137

934 45 0
                                    

Nirvana observó con tristeza la lápida de su padre. Había llovido un poco, pero ella se había quedado parada en el mismo lugar. —No saben nada de nosotros— dijo encogiéndose de hombros—. No saben todo lo que pasamos juntos. ¿Qué derecho tienen de reclamar algo ahora?

—No lo entiendo, papá. No tuvieron compasión de una pobre niña huérfana, ¿Por qué tendría yo que tenerles compasión ahora? Es tan extraño —dijo cruzándose de brazos—. Siento este dolor aquí, en el pecho, que me quema y no me deja respirar, que me empuja a ser una persona que no soy.

Ella cerró los ojos. —He cambiado tanto, papá. Me temo que no estarías orgulloso de mí al saber que finalmente siento todo lo que los demás sienten, odio, rencor. Nunca pensé que llegaría a sentir nada de eso. Ya no quiero ayudar a nadie, porque ni siquiera sé si me pueda ayudar yo misma.

—Solo me interesa Sarah, solo velo por ella. Lo demás no me importa. Soy tan mala persona —dijo arrodillándose y tapando su boca, para sofocar los sollozos—. Soy una mala persona —repitió.

Sintió que alguien la ayudaba a levantarse. —No eres una mala persona, cielo. Lo sabes —escuchó que dijo Justin—. Eres fuerte y tu padre estaría muy orgulloso de ti si te viera ahora mismo.

Ella negó, llorando. —No es cierto. Me estoy pareciendo a ti, estoy dejando que la ira se apodere de mí.

Él la abrasó. — Tú nunca serás como yo. Eres demasiado buena, aun lo intentaras no podrás parecerte a mí.

Ella se quedó en sus brazos, sollozando. —No puedes parecerte a mí. Tú y la niña son lo más lindo y puro que aún me queda. Tú eres mi lado bueno.

Ella caminó a su lado y cuando casi subía al auto, vio a Sarah correr hasta ella. —Mami —sollozó la niña. Nirvana entró con ella en la parte trasera del BMW. Sonrió al ver que ella estaba en pijamas, con las pantuflas de princesa que Justin le había traído de uno de sus viajes a Holanda.

Sentó a la niña en sus piernas y la abrasó por un largo rato. Ella sollozaba en su pecho. —Lo siento, bebé —le dijo Nirvana acariciando su melena roja.

— ¿Tienen hambre? —Preguntó Justin.

Ambas asintieron. Él entró a McDonald's y luego en el asiento trasero, con bolsas para cada uno.

— ¿Cómo me encontraste? —Preguntó Nirvana mirándolo.

Él se encogió de hombros. —Nada te ata a la ciudad, así que solo pensé en tu padre...

— ¿Y Sarah? —Preguntó mirando a la niña comer.

—No podía dejarla con él, no sabía si tendría éxito buscándote, además la niña estaba muy triste.

Ella suspiró. —Gracias.

— ¿Por qué? —Preguntó él.

—Por cuidar de ella, la abandoné y no debí hacerlo.

Él se acercó a ella y la abrasó. —Haría lo que sea para mantenerlas a salvo —dijo besando su cabello.

Justin condujo en silencio hasta llegar a casa. Llevaba a la niña en brazos, porque estaba dormida, la acomodó en su habitación y la observó unos segundos. Ella era todo lo que le quedaba.

Salió a la sala, y solo pudo asentir en dirección a Christopher, Nirvana estaba en sus brazos llorando, ni siquiera notó cuando él se fue.

Después de todo, en algo sí se había equivocado:

Estaba más solo que nunca. 


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora