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  —Está bien, Chris... —dijo lentamente—. Siempre está bien.

Todo parcialmente había vuelto a la normalidad, la niña volvió a la escuela, y Chris y ella al trabajo, la única diferencia era que ninguno de los tres hablaba. Sarah se encerraba en su habitación todo el tiempo, Chris trabajaba horas extras y ella no tenía nada que decir, porque ni siquiera tenía a alguien con quien hablar.

Se sentía tan cansada. La rutina la estaba matando, no tener a Sarah de su lado también, y ni hablar de su relación con Chris. Todo estaba mal. Ella se ahogaba cada día pero nadie lo notaba.

Estaba sumergida en una inmensa melancolía. No se consideraba una persona depresiva, pero tenía que admitir que empezaba a pensar que estaba presentando un cuadro depresivo. Estaba consumiendo pastillas para poder dormir. No se reconocía a sí misma.

Había llegado tarde a la reunión de padres, era su culpa, últimamente estaba olvidando todo. Sarah estaba cruzada de brazos, esperándola.

Nirvana ni siquiera hizo un esfuerzo por sonreír, cada vez que veía que estaba arruinando las cosas, se le aguaban los ojos, y quería encerrarse en algún lado a llorar. Sabía que estaba siendo débil, pero no podía controlarlo.

—Lo siento mucho —dijo poniendo una sonrisa falsa en su cara.

La maestra de Sarah asintió. —Ya hemos dicho todo lo que teníamos para decir... Pero no se preocupe, no hay ningún problema con Sarah. Todo está bien.

Nirvana asintió. —Es una suerte —dijo lentamente.

—Excepto por algo —dijo la maestra—. Me preocupa que la niña invente historias, hace que los demás niños se inquieten.

— ¿Qué historias?

—Ella dice que su padre tiene un avión, y dice muchas cosas más, no creo que sea bueno dejar que los niños mientan.

Nirvana frunció el ceño. —Su padre tiene un avión —afirmó.

La maestra alzó las cejas. — ¿Quién es su padre? —Preguntó curiosa.

Ella justamente le iba a responder, pero vio a Sarah correr disparada delante de ella. Supuso que había visto a Justin, y cuando giró la cabeza, no se había equivocado.

La maestra abrió la boca rápidamente y luego la cerró. — ¿Él es su padre? —Preguntó asombrada.
— ¿No nota el parecido? —Preguntó Nirvana sonriendo.

Justin las invitó a ir a cenar, pero Nirvana se negó. No tenía ánimos para nada.

— ¿Qué te pasa? —Preguntó él, acariciando su brazo—. Estás muy triste.

Ella tragó forzado, ni siquiera sabía que decir. — Estoy.... —Empezó a decir, sintiendo que algo dentro de ella se rompía—. Estoy bien.

Él asintió. —Cuando quieras dejar de fingir... Sabes donde encontrarme —le dijo dándole un beso en la mejilla, y alejándose con Sarah.

Cuando llegó a la casa encontró todo apagado. Justamente caminaba hacia el interruptor, cuando sintió que alguien tapaba sus ojos. — Sorpresa —susurró Chris, ella saltó del susto.

Encendió las luces, y llevó su mano hasta el pecho. — No hagas eso —dijo sonriendo—. ¿Estás loco? —preguntó.

Él asintió acercándosele. —Por ti —respondió abrasándola con fuerza—. ¿Por qué no bailamos?
Ella negó. — ¿Estás loco? —preguntó alzando las cejas, pero antes de poder evitarlo, él encendió la radio, y para su entera mortificación, estaba sonando una salsa de Celia Cruz.

—No bailo —dijo alejándose, pero él ya estaba bailando. Solo fue cuestión de tiempo para que ella aceptara su mano y se empezara a mover al ritmo de la música. Bailar no se le daba muy bien, pero Chris era todo un experto.

Su risa era contagiosa, ¿Y para qué negarlo? Se estaba divirtiendo. Una canción, y luego otra, y luego Marc Anthony, y después música tecno. Tardaron al menos una hora y media moviéndose en la sala. Él preparó bebidas que ella no pudo negarse a tomar.

Y después del baile, y la bebida, terminaron haciendo el amor en la alfombra. Ella besó su pecho. — Lo tenías todo planeado —susurró con una sonrisa.
—Lo necesitabas —dijo él, abrasándola.

Ella asintió. —Es cierto.

Recibió a Sarah muy temprano en la mañana. La niña estaba muy bronceada. —Papá me llevó a la playa —dijo sonriendo—. Me estaba enseñando a nadar.

Nirvana sonrió. —Eso es genial —dijo sinceramente. Tenía ganas de abrazarla pero se habían distanciado, y no quería terminar triste si ella la rechazaba.

La niña se quedó observándola unos segundos. Alzó su brazo. —Mira mami, no perdí mi pulsera.

Nirvana se mordió el labio para no llorar, pero falló. Dos lágrimas resbalaron por sus mejillas. —Yo tampoco he perdido la mía —dijo enseñándole su pulsera—. No la perderé nunca.

Sarah la tomó de la mano y la llevó hasta su habitación, cerró la puerta y la observó. —Papá me dijo que si estabas triste, dijo que te abrazara mucho.
Nirvana sonrió. —No estoy triste... Estoy feliz de tenerte de vuelta. Te extrañé anoche.

La niña sonrió. Encendió la tv y se metió en la cama, Nirvana hizo lo mismo. No podía evitar el vuelco que daba su corazón al ver a su hija acurrucarse contra ella de la forma más tierna posible. —Te quiero —dijo la niña lentamente.

—Yo también, mi amor.

Nirvana estaba organizando la cocina, cuando escuchó a Chris entrar. — ¿Por qué no compramos un auto nuevo? —preguntó él, sentándose en la meseta.
—No tenemos dinero para eso —respondió ella, sin mirarlo.

—Por supuesto que tienes.

Nirvana negó. —El dinero de Sarah no cuenta. Solo lo utilizaré para ella. Es lo que su padre quiere. Además... Pronto crecerá y tendrá que ir a la universidad, y eso es costoso.

— ¿Qué te hace pensar que su papá no pagará sus estudios independientemente del dinero que deposita en tu cuenta bancaria?

Eso era cierto. Pero se negaba a ser una dependiente de Justin. Se habían separado, ella trabajaba y tenía su propio dinero. —Chris... ¿Qué me estás pidiendo? —Preguntó mirándolo—. ¿Quieres que saque dinero de su cuenta para comprarte un auto?

Él asintió con una sonrisa. —No estaría tan mal.
Ella se quedó observándolo. Respiró hondo y finalmente aceptó.

Incluso la misma Sarah se sorprendió al ver el Audi rojo. Era increíble cómo lo había comprado al contado y aun así, su cuenta seguía con una cifra bastante elevada.

Esa noche, Nirvana se quedó en la habitación con Sarah, la niña por alguna extraña razón estaba desanimada. — ¿Por qué estás triste? —Le preguntó Nirvana besando sus pequeñas manos—. ¿No te gustó el auto?

Sarah asintió. —Se parece al carro que tiene papá.
Ella asintió. —Es casi igual a uno de él.

—Chris tiene un carro como papá... —dijo lentamente—. Pero no es papá.

Nirvana sintió que su corazón se encogía. Asintió lentamente. —Tienes razón. Él no es papá, pero también te quiere.

La niña negó. —Él no me quiere, yo tampoco lo quiero. Él solo te quiere a ti, y yo también.

Eso la hizo sonreír. —Y yo los quiero a los dos.
— ¿Y a papá? ¿Quieres a papá? —Preguntó mirándola fijamente.   


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora