19.

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—Me quiero ir, me quiero ir con la niña lejos de ti. 

— ¿Cómo diablos piensas eso?

Ella sonrió tristemente y secó sus lágrimas. —Me voy a ir y me llevaré a la niña conmigo —Dijo desmontándose del vehículo y tomando a la bebé en brazos.

El hombre de seguridad del apartamento se le quedó viendo y se le acercó. Justo cuando tenía la intención de explicarle que estaba bien, escuchó a Justin gritarle “No te metas en esto”. 

Tuvo algo de suerte y las puertas del ascensor se cerraron antes de que él entrara junto a ella. Al subir al apartamento no lo vio, así que acostó la niña en la cuna y se desvistió. Caminó en ropa interior hacia el balcón y sintió que sus lágrimas volvían nuevamente a salir. No quería estar ahí, no quería estar con él. 

Ella no podía ser el tipo de chica que Justin quería, ella no podía vivir en una burbuja, jugar al papel de niña rica y pretender que todo estaba bien, no, el mundo no funcionaba así, no podía simplemente ser feliz cuando sabía que en el mundo había abusos hacia los más pobres, no cuando sabía que habían personas que no tenían ni para comer, no cuando sabía que habían personas que eran discriminadas, no cuando ella misma había provenido de ese lugar. Porque si los ricos piensan así, entonces ellos están equivocados. Todos están equivocados. 

Ella simplemente no podía ser del tipo de chicas, que si sus esposos le dicen “Salta”, ellas lo hacen sin protestar. Tenía 19 años, era joven, aun podía empezar de cero. Lo sabía. No había nacido rica y sería una vergüenza pretender ahora que no podía vivir sin el dinero de Justin. Ella era más que eso. Mucho más. 

Y ahí estaba ella, recostada en el marco de la puerta del balcón, mirando hacia la habitación que estaba a oscuras, sintiendo el silencio, sintiendo el vacío. — ¿Puedo entrar? —Escuchó que le preguntó Justin, del otro lado de la puerta de la habitación. 

— ¿Lo mereces? —preguntó sarcásticamente, recordando que esa misma pregunta le había hecho cuando le pidió tocar a Sarah. 

—No, no lo merezco —reconoció él. 

Ella caminó hasta la cama y aunque pretendía acostarse, se quedó parada en el medio de la habitación, mirando hacia la puerta, sintió como Justin se dejaba caer al piso y recostaba su cabeza de la puerta. Respiró hondo. ¿Realmente iba a acabar con todo esto? ¿Realmente lo iba a dejar y se iba a ir con la niña? 

—Por favor, escúchame… —le rogó él. —Lo he hecho mal, lo sé pero te amo… Déjame entrar… Por favor. 

Nirvana caminó hasta la puerta y contrario a abrirla, se dejó caer suavemente al piso y recostó su cabeza de la puerta. —Antes tenías tiempo para mi ¿Recuerdas? Antes no había trabajo de más ni tantos viajes, antes éramos solo tú y yo. ¿Qué pasó con eso? ¿A dónde fue a parar eso? 

—Lo siento.

—Yo no necesito que lo sientas, necesito que cambies, que cambies a como eras antes, que todo retroceda a cuando éramos solo tú y yo. Y notar que él no respondía la hizo sentir triste, suspiró. —No puedes hacerlo ¿Verdad? No puedes dejar un poco tu trabajo para estar con nosotras ¿Verdad? —Preguntó y sintió las lágrimas cayendo por sus mejillas. ¿Cuándo se había vuelto tan débil? 

—Te prometo que…

—No puedes prometer algo que sabes que no vas a cumplir. Vete de aquí, no lo arruines más —le dijo y se paró del piso. Tapó su cara con ambas manos y se tiró en la cama. Su relación estaba rota y ella también lo estaba. 

Esa noche no durmió bien, escuchó a Justin rogarle toda la noche que le abriera la puerta, que la amaba y que lo perdonara, que él iba a cambiar… Pero ella no se fiaba, lo conocía, él podía decir lo que sea con tal que ella lo perdonara. La niña se despertó en eso de las cinco de la mañana y a partir de ahí la mantuvo ocupada, cuando abrió la puerta se sorprendió al ver a justin durmiendo, sentado en el piso con la cabeza apoyada en la pared, le pasó por encima y no pudo evitar sentir algo de pena por él. 

Ella había comprado un pequeño columpio para la niña, eso le hacía la tarea más fácil, ya que podía cocinar y atender la niña al mismo tiempo. Alzó la vista y vio a justin entrar al lugar, frotándose los ojos, se arrodilló delante de la niña y empezó a acariciarle la cara. 

Ella sonrió por unos segundos y luego procedió a servir el desayuno en la mesa. — ¿No irás a trabajar? —Preguntó curiosa.

Él negó con la cabeza, sin mirarla. Lo vio pararse caminar hacia ella, pero se alejó. Luego de una hora, lo vio sentarse en la mesa, se había aseado y solo llevaba un pantalón de chándal. Él se veía realmente hermoso, pero eso no iba a disminuir el enojo, ni a arreglar las cosas. — ¿Piensas salir? —Le preguntó él. 

Ella frunció el ceño y lo observó. —Por supuesto, iré a trabajar —respondió saliendo de la cocina.

—Quería que saliéramos, por eso me quedé en casa —dijo él, caminando detrás de ella.

Nirvana se puso frente a él. — ¿Pensaste que al quedarte tú también tendría que hacerlo yo? ¿Por qué das por sentado que me quedaré aquí solo porque tu estas? 

—Yo dejé de ir al trabajo por ti.

Nirvana sintió que su furia bullía. —Yo lo dejé por ti, desde que nació Sarah no he podido hacer más que ir de vez en cuando. ¿Acaso eso no cuenta?? ¡Por favor, Justin! no seas estúpido. 

—Esto no se trata del maldito trabajo, nirvana, tú quieres ir allá porque verás al imbécil ese.

—Esto no se trata de Omar, lo sabes.

—No pierdes ninguna maldita oportunidad para estar con él. ¿Verdad? 

Ella frunció el ceño. — ¿De qué diablos estás hablando?

—Con él sí quieres estar, ¡Admítelo! Lo prefieres a él antes que a mí. ¿Acaso él es mejor que yo? ¿Es mejor padre para Sarah que yo? 

—Vamos, Justin. Es muy temprano para seguir con esto. ¿No crees? —Respondió tomando su bolso.

—No respondiste mi pregunta.

Ella suspiró y justo cuando iba a hacerlo, su celular sonó, era Omar, justin también lo notó cuando su imagen apareció en la pantalla. Nirvana tomó la llamada y lo escuchó llorar, realmente no entendió nada más que la frase “Mi papá murió” ella llevó la mano a su pecho mientras sentía que la tristeza la arropaba. Me tengo que ir —le dijo a justin, caminando de prisa por la casa. 

—No, tú no irás a ningún lado —le dijo tomándola del brazo bruscamente. Tomó el celular que ella tenía en la mano y lo estrelló contra la pared. —Tú te quedarás aquí, y más te vale que me obedezcas, nirvana. 

Ella sintió sus lágrimas caer por sus mejillas. —No puedo —respondió con la voz entrecortada. —Su padre acaba de morir, no puedo quedarme aquí.

—Ese no es tu problema —Le dijo él, apretándola con fuerza. —Es él o yo. Tú elijes.

Ella se zafó de su agarre y secó sus lágrimas. —No seas cruel, esto es un caso de fuerza mayor —le dijo y al ver que él se cruzaba de brazos y no decía nada, Nirvana se le acercó, besó su mejilla lentamente y lo observó. —Lo siento justin —dijo antes de irse.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora