia atrás. Él no habló ni media palabra de camino a casa. Ella miró hacia el frente. ¿Qué diablos había hecho? Se había besado con su mejor amigo, con el que consideraba su hermano, con el chico que la había visto crecer. Él tenía novia, y ella estaba casada. 

Nunca había visto a justin tan furioso, él entró al apartamento y empezó a tirarlo todo, ella se quedó mirándolo sin saber qué hacer, lo vio acercársele y cerró los ojos por impulso pensando que la iba a golpear, pero no fue así, la pegó bruscamente de la pared. —Escúchame... Escúchame muy bien.

El odio era visible en su mirada. — A partir de hoy, tienes prohibido salir de esta maldita casa sin mi permiso.

Ella frunció el ceño. — ¿Qué? —Preguntó sin entender—. Tengo que trabajar.

— ¡No! —le gritó él, cerca de su cara—. No vas a trabajar, no vas salir de aquí sin que yo de la maldita orden... Habrá dos guardaespaldas que tendrán la tarea de no dejarte salir, ¡¿Entiendes?! —Le preguntó a gritos. 

Ella sintió como las lágrimas salían de sus ojos. —No lo vas a volver a ver nunca más, ¿Entiendes? 

—No me tendrás encerrada aquí, justin —respondió con la voz rasposa—. Me voy a escapar.

—No sabes de lo que soy capaz de hacer —la amenazó—. Fui capaz de violarte, y no te imaginas todo lo que puedo llegar a hacer, no te lo imaginas nirvana. Voy a convertir tu vida en un maldito infierno si no me obedeces. 

Ella respiró hondo y no evitó romper a llorar. Él levantó el puño en su dirección, solo que el golpe fue directo a la pared. — ¡Maldita sea! —Exclamó—. Maldita sea, Nirvana. ¿Por qué lo besaste? —Le preguntó con rabia.

Ella lo vio alejarse de ella, y tomar su teléfono. Ni siquiera se pudo mover, estaba como ida, Como si no pudiera moverse. Solo repetía lo que había pasado en unas horas una y otra vez. Logró sentarse en el sofá y en menos de una hora vio a dos hombres entrar. El primero a lo conocía... Era Augusto, pero no conocía al segundo. Tenía un aspecto amenazante. 

—Esta es mi esposa —dijo justin señalándola—. Se llama Nirvana. 

Ella los vio alejarse y entrar al estudio. Se dejó caer en el sofá, y trató de pensar en algo bueno, sus ojos se cerraron, y cuando volvió a abrirlos, sintió las manos de justin vagando por sus piernas, ella frunció el ceño, lo vio arrodillarse y rozar sus labios con sus dedos. — Bésame —le exigió. 

Ella negó y se levantó, él también lo hizo, la tomó bruscamente por el cuello y la pegó a sus labios. —La niña está en la habitación, pórtate bien, no me esperes esta noche. 

Luego de ver a justin salir de la casa, notó como el guardaespaldas que no conocía la observó. — ¿Cómo te llamas? — Le preguntó ella.

—Soy Aurelio. 

Ella asintió y caminó hasta la habitación. Salió al pequeño balcón y posó sus manos en la baranda. Aún no salía del shock, aún no comprendía que todo en vida cambiara en tan solo unas horas. 

Calculó la distancia entre el balcón y el pavimento, era bastante alto, moriría si se tirara de ahí, además no podía arriesgar a Sarah. Cerró los ojos. ¿Realmente estaba pensando en escapar de Justin? 

— ¿Todo bien, señora? —Escuchó que preguntaba Aurelio, detrás de ella.

Se sobresaltó, y se giró para mirarlo. —¿No puedo tener privacidad en mi propia habitación? —preguntó bruscamente.

—Me temo que no.

— ¿Qué? —Preguntó sin entender.

—Justin fue claro con las reglas. 

Y pensó en preguntarle a qué reglas se refería, pero lo dejó pasar. Sinceramente su estúpido esposo estaba llevándolo todo a otro nivel. Se sentó en la sala, pero al cabo de un rato no pudo con la presión. Era incomodo tener a un hombre mirándote fijamente todo el tiempo. — ¿Hasta qué hora estarán aquí? —Preguntó curiosa. 

—Hasta que regrese justin.

Ella se tiró en la cama, no iba a empezar a llorar, buscaría la forma de convencer a justin con este tema del control, y en caso de fallar entonces planearía un escape. No iba a estar encerrada para toda la vida.

Abrió los ojos de repente, miró el reloj, eran las tres de la mañana. Miró a su alrededor, se había quedado dormida, frunció el ceño al notar que la cama a su lado estaba vacía. Se paró de la cama, caminó hasta el estudio, pero este también estaba vacío. 

— ¿Pasa algo? —Escuchó que preguntaban detrás de ella.

Se giró, Y observó al guardaespaldas, el cual no tenía señales de haber dormido, estaba tan despierto como si fuese de día ya. Negó y regresó a su habitación. ¿Dónde rayos estaba Justin?


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora