La adoración de amar

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En un auto con destino incierto iban Paul, Dafne, Quil y Alana.

- ¿Esto equivale a un secuestro? - Pregunto Quil mientras velaba el sueño inquieto de la pequeña Alana.

- La niña está a nuestro cargo, tenemos papales que nos respaldan, hechos por el abogado de Jasper, quédate tranquilo - Contesto Dafne atenta a la ruta.

- ¿Entonces porque huimos? -

- Porqué él malnacido que no merece respirar, no deja de buscar a la niña en todo el Estado -

- Alana tiene quemaduras de cigarrillos en la espalda, tres huesos rotos sin soldar bien, Edward no puede estar cerca cuando tiene pesadillas - Edward había sido muy específico sobre lo que sufrió Alana a manos de su padre.

- Lamento decirte que no podemos simplemente matarlo - Exclamó con pesadez Dafne.

- Claro nosotros somos los buenos - Dijo Quil velando el sueño de su protegida, ya había perdido el año en el instituto, ya el siguiente se pondría al corriente, ahora lo único importante era la felicidad y bienestar de esa niña que sufrió demasiado para su corta edad.

Dafne sonrió, ninguno estaba de acuerdo con ella, es que las cosas no son simples, el peso de matar aunque sea por un bien mayor siempre tiene su carga, lo había aprendido de su madre las pocas vidas que tomó en el campo del deber siempre las llevaría con ella, en cambio alimentarte de una basura solo te puede dar indigestión, Seth estuvo muy feliz cuando le recomendó llevar a su novio a comer alacrán, esperaba que no le cayera muy pesado a Benjamín.

Mientras Quil y Dafne discutían los pormenores del asunto, Paúl dormía profundamente, a él le tocaba el siguiente turno al volante, no tenían suficiente para viajar en avión, además un viaje por carretera tenía su encanto, la niña estaba encantada con sus niñeras, pero lloraba por Rose y Emmett, tenía muchas pesadillas y llegado un punto no sabían cómo contentarla, Rose la había dejado a su cargo de ellos, pero sentían que después de tres días en que Alana quería dormir con el celular porque su Rose y Emme estaban ahí, decidieron que era prioridad número uno reunirlas de nuevo.

Mientras Quil y Dafne discutían los pormenores del asunto, Paúl dormía profundamente, a él le tocaba el siguiente turno al volante, no tenían suficiente para viajar en avión, además un viaje por carretera tenía su encanto, la niña estaba encantada...

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- Mí pequeño Lyam, a caso mamá debería estar preocupada porque comes mucho, mí príncipe glotón - Dijo feliz Alex mientras sostenía el tercer biberón que se tomaba su bebé.

- Crece y se desarrolla normal, solo tiene buen apetito, igual que su madre -

- Hablando de eso quiero espagueti con mucho queso - Alex uso su mirada más dulce.

- ¿No almorzaste hace media hora? -

- Pero ya me dió hambre -

- En cinco minutos vuelvo - Dijo derrotado el doctor.

- ¿Sabes bebé me duele mucho los pechos? ¿Será que te puedo amamantar? O también me vas a rechazar pequeño travieso - Alex hizo el intento cuando salió su esposo, no sabía porque le daba pudor algo tan normal, o capaz no quería que presencié su fracaso. Pero su sorpresa fue tal cuando el pozo sin fondo de su hijo se prendió a su pecho sin problema, al parecer la leche materna era lo suficientemente buena para él.

El Doctor CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora