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Se removió en la cama, poniéndose sobre su lado izquierdo, mientras abría lentamente los ojos para acostumbrarse a la luz del sol que entraba por la ventana, visualizó un ropero de madera y junto a este había una pequeña puerta entreabierta, parecía ser el sanitario y al no reconocerlos como suyos se incorporó de golpe tratando de entender dónde estaba y cómo fue que llegó ahí.

La puerta de la habitación se abrió de pronto y un joven enmascarado y vestimenta negra entró con una bandeja de comida.

—Buenos días, señorita Pucca — saludó alegre, dejando la bandeja sobre la mesita junto a la cama — El amo le manda esto y su...

—¿Dónde...? — susurró interrumpiendo al joven ninja — ¿Dónde estoy?

La garganta le dolía.

El joven volteó a verle con algo de sorpresa, pues tenía entendido que esa chica no hablaba, pero aún así decidió acercarse un poco al pie de la cama y respondió con el mismo tono alegre.

—En la guarida del amo Tobe, él fue quien la trajo.

La respuesta la agarró de sorpresa y rápidamente bajó los pies de la cama para levantarse, el muchacho de inmediato se cubrió los ojos sonrojado, al notar esta reacción se miró y notó que solo llevaba una playera gris que le cubría apenas lo necesario, se sonrojó avergonzada volviéndose a meter bajo las sábanas.

—¡Lo siento! — gritó el apenado ninja — Yo no quería... ¡Su ropa! — retrocedió — Ya está limpia y seca... — se acercó a la puerta — ¡En el ropero!

Salió corriendo de ahí dando tremendo portazo. La azabache sacudió la cabeza para borrar su vergüenza y se sentó al borde de la cama, bajó la mirada y vio que los raspones de sus rodillas habían sido curados así como su tobillo estaba envuelto con una venda.

<<Ahora recuerdo>> pensó poniendo una mirada triste.

Se quitó la venda y vió que ya había sanado, soltó un suspiro y se levantó a buscar su ropa.

Mientras tanto en la planta baja de la guarida los ninjas comían como salvajes, entre risas y pequeños pleitos.

—¡Ya comportense! — gritó Chief molesta.

Los ninjas hicieron oídos sordos y siguieron con su desastre, aumentando la ira de la castaña que estaba por gritarles nuevamente cuando un joven pelirrojo la tomó del hombro.

—Sabes que es imposible calmarlos.

Chief volteó a verle y rápidamente le abrazo haciendo que el chico soltará una risita alegre y luego se quejó por un dolor en el pecho. Chief le miro preocupada rompiendo el abrazo.

—Estoy bien — esbozó una ligera sonrisa — Shaman hizo un buen trabajo curándome.

La castaña también sonrió y besó su mejilla, pero pronto el tierno momento de la pareja y la alegría de los ninjas se vio interrumpida cuando Tobe salió de la pequeña habitación que se hallaba ahí, parecía bastante preocupado.

—Tranquilízate — empezó a decir Shaman que también salía de la habitación — No paso a mayores, todos estamos bien y Clown solo no debe hacer esfuerzo por unos días.

Tobe suspiró pesadamente, levantó la vista encontrándose con la mirada de todos.

—Chief... — susurró y se acercó a ella.

Clown quiso interponerse, pero Tobe ya tenía a la castaña aprisionada en un cálido abrazo. El dulce aroma de la joven invadió su nariz, pero ya no le molestaba ni despertaba esa sensación de deseo.

—Lo que te dije en secreto ayer... — apretó más el abrazo — Lamento si te ofendí... y lo que paso después...

Chief respondió el abrazo y luego se apartó un poco para poder mirarlo a la cara.

—Esta bien — sonrió — Shaman ya nos lo explicó.

Tobe mostró una media sonrisa cuando de repente un aroma fresco, como flores, penetró como cuchillos en su nariz haciéndolo girar la cabeza en dirección al sitio de donde provenía. Al pie de la escalera estaba una linda joven de vestido rojo que miraba con algo de asombro la cercanía de esos dos.

—Pucca — le habló Shaman acercándose y tomándola del hombro — Parece que ya estás mejor.

La mencionada asintió esbozando una pequeña sonrisa hasta que la gruesa y ronca voz de Tobe llamó su atención.

—Ya deberías irte a casa — se apartó de la castaña y se cruzó de brazos.

La miró de arriba a bajo y comenzó a acercarse, pero de inmediato retrocedió cubriéndose la nariz con la manga de su traje debido a que, a diferencia del aroma de Chief, el aroma que despedía la chica del vestido rojo era mucho más penetrante y eso lo molestaba. La azabache frunció el entrecejo sin entender el porqué de ese comportamiento mientras el ninja de la cicatriz se giraba a ver a sus subordinados.

—¡Kenzo! ¡Hiro! — llamó de manera autoritaria.

Rápidamente dos ninjas se plantaron frente a su amo haciendo una reverencia.

—Escoltenla hasta su casa.

—A la orden, amo — dijeron al unisono.

Ambos se acercaron a la azabache y la guiaron a la salida, Shaman la detuvo un instante para darle una pequeña bolsa.

—Esto te ayudará con tu garganta — le susurró con una amigable sonrisa.

Pucca tomó la bolsa y le devolvió la sonrisa en modo de agradecimiento para luego salir de la guarida acompañada de los ninjas.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora