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Un desgarrador rugido retumbó por toda la aldea y lentamente un centenar de soldados comenzaron a salir de entre las sombras, llenando de confusión y desconcierto a todos, en especial al joven Shaman que apretó los dientes un poco molesto pues aun cuando se había vuelto un brujo muy hábil su magia no era lo suficientemente fuerte para acabar con semejante cantidad de zombis.

—Y eso no es todo — sin dejar de sonar arrogante — Les tengo otra sorpresa.

La punta de su espada de nuevo golpeó el suelo y fue entonces que un grupo de veinte licántropos, compuesto en su mayoría por tigres, un puñado de osos y un solo lobo, entraron a la aldea gruñendo de forma agresiva; Tobe se sorprendió al verlos, no fue capaz de detectarlos, el olor putrefacto de los soldados muertos había ocultado bien su aroma, gruñó molesto y volvió a mirar a Muji que para ese momento ya estaba acompañado por dos hombres y una bella mujer, supo inmediatamente que se trataba de los Alfas y esto lo hizo gruñir más enojado.

—Tobe, mi muchacho — rio un poco — ¿Te gustan mis nuevos aliados? Son criaturas bendecidas por la luna y poseen grandes habilidades.

—¿Cómo conseguiste que trabajaran para ti? ¿Qué fue lo que les prometiste, Rey?

—No lo entiendo, Tobe — ignorando sus preguntas — ¿Por qué ahora te interesa esta aldea? ¿Acaso alguien fue capaz de domarte mi demonio azul?

De forma inconsciente la jóven de piel blanca y largo cabello negro azabache volteó a ver a Tobe, Muji sonrió ligeramente al notarlo y volvió a prestar su atención al ninja frente a él.

—¡¿Raijuu, el asesino del rayo, ahora es un chico bueno?! — en un tono burlón — ¡¿Por qué no les dices quién eres?! ¡Háblales de las poblaciones que saqueamos por dinero! ¡De las drogas!

El ninja de la cruz en el rostro apretó los dientes y aunque no se arrepentía de ninguno de sus crímenes no era algo de lo que tampoco estuviese orgulloso por lo que no deseaba que fuesen expuestos ante todos.

—¡Diles de todas las veces que privamos a muchos de la libertad! ¡Del exterminio total de aquel pueblo al éste! ¡Del asesinato de esos activistas!

—Basta... — gruñó.

—¡De los niños que murieron y de aquellos que terminaron huérfanos! ¡Del tráfico de armas y personas!

—¡Cállate!

Muji frunció el entrecejo y chasqueó los labios con fastidio, caminó un poco y dirigió la mirada a los rehenes.

—Sabes... — acarició suavemente su bigote mostrándose un poco pensativo — Tenía planeado acabar contigo solamente, pero ya que estoy aquí, en la aldea de la que fuí exiliado...

—No lo hagas.

Muji le miró de reojo y sonrió de lado cuando un licántropo tigre fue directo a los rehenes para sujetar de la cabeza a un chico de cabellos dorados y de inmediato Ring Ring quiso interponerse, pero un par de soldados la detuvieron tomándola de los brazos.

—¡Déjalo! — pidió la joven.

—¡No metas a esta gente en esto, Rey! — exigió Tobe — ¡Esto es entre tú y yo!

Fueron ignorados y el tigre terminó por lanzar al rubio por el aire, los gritos de Ring Ring no tardaron en escucharse y el joven terminó por estrellarse contra un muro, los zombis soltaron a la peliazul que rápidamente corrió hasta donde había caído Dada mientras que Muji soltaba a reír a carcajadas al ver tal escena.

—¡Maldito bastardo! — gritó alguien de entre la multitud.

—¡Es lo que merecen! — replicó Muji — ¡Todos ustedes van a morir!

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora