¿Caída de los Vulturis?

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¿El amor lo puedo todo o no?

Ella lo observó unos segundos, parecía que estaba durmiendo recostado en esa inmensa cama con dosel, con gran angustia y su justa dosis de alegría, pronunció su nombre...

- Edward -

- Leah -

- ¡Estoy muy decepcionada de ti! - Su loba estaba infinitamente extasiada de verlo bien, pero Leah estaba muy dolida, más haya de la imprimación, lo que sentía por él era inimaginable, no soportaría estar lejos, pero tampoco quiere convertirse en una sombra de lo que es, por perseguir a alguien que no quiere estar para ella, capaz que su destino era ser su amiga, protectora o consejera, a veces las grandes historias de amor no estaban escritas para uno, capaz que quedarse con el corazón roto, era mejor que sufrir una eternidad al lado de una persona que no te quiere.

- Leah ¿Porque no puedo escuchar tus pensamientos? - Cuestionó Edward anonadado, David no están por ningún lado, para bloquear su poder.

- De todo lo que me puedes decir ¿Me preguntas eso? - Las lágrimas de Leah recorrían su rostro como ríos silenciosos.

Edward estaba aturdido, él no poder escucharla lo tenía perdido, siempre en mayor o menor medida tenía acceso a los pensamientos de su esposa, ahora que estaba en arenas movedizas no tenía ninguna pista del curso a seguir.

- Severus nos regaló el don de la privacidad, la mayoría aprendimos el arte de la oclumancia con él, fue difícil pero Alex y yo fuimos alumnas aplicadas -

Reconocía que era la pregunta más tonta que podía hacerle, pero su presencia en la fortaleza Vulturi lo impactó y preocupó ¿Un vampiro puede alucinar? Era imposible para ella franquear los muros de la realeza vampirica, puso atención a las voces que todavía podía oír, estaban bastante alejadas de la habitación que le asignaron, además de escucharse un verdadero caos en la cabezas de esos vampiros, lo único que podía sacar en limpio, es que la cámara principal estaba cerrada a cal y canto, y  todos ellos esperando en las puertas de acceso por respuestas.

- Tu familia te vino a rescatar, espero y disfrutes de tu libertad - Exclamó Leah después de arrojarle el anillo de bodas.

- Leah ¡Espera! -

- Ya me cansé de esperar - Con los trocitos de alma que le quedaban salió regía de esos aposentos

Edward está destruido, no puede creer que por su cobardía y estupidez, este por perder, lo único que le importa en el mundo.

Leah siguió caminando sin mirar atrás, sabiendo que Edward la estaba siguiendo, no sabía si clavarle una estaca al corazón por acosador o escuchar la explicación que esperaba que tuviera.

- Sabes lo peligroso que fue entrar y salir como si nada de este palacio -

- No más peligroso que enamorarme de alguien como tu -

- ¿Podrías dejar las garras de lado y escucharme? _

- Sabes ninguna explicación te va redimir, perdiste mí confianza cuando me abandonaste, sea por la razón que sea estuviste una semana lejos cuando te necesitaba -

- Tuve miedo de todo lo que podría salir mal, de perderte -

- Pero que linda manera de perderme igual - Exclamó girándose un poco mientras sufría un leve mareó.

Edward la sostuvo levemente de los hombros, hasta que Leah apoyó todo su peso en él.

– ¿Estás bien? ¿Que te pasa? –

–  No como hace bastante y él bebé me está reclamando ¡No te atrevas a darme un sermón! -

- Vamos - Dijo el escuetamente Edward.

El Doctor CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora