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Un licántropo oso de pelaje marrón con tonalidades rojizas entró en esa elegante sala, resopló exhausto y pasó a su forma humana resultando ser un joven pelirrojo, alto, de escasa barba en su mentón y tez blanca con algunas pecas en sus pómulos, estaba cansado así que sin mucho ánimo se dejó caer sobre un sillón grande junto a la licántropo tigre.

—¿Qué tanto se trae el viejo con la presa? — preguntó sin mirarla y fastidiado.

—No interesa, mientras nos dé lo que nos prometió da igual lo que haga.

—Tienes razón — suspiró — Después de todo, soy el menos indicado para quejarme.

La tigresa le miró con curiosidad justo en el momento en que las puertas se abrieron dejando entrar a un hombre alto, de musculoso cuerpo, piel morena clara, cabello castaño adornado con algunas canas y ojos miel, y que fue directo a ella.

—Alfa Aiko, tú siempre luciendo tan hermosa — la tomó de la mano y posó un beso en sus nudillos.

—Siempre tan halagador — sonriendo de lado — ¿Dónde te mentiste?

—Revisando asuntos personales.

—¿El temible Alfa Ryu tiene problemas con el Omega de su manada? — preguntó el muchacho en un tono burlón.

El mencionado decidió ignorarlo y se cruzó de brazos.

—Nunca había escuchado de un Omega tan problemático — mencionó la tigresa.

—Es porque se porta muy blando con ella — sonriendo divertido — no porque sea tu hermana tengas que...

—¡Ya cállate! — lo sujetó de la camisa levantándolo del sillón.

Ambos se miraron fijamente de forma amenazante y gruñían bajo, la Alfa se levantó y sujetó con fuerza al licántropo lobo alejándolo del joven.

—Suficiente — con tono firme — Ya conoces al Alfa Iorek, le gusta molestar.

El lobo gruñó otro poco y se alejó para irse a sentar en el sillón frente a ellos.

—No entiendo cómo adquiriste el rango de Alfa con ese comportamiento — bufó molesto.

El oso solo soltó una pequeña risita y se alejó mientras que la tigresa los miró con desaprobación.

—Actúan cómo cachorros — gruñó un poco.

Les dió la espalda e hizo sonar una pequeña campana y al instante entraron tres pequeños Omegas que vestían pantalón y camisa negros y un mandil blanco atado a su cintura, iban con la mirada baja y en silencio, uno de ellos dejó una bandeja de bocadillos sobre la mesa de centro, el segundo sirvió sake en tres vasos pequeños y el tercero rápidamente le llevó a la bella licántropo tigre una cajetilla de cigarrillos y un encendedor, después de eso los tres se replegaron a una de las paredes. Aiko volvió a acomodarse en el sillón cruzándose de piernas, siguió con la mirada el andar del joven Iorek que se paseaba tranquilo por la sala y luego se dirigió a Ryu.

—¿Qué tal las cosas con tu loba?

—Es algo retraída, aunque de cierto modo comprendo su comportamiento — la miró — ha vivido mucho tiempo sola preocupándose por sobrevivir y cuidando a sus dos hermanas pequeñas, así que no voy a presionarla para formar el lazo.

—Es un paso muy grande, yo también tuve mis dudas, pero tampoco podía darme el lujo de estar sola, los tigres macho son escasos.

—Los de tu tipo son poco comunes y aun así tu manada es grande.

—Tú mismo acabas de decirlo, los tigres son raros, por lo tanto, tratan en lo posible evitar las peleas - mencionó el joven oso que volvía a sentarse.

—¿Y qué me dices tú? — preguntó la tigresa mirándolo — ¿Aún no hayas una pareja?

—Hay un par de candidatas, aunque no me siento seguro de querer estar con alguna de ellas, pero como mencionas no podemos darnos el lujo de estar solos y a esperar encontrarnos con nuestra pareja predestinada.

Se formó otro silencio, Ryu bebió el contenido de su vaso de un solo trago y después le hizo una seña a uno de los sirvientes que rápido se acercó para servirle más sake mientras Aiko encendía otro cigarrillo y luego le ofrecía uno al muchacho a su lado que lo aceptó sin dudar.

—¿Supieron lo que le sucedió al Alfa de la otra manada de osos? — preguntó de repente el lobo.

—Escuché que lo mataron — respondió el licántropo oso — parece ser que quería apropiarse del territorio de la otra manada de lobos.

Aiko soltó a reír bastante divertida y ambos machos voltearon a verla alzando una ceja con extrañeza ya que los licántropos tigre suelen ser poco expresivos.

—Se lo merecía — dijo entre risas — era realmente un tipo demasiado desagradable.

El oso sonrió un poco mientras que el lobo se había quedado pensativo unos segundos antes de volver a hablar, interrumpiendo a la bella Alfa.

—Es extraño, tenía entendido que esa manada se quedó sin Alfa y no tenían Beta, por lo tanto, el cargo era demasiado para los Intermedios.

—¿Y entonces la manada se disolvió? — preguntó el oso.

—Es lo más probable — se alzó un poco de hombros.

—Entonces si ellos no fueron... ¿Quién?

—¡No interesa! — exclamó la tigresa con indiferencia — Estemos agradecidos de que su cabeza fuera arrancada porque, siendo sinceros, era un Alfa tan molesto como un grano en el culo.

Y está vez los machos soltaron a reír junto a la tigresa volviendo el ambiente en algo más relajado y agradable. Los Omegas no paraban de llevar botellas de sake y bocadillos, parecía que estaban haciendo un buen trabajo hasta que uno de ellos tropezó con la alfombra y derramó el sake sobre el lobo Alfa.

—¡Estúpido! — se puso de pie y lo sujetó del cabello — ¡Vas a pagar caro tu ofensa!

—Déjalo — pidió el oso — Ese Omega es mío así que los castigos los pongo yo.

Ryu resopló molesto y soltó al Omega que de inmediato fue a arrodillarse ante su Alfa que sin dudarlo le dió una fuerte bofetada.

—Que no vuelva a repetirse.

El sirviente asintió y rápido fue a reponer la bebida del lobo que seguía molesto hasta que las puertas volvieron a abrirse y esta vez entró una joven gravemente herida que se desplomó en el suelo mientras respiraba con dificultad, Aiko al notar que se trataba de su Beta de más confianza de inmediato fue con ella y la tomó entre sus brazos.

—¿Qué sucedió?

La joven dejó ver sus ojos de diferente color y soltó un quejido por el dolor que le provocaban sus heridas.

—Vamos, responde — insistente — ¿Quién te hizo esto?

—Iba a... donde la presa... _ tosió un poco — a medio camino... un lobo... me detuve a mirar... — volvió a toser — él me... atacó...

La joven terminó por desmayarse y la tigresa gruñó, y poniéndose de pie fue directo a encarar a Ryu.

—¡¿Qué has hecho?! — el blanco de sus ojos se perdió cuando el iris se agrandó dándole un aspecto más felino.

—¡Yo no tuve nada qué ver! — gruñó — Mi manada está aquí, la única que está lejos es mi Omega.

Aiko se apartó y apretó los dientes, sus ojos verdes brillaron con intensidad y un bello patrón de rayas negras se dibujó en su rostro, cuello y brazos, en ese momento los machos dieron unos pasos hacia atrás pues los tigres eran bien conocidos por su ferocidad, en especial la Alfa frente a ellos, nadie era capaz de enfrentarla, ni siquiera ellos en ninguna de sus tres formas, la tigresa gruñó con furia y rápidamente descargó su ira en su Omega rasgando su rostro con sus afiladas garras salpicando la pared de sangre mientras la sirviente caía de rodillas llevándose ambas manos al rostro.

—Quien haya sido lo pagará muy caro — gruñó.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora