95.

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Nirvana se paró de la cama y avanzó hasta el balcón de la habitación que había reservado. Sabía que tenía que deshacerse del celular, porque él debía de estar rastreándola, pero no quería estar totalmente alejada de él. Era una estúpida sensación contradictoria.

Se colocó un sweater para dormir y se tiró en la cama. La niña estaba sentada mirándola fijamente, tan solo tenía diez meses, y se suponía que a ese edad los niños no sabían del todo lo que pasaba a su alrededor, ellos no entendían, pero los ojos de Sarah reflejaban tristeza. Nirvana acarició su pelo. La niña extrañaba a su padre, eso era seguro.

La niña se le acercó y se acurrucó en su cuerpo. Nirvana sonrió. No se arrepentía de haber tenido a Sarah, ella era su pequeña cosita traviesa y la amaba tal cual.

Al otro día, aunque salió no fue lo mismo, estar en un país sola no era una experiencia divertida. Terminó comiendo comida chatarra en el hotel todo el día, vio algunas películas y las demás horas durmió. Sarah se había comportado bastante bien, ni siquiera hacía ruido. Lo único que la inquietaba era el frío que hacía, era gracioso ver a la niña abrigada de pies a cabeza. Incluso llevaba guantes color rosa.

Al caer la tarde recibió una llamada de Justin. Respiró hondo y contestó. —Escucha —dijo él del otro lado de la línea—. Te extraño —dijo lentamente—. Extraño a mi hija. ¿Eso no es suficiente para ti?

— ¿Por qué quieres que tenga un bebé, justin?

Él respiró hondo. Miró a Johnny, el cual tomaba café y esperaba poder localizar a su esposa. —Apágalo —le indicó Justin.

El chico lo observó extrañado. —No puedo rastrearla si...

—Esto que voy a decir es privado —dijo entrando al estudio, no quería hablar nada delante de otras personas. Diablos, solo nirvana conocía esa parte dulce de él. —Quiero otro niño y sí, sé que te puede sonar muy egoísta, pero me gusta tener a mano todo lo que te pueda mantener sujeta a mí. Quizás me odiarás después de esto, pero desde que te conocí lo único que he querido es encontrar la forma de que te quedes a mi lado, siento que el amor no es suficiente, porque sé que me amas, pero también estás dispuesta alejarte y no volver. No quiero eso, Nirvana. No pasé toda mi vida tratando de encontrar a la mujer ideal, para que te vayas ahora.

—No quiero perderte, no lo soportaría. Y si la única forma de que al menos lo pienses a la hora de abandonarme es teniendo bebés, entonces quiero que los tengas. ¿No te das cuenta de que todo el tiempo tengo miedo de que te vayas?

—No me iré —Intervino Nirvana.

—No te irás. ¿Entonces por qué sigues en Múnich? ¿Por qué no estás aquí? Sabes que mientes, nena. No sé cómo lograr que te quedes para siempre, necesito que me necesites, pero no lo haces.

—No sé qué más hacer para impresionarte, nada de lo que hago parece ser suficiente, y lo único para lo que realmente soy bueno es para los negocios, y ni siquiera eso te impresiona. Así que si quieres odiarme por ser un maldito egoísta porque solo quiero tenerte para mí toda la vida, adelante.

Nirvana rió. En serio, no esperaba menos de él. Ciertamente tenía que reconocer que las intenciones de Justin no eran del todo malas, lo conocía, si le daba otro hijo, él lo iba a adorar. Tal vez se había apresurado en la toma de decisiones. Desde el inicio había sabido que él era egoísta y posesivo. Pero siendo sincera. ¿Quería cambiar esa parte de él? definitivamente no.

—Te amo —dijo ella lentamente—. Y también te extraño.

Hubo un silencio en la línea. Nirvana sonrió. —Si te pidiera que vinieras por mí. ¿Lo harías?

—Por supuesto —respondió él rápidamente.

—Entonces te espero —concluyó ella y colgó el teléfono.

Cuando nirvana estuvo parada frente al avión, lo vio esperarla en la entrada con una sonrisa. Ella subió los escalones y cuando estuvo justo en frente de él sintió que algo dentro de ella se exaltaba. Él tomó a la niña en sus brazos, la abrasó, y caminó con ella alrededor del avión.

Una vez el avión estuvo en el aire, Justin sentó a la niña en el asiento y la aseguró, le hizo señas a la azafata para que se encargara de ella. Él caminó hasta donde estaba Nirvana, la tomó de la mano y la llevó a la habitación. —Tenemos que hablar —dijo sin mirarla.

Ella lo sentía por él, porque de lo único que tenía ganas era de besarlo. —Nunca —dijo mirándola fijamente—. Nunca más te atrevas a hacerme esto. Odio que te desaparezcas así.

Nirvana se acercó a él y acarició su mejilla. —Espero que no estés muy enojado.

Él rodó los ojos y lo próximo que hizo fue chocarla contra sus labios bruscamente. —Estoy ardiendo de rabia— susurró—. De lo único que tengo ganas es de castigarte.

Nirvana sonrió. — Yo también tengo ganas de eso —respondió acariciando sus labios.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora