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Al medio día recibió una carta, era extraño provenía desde el ministerio de educación del estado, eso la hizo fruncir el ceño. Dejó la carta unos segundos en el escritorio sin saber qué hacer, es decir, parecía tarea fácil, solo abrir la carta y leer lo que decía pero ¿Qué decía la carta?

Cerró los ojos y abrió la carta lentamente. Leyó pausadamente su contenido, y sintió que su corazón saltaba de su pecho, volvió a cerrar los ojos, solo que esta vez en vez de sentir preocupación, sentía felicidad.

Vio a Omar entrar a la oficina y no pudo disimular las lágrimas que salían por sus ojos. — ¿Qué te pasa? —Preguntó él preocupado.

—Hay un programa selectivo del gobierno, en el cual puedes hacer todos los niveles de secundaria en un solo año.

Omar alzó las cejas. — ¡Eso es genial! —Exclamó con una sonrisa.

—Me pregunta que si quiero participar. Voy a poder ir a la escuela y luego a la universidad —dijo ella secándose las lágrimas.

Él frunció el ceño. — ¿Por qué te llegó esa carta? Quiero decir...

Ella sonrió. —Conocí a la ministra de educación y le dije que nunca había ido a la escuela, y ella me comentó que conocía a varias personas que actualmente servían como intermediarios para mejorar la vida de los demás y tampoco habían terminado la escuela.

—Felicidades —dijo Omar caminando hasta ella y abrasándola.

Nirvana lo abrasó de vuelta, tomo su bolso. —Tengo que decírselo a Justin —dijo saliendo prácticamente corriendo de la oficina.

—No has llegado y ya te vas —escuchó que dijo Laura, pero lo que ella pensara era lo que menos importaba en ese momento.

Entró a las instalaciones de la empresa en la ciudad, todos empezaron a actuar de forma extraña, suponía que era por dos razones: Porque era la esposa de Justin y porque casi no visitaba el lugar.

Cuando llegó a la última planta, salió del ascensor y entró directamente en la oficina de su esposo, notó que la secretaria trató de detenerla, pero finalmente se quedó parada a medio camino al reconocerla. Nirvana cerró la puerta detrás de ella, Justin no la notó, levantó la taza de café y la llevó a sus labios sin despegar los ojos de la laptop.

Ella se acercó lentamente hasta su gran escritorio. Él alzó la vista, y ella sonrió al ver la sorpresa en sus ojos. —Nirvana —dijo en un susurro—. ¿Pasa algo malo? —Preguntó.

Ella negó y se sentó en sus piernas, alzó la carta y la leyó detenidamente. —Eso es genial, preciosa. Felicidades.

Nirvana se acurrucó más entre sus brazos y cerró los ojos al sentir que él la abrasaba con fuerza y besaba su pelo.

El día fue realmente especial, y concluyó con una cena en un restaurante, su corazón se apretaba de pura felicidad al saber que las cosas estaban tan bien entre ellos. Sentía una plena felicidad, era como una emoción puramente verdadera. —Te amo —le dijo a Justin, porque en verdad lo hacía, sin medidas. Todo el amor que podía sentir por un hombre lo recibía su esposo, y eso la hacía inmensamente feliz.

El mes de diciembre entró con altas expectativas, se había reunido con la ministra de educación, era lunes, primer día de clases, había programado sus horas en el trabajo, asistiría a partir de las cinco de la tarde, que era casi exactamente a la hora que finalizaban sus clases.

La universidad estatal había prestado sus instalaciones para el programa, así que ahí estudiaría con las demás personas que estaban en su situación. Cuando entró al aula se sentó en la primera fila, había alrededor de quince personas en el programa, todos los demás eran mayores que ella.

Rebuscó en su bolso, tratando de encontrar su libreta y bolígrafos. Escuchó la voz de un hombre y eso la hizo alzar el rostro, su vista conectó con unos ojos negros bastante hermosos. — Mi nombre es Christopher González —dijo el chico que aparentaba tener no más de veintinueve años. —Seré su profesor de literatura. Él no le quitó la vista de encima y eso por alguna extraña razón la hizo sentir extraña. 

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora