58.

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—Voy a Brasil por unas pocas semanas. 

Nirvana sintió que algo dentro de ella se agitaba. — ¿Cuándo te vas? —Peguntó tristemente.

—Mañana.

Eso la hizo sonreír. ¿Por qué él tenía la mala costumbre de avisarle que se iba de viaje justo un día antes de hacerlo? 

—Gracias por avisarme —dijo sarcásticamente.

Él acarició su mejilla. —No quería comentarte nada hasta que fuera seguro. Tengo que arreglar personalmente algunas cosas, cielo. No puedo dejar de ir.

Ella asintió. Sinceramente no sabía que otra cosa hacer. —Duerme conmigo esta noche —le dijo tomándole las manos. 

Ella asintió. Una cosa era dormir separados y otra muy diferente era saber que él no estaría en el país. —Vamos a la cama —le dijo ella, caminando hasta la habitación de invitados, tomando a Sarah y entrando a la habitación principal. 

Vio a justin hacerle gracia a la niña en la cuna, su corazón se encogió de tristeza. La imagen de ellos sonriendo era muy tierna. Lo vio meterse a la cama y mirar al techo, nirvana no resistió estar lejos de él y se acurrucó en su pecho. — ¿Las cosas en la empresa van muy mal?

Él acarició su espalda y besó su frente. —Nada que no se pueda arreglar, me encargaré personalmente de todo. Tengo que viajar a las 8 am, Augusto me llevará al aeropuerto. 

Ella asintió y lo abrasó con fuerza. No quería que llegara el otro día, quería quedarse en ese momento, así como estaba, abrazada a él. —duerme, princesa. 

Sintió las manos de justin vagar por su cuerpo, abrió los ojos rápidamente, él estaba vestido con un traje gris y camisa azul cielo. —Despídete de mí —le dijo, sonriendo, pero ella podía notar que estaba triste.

Se paró de la cama y lo abrasó. —Vuelve pronto —dijo tristemente. Se acercó a sus labios y lo besó, hubiera preferido lavarse los dientes antes de hacerlo pero no había tiempo. —Pórtate bien ¿Si? 

Ella asintió. — ¿Tengo elección? —Preguntó.

Él frunció el ceño. —Nirvana... Hablo en serio, por favor

Ella respiró hondo. Rodó los ojos y fingió una sonrisa.

Eso lo hizo sonreír. —Cuando vuelva... —dijo besando su clavícula—. Hablaremos. Lo prometo. 

Ella le dio un beso en la mejilla. — Adiós. 

Él se separó de ella y salió, pero regresó y la observó. —Te amo —le dijo con una sonrisa triste.

Ella saltó de la cama y caminó hasta él, lo abrasó fuerte. —Yo también te amo.

Nirvana pensó que las cosas mejorarían un poco, y realmente no se estaba equivocando, sin Justin en casa las cosas eran menos tensas, los guardaespaldas la dejaban moverse libremente, tanto dentro como fuera de la casa. Por cuestiones de seguridad no regresó al trabajo. Eso sería pasar el límite. 

Los días empezaron a transcurrir de modo tranquilo, él no la llamaba, pero eso en vez de hacerla sentir triste por alguna extraña razón la aliviaba. Sin él en casa las cosas tomaron nuevamente su rumbo, ya no había lágrimas, ni peleas, ni disgustos, todo era paz absolutamente paz. 

Sarah había cumplido seis meses y se asombrara por todo lo que ya podía hacer, podía decir mami, pero cuando trataba de hacerla decir papi, la niña no lo hacía. No sabía si era pura coincidencia o se trataba del hecho de que tenía al menos dos semanas sin saber de Justin. 

Era tan triste saber que solo en su ausencia ella podía ser feliz, claro... hablando del Justin en que se había convertido, porque sinceramente extrañaba al viejo justin, al justin cariñoso, al Justin comprensivo, al Justin divertido. 

Él le dijo que se iría por unas semanas, pero ella nunca le preguntó a cuantas se refería, al parecer serían más de tres. — ¡Vengan a comer! —Gritó. 

Aurelio y Augusto caminaron hasta la cocina. Sí, ahora sin Justin ellos interactuaban con ella, y se podían considerar amigos, todos comían cada día juntos, ellos no se movían de la casa y eso de algún modo la hacía sentir segura. — ¿Todo bien? —preguntó Aurelio. 

Ella asintió. —Todo bien —respondió concentrándose en comer.

Su apetito había vuelto, incluso había ido al gimnasio algunas veces, los guardaespaldas hablaban con Justin, pero ella no sabía qué exactamente le decían, y mucho menos le importaba. Eran las diez de la noche, estaba cansada, había ido a correr, luego al supermercado y finalmente había cenado fuera de casa, había estado con Sarah todo el tiempo, la niña no le quitaba las manos de encima para nada. 

Escuchó su celular sonar y como estaba vistiendo a Sarah para dormir, lo puso en altavoz—. ¿Sí? —Dijo caminando hasta el armario, ahí guardaba mucha ropa de su bebé.

—Hola —escuchó decir del otro lado de la línea.

Su corazón dio un vuelco al ver que la voz pertenecía a Justin. —Nirvana ¿Estás ahí? 

—Si —respondió ella caminando hasta la cuna con la batica de Sarah en la mano. — ¿Estás bien? —preguntó él, y nirvana pudo notar que sonaba cansado o tal vez era triste. 

—Todo bien —respondió parando a la niña para introducirle la bata—. Escucha, no podré volver en esta semana, algo salió mal y me tomará más tiempo. 

Ella le sonrió a Sarah y respiró hondo. —Está bien —respondió. Realmente se había acostumbrado a estar sin él. Así que... ¿Qué importaba que tardara una semana más?

Sarah estalló en carcajadas cuando nirvana le hizo cosquillas. —Solo... quería que lo supieras —lo escuchó decir.

—Está bien. Tómate el tiempo que necesites, Sarah y yo estamos bien, no te preocupes por nosotras.

Hubo un silencio de algunos segundos. —Adiós —lo escuchó decir.

—Adiós, justin —respondió nirvana acostando a Sarah.

No se esforzó en colgar la llamada, tenía ambas manos ocupadas. — ¿Justin? —escuchó que preguntó una mujer. Nirvana frunció el ceño, nunca había escuchado esa voz, tomó el celular y notó que él no había colgado. 

—Déjame en paz —respondió él.

—Justin... has estado aquí encerrado desde que llegamos, deberíamos divertirnos un poco, no todo es trabajo... Bajar al bar te hará bien, te lo aseguro. 

Nirvana sintió un nudo en la garganta. ¿Quién diablos estaba con Justin? pero luego pensó que podría ser cualquiera, incluso una secretario o parte del staff de trabajo. Trató de no darle importancia pero no pudo. Se sentó en la cama con el celular en las manos deseando que Justin no se diera cuenta de que ella seguía escuchando.

— ¡Te dije que no quiero! —Gritó él, enojado—. Sal de mi habitación. Si hubiera querido divertirme ya lo hubiera hecho.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora