102.

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Una semana pasó antes de que ella volviera al trabajo. Omar finalmente se había acostumbrado a su cambiante horario, es decir, iba a veces, a veces no. —se acabaron las vacaciones —dijo con una sonrisa, quitándose los lentes de sol.

Omar sonrió. — ¿Las disfrutaste? —Preguntó.

Ella lo miró y rodó los ojos. — Sabes que quería estar aquí —respondió sacándole la lengua.

En ese instante Laura entró en la oficina, sus ojos se conectaron, solo que esta vez Laura no la observaba con odio, ni rencor, ni mucho menos tenía esa mirada de "Soy mejor que tú", solo la observaba fijamente. Como asegurándose de que era real.

Bien. Eso era extraño.

— ¿Qué pasa? — Preguntó Nirvana de mala gana—. ¿Ya tienes otra razón para que me vaya de aquí?
Laura se quedó en silencio. La vista se dirigió a Sarah. Había llevado a la niña, porque pretendía ponerle unas vacunas cuando saliera del trabajo. — ¿Es tu hija? —Preguntó Laura lentamente.

Nirvana asintió. —Lo es —confirmó.

— ¿Puedo cargarla? —Preguntó tristemente.

Nirvana negó rápidamente. —Por supuesto que no —dijo parándose de su asiento—. Y si no tienes nada importante que decir, es mejor que te vayas —dijo con la puerta sujeta para que ella pasara.

Laura retrocedió y salió en silencio.

Omar la observó con el ceño fruncido. —Eso fue raro. Ella estuvo revisando tus papeles.

— ¿Qué papeles? —Preguntó Nirvana.

—Los personales, solo que no dijo por qué lo hacía.
Nirvana sintió algo dentro de ella moverse, era como un mal presentimiento. Uno muy grande.

Después de llevar a Sarah al hospital, fue al apartamento. Estaba exhausta, la peor parte de restaurarse en el trabajo, era que tenía que revisar todos los documentos para saber qué había pasado mientras no estuvo presente.

Sarah estaba dormida en sus brazos. Ella acarició su diminuta espalda, llevándola hasta su habitación, y acostándola en la cama. Caminó hasta el balcón de la habitación y puso ambas manos en la baranda. Miró la luna. Todo estaba tan tranquilo. Le gustaba que todo estuviera de esa forma. Noches tranquilas. Justin siendo tierno. Ella siendo feliz.

Sintió dos manos en su cintura, y casi saltó del susto, la colonia de Justin penetró todos sus sentidos, sonrió al sentir sus besos en el cuello. — ¿Estuvo bien tu día? —Preguntó ella.

Él posición ambas manos en su vientre y empezó a acariciarlo. —Todo bien —respondió.

— ¿Cuánto tiempo tardarás para darme otro bebé? —Preguntó él, abrasándola fuerte.

—Pronto —respondió nirvana mirando al frente. Realmente solo estaba esperando que Sarah cumpliera un año y algunos meses para complacerlo. En el fondo de su corazón también quería tener a otro niño.

Ella se giró y lo besó, lentamente empezó caminar con él hasta la cama, ambos se desnudaron y se metieron debajo de las sabanas. Ella se acurrucó contra su cuerpo. —No quiero que nadie arruine esto —dijo ella trazando pequeños círculos en su pecho.

Él tomó su mano y la llevó a sus labios. Nirvana empezó a cerrar sus ojos, estaba cansada. Escuchó sus palabras dulces antes de caer rendida. Era una bonita forma de conciliar el sueño.

Nirvana entró a la oficina de Laura, odiaba hacerlo. Francamente, odiaba todo contacto con ella. —Veo que faltas mucho al trabajo —dijo ella sentada en la gran silla de cuero negra, detrás del escritorio. Se veía poderosa, más porque tenía mucha confianza en sí misma.

—Solo vine a entregarte esto —dijo señalando el expediente que tenía en la mano—. Pediste copia de las ultimas becas, aquí están —agregó dejándolo en el escritorio.

— ¿Piensas que realmente puedes pasar por encima de todos? —Preguntó ella.

Nirvana sonrió. —Esa pregunta debería hacértela yo —respondió—. Solo espero que termines tu trabajo aquí y te regreses a Brasil.

Laura sonrió. — ¿Qué te hace pensar que regresaré a Brasil? —Preguntó con una ceja arqueada—. Justin me quiere aquí de forma permanente.

Y nirvana notó la forma subjetiva en la mención de la última frase. —Tenerte de forma permanente aquí sería una maldita tortura, ¿No notas que nade te quiere aquí?

Laura se encogió de hombros. —No estoy aquí para agradarle a nadie, fui a la universidad y estudié para ser lo que soy. Yo sí que merezco este puesto. No solo me acosté con un hombre y obtuve todo su dinero, como tú lo hiciste.

Nirvana tragó forzado. —No sabes en las circunstancias en las que Justin y yo nos conocimos.

—No hace falta. Se te nota lo caza fortunas por encima de la ropa.

—No sabes lo mucho que te detesto —dijo nirvana—. No te imaginas las ganas que tengo de que te caigas por las escaleras y te partas una maldita pierna.

Notó que la puerta se abría, era David, el gerente de la empresa. —Tengo que hablar contigo, Laura —dijo lentamente.

Nirvana salió de la oficina, no solo la odiaba, la mega-odiaba, la ultra-super-mega-odiaba.

En la tarde, en vez de ir a casa, fue a casa de Omar, Amanda e Irene estaban preparando un pastel, Nirvana ayudó a decorarlo, celebraban que Irene había conseguido trabajo como asistente de un contable en una empresa.

Cenar con ellos era bastante divertido, Omar no paraba de hacerla reír con sus chistes, ella se paró de su asiento cuando acabaron y de comer y ayudó a Amanda a lavar los platos. — ¿Y... Cómo van las cosas en el trabajo? —Le preguntó.

—Cuando Laura se vaya te diré —respondió Nirvana.
Eso hizo reír a Amanda. — ¿Qué pasó con la chica que no guardaba odio en su corazón? Puedes intentar que te agrade.

— ¿Cuál es tu interés en que me lleve bien con Laura? ¿Pasa algo con ella que yo no sepa? —Preguntó Nirvana cruzándose de brazos.

Amor Destructivo II (Disponible en físico & PDF) Links en bio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora