117.

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  — ¿A dónde vamos? —Preguntó con el ceño fruncido.

—Es una sorpresa —respondió él acariciando su mano.

Nirvana frunció el ceño al ver que se adentraban a un camino que no estaba asfaltado, notó que había un enorme portón, Justin solo dijo su nombre, y el hombre de seguridad le brindó una sonrisa, antes de que se abrieran las grandes puertas, revelando un complejo de cabañas, había al menos siete en forma de circulo.

Él aparcó enfrente de una, y ella pudo notar que había una camioneta estacionada en el mismo lugar.

— ¿Qué estamos haciendo aquí? —Preguntó bajando del BMW.

Justin rodeó el auto y la tomó de la mano. —Pasaremos el fin de semana aquí —dijo haciéndola entrar a la cabaña. Ella estaba lista para arroparlo con todas las preguntas que rondaban en su cabeza, pero antes de poder abrir la boca, vio a Augusto parado en el medio de la sala con Sarah en sus brazos, la niña lloraba y al verla, extendió sus brazos para ir hacia ella.

Nirvana la tomó en brazos y la abrasó con fuerza, beso sus mejillas y le brindó una sonrisa, mientras acariciaba su pelo rojo. —Mami está aquí —le susurró para tranquilizarla, observó la pequeña maleta que estaba al lado de Augusto.

—Pensaste en todo —dijo alzando las cejas.

Justin se acercó a Augusto, y le dijo algo que ella no pudo escuchar, él se despidió de ella y se marchó de la cabaña. Nirvana empezó a caminar por el lugar, se veía muy confortable, los muebles eran de color gris, y contrarrestaban con los cuadros que estaban colgados en las paredes, eran abstractos pero al mismo tiempo daban cierto conforte, de una forma extraña, claro.

Le echó un vistazo a la pequeña cocina, y caminó por el pasillo hasta la única habitación que había en la cabaña, era bastante grande, tenía incluso una chimenea eléctrica, la cama era gigantesca, había un librero y un pequeño escritorio, y había un enorme plasma de ochenta pulgadas aproximadamente.
Se sentó en la cama, y miró por la ventana de cristal que tenía a su izquierda, todo afuera se veía lindo, pero ¿Cómo no serlo? Era casi navidad, todo era lindo en navidad.

— ¿Estás bien? —escuchó que preguntó Justin.

Ella no respondió. Quería decir algo que no fuera totalmente mentira, porque sabía que él se estaba esforzando en hacerla sentir bien, y no estaba enojada con él directamente, pero estaba triste... Muy triste.

— ¿Por qué no te acomodas en lo que busco algo para cenar?

Nirvana frunció el ceño, apenas eran las seis, pero no discutió su punto, buscó la maleta y se metió al baño, llenó la tina con agua caliente, y se introdujo en ella con la niña, se quedó unos minutos pensando en todo lo que había pasado.

Realmente el bajón en su estado de ánimo se debía a Laura, no podía engañarse a sí misma y pretender que no era su madre la causante de la terrible depresión en la que se estaba sumergiendo.

Cuando Justin entró a la habitación, una hora después Nirvana se encontraba sentada en la cama abrasando sus piernas, mientras observaba a Sarah jugar con una pequeña almohada. Él se sentó a su lado y acarició su espalda. — ¿Tienes hambre? —Preguntó besando su hombro.

Ella negó tristemente. Un pensamiento rondaba en su cabeza, aunque Laura se había comportado como una verdadera perra con ella, tenía que admitir que muy en el fondo por alguna razón que no entendía, no quería que ella perdiera su trabajo.

Eso era lo único que ella amaba, Nirvana tenía una familia y todo lo que quisiera, pero Laura solo amaba su trabajo, y justamente eso le había quitado. De alguna forma se sentía mal al hacerle eso, no justificaba sus acciones, pero al menos quería sentirse en paz consigo misma, y devolverle el trabajo por alguna razón la había sentir mejor.

—Justin —susurró mirándolo fijamente—. ¿En verdad despediste a Laura?

Él frunció el ceño y acarició su mejilla, Nirvana no pudo evitar sentir que se rompía en mil pedazos, sus lágrimas salieron sin ser llamadas. —No hagas esto, Cielo... —le susurró él—. No te sientas culpable por ella.

—Es que... —empezó a decir con los ojos cerrados.

—No —le dijo él acariciando sus labios—. No eres la culpable de esto.

Nirvana negó. —Siento que le he quitado lo único que ha querido en la vida, no puedo permitir que...

—Yo soy el culpable de que ella no tenga trabajo. Repítelo.

Nirvana negó. —No lo entiendes.

—Dilo, Nirvana.

Ella lo observó. —Eres el único culpable de que ella no tenga trabajo —dijo tristemente.

Él la obligó a acostarse en la cama, ella se acurrucó en las almohadas y miró a través de la ventana como la oscuridad arropaba el hermoso lugar en el que estaba, cerró los ojos, y se concentró en dormir, talvez cuando despertara se sentiría mejor.

Dos horas después, abrió los ojos y se paró de la cama, estaba sola, salió de la habitación, y justo cuando pretendía hablar, escuchó la voz de Justin, aparentemente hablaba por teléfono, él aún no estaba en su campo de visión, así que caminó mucho más despacio para entender lo que decía.

—...Refuerza la seguridad, para eso te pago. No quiero que ella vuelva a acercarse a la casa, no quiero que vuelva a hacer lo que hizo, fue solo suerte que Nirvana estuviera tomando clases, Augusto.
Ella frunció el ceño. ¿Qué? ¿Qué había pasado en su ausencia?   


Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora