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Kenzo tocó un par de veces la puerta antes de entrar en la oficina de su señor que ni siquiera se molestó en levantar la mirada de los papeles que estaba revisando.

—Lamento molestarlo, amo — haciendo una reverencia — Traigo lo de la última misión.

Sin que se lo pidiera se acercó y dejó un sobre amarillo en el escritorio de su señor quien sin mucho ánimo tomó el sobre y lo abrió para darle un breve vistazo.

—Es más de lo acordado — seguía sin mirarlo — Seguro Seiji les dijo que lo torturarán antes de eliminarlo.

—Ya conoce a los gobernantes, entre más sufrimiento a sus opositores mejor el pago — lo vio esbozar una pequeña sonrisa y luego soltó un suspiro — Maestro, hay algo que quiero hablar con usted, es sobre la novata.

—Ah, respecto a ella — volviendo a su trabajo — quiero que intensifiques su entrenamiento, haz lo necesario para que tenga el nivel de los otros o no me será útil.

—En realidad es por otra cosa, anoche salió de la guarida cuando ya todos dormían — esos ojos azules por fin se posaron sobre él — Le seguí y la vi reunirse con una mujer albina en el bosque, hablaron sobre usted y de un hombre que anda siguiendo su rastro; parece ser que ese hombre busca hacerle daño.

Se levantó de golpe y salió a toda prisa hasta la parte de atrás donde estaban sus subordinados terminando su entrenamiento, Kenzo le siguió poco después y se paró a su lado.

—¡Ninjas! — gritó con autoridad.

De inmediato todos los ninjas se formaron en tres filas con las manos en la espalda y mirada al frente, Tobe los recorrió con la mirada unos segundos y luego gruñó bajo.

—¡Kai, al frente!

Rápidamente un pequeño ninja fue delante de él he hizo una reverencia y sin previo aviso le soltó un fuerte golpe en el rostro con el dorso de la mano haciéndole caer de rodillas, en ese momento Kenzo prefirió desviar la mirada.

—¡Te ofrecí protección y mira cómo me pagas! — fúrico.

—Amo... — con voz quebradiza mientras le miraba confundida — No... no sé de qué me habla.

—¡Hablo de anoche, estúpida! — le pateó en el vientre haciéndola gritar y retorcerse de dolor — ¡Te vieron y escucharon, mocosa!

Kai trató de incorporarse, pero el dolor del golpe se lo impedía así que solo levantó la mirada encontrándose con los ojos azules de su amo que en ese momento estaban inyectados de ira.

—¡¿Quién es él?!

Gruñó molesto al no recibir respuesta así que la sujetó del cuello de la camisa para levantarla y poder mirarla a la cara.

—¡No te conviene mentir! — la sacudió con fuerza — ¡Dame el nombre!

—¡No lo sé! — aterrada — ¡Le juro que no lo sé!

Le retiró la máscara y la sujetó del cabello, de entre sus ropas sacó una navaja, tiró más de ese corto cabello obligándola a abrir la boca e introdujo la navaja rozando el interior de su mejilla con el filo, estaba por dar el corte cuando fue embestido con fuerza por Pucca, cayendo ambos sobre la hierba y el arma caía a los pies de Kai que caía de rodillas cubriéndose el rostro con las manos para soltar a llorar. Tobe se mostró un poco consternado al igual que los ninjas mientras Pucca se ponía de pie para ir a consolar a la ninja que no dejaba de temblar de miedo.

—¿Estás bien?

No obtuvo respuesta así que la ayudó a levantarse, alcanzó a ver la marca de un golpe en su mejilla y entonces volteó a ver a Tobe que también ya estaba de pie y de brazos cruzados.

—¡¿Te volviste loco?! — molesta — ¡No tienes porqué tratarla de ese modo! — miró a los ninjas — ¡¿Y ustedes cómo pueden permitir algo así?!

—¡No vengas a decirme cómo tratar a mis ninjas! — parándose delante de ella — ¡Y mucho menos a decirles cómo actuar!

—Por favor, amo... — dijo Kai aun temerosa — Juro que...

—¡Tú cállate!

De inmediato la ninja se encogió de hombros como queriendo esconderse mientras Pucca miraba a Tobe con el ceño fruncido, el ninja chasqueó los labios con fastidio y se dirigió a sus ninjas.

—¡Largo de aquí, imbéciles!

Rápidamente todos obedecieron no sin antes llevarse a Kai con ellos, resopló molesto y se quedó de brazos cruzados.

—¡No tenías porqué golpearla!

—¡Yo pongo las reglas y los castigos aquí! — con furia en la mirada — ¡Yo digo qué se hace y qué no se hace! — gruñó — ¡La próxima vez no te metas en mis asuntos!

Gruñó otro poco y antes de que ella pudiera decir algo fue directo hasta su habitación para intentar calmarse, algo que le era cada vez más difícil, fue al baño a buscar la droga cuando de pronto sintió un terrible dolor de cabeza que le nublo la vista, era el lobo queriendo salir, pero no entendía porqué ahora le dolía, hace tanto que había dejado de sufrir por ello, sin embargo esto no se sentía como las veces anteriores, el dolor era mucho más intenso y le estaba comenzando a faltar el aire.

—Nnn... — las palabras no le salían — Nin...

Un dolor agudo vino a su pecho que lo hizo doblegarse de dolor, era insoportable y sentía que la cabeza le iba a estallar, se estaba quedando sin fuerzas.

—¡Ninjas!

Por fin pudo gritar antes de dejarse caer, su cabeza golpeó contra el borde del lavamanos y todo se volvió oscuro, no estaba del todo inconsciente, pudo sentir cómo lo levantaban y lo recostaban en su cama.

—¡Traigan a Shaman! — gritó uno de los ninjas — ¡Rápido!

La transformación estaba comenzando haciéndolo gritar, era como si cientos de cuchillos se clavaran en su cuerpo lentamente, se aferró con fuerza a las sábanas y fuertes gruñidos salían de su garganta, el dolor era indescriptible al grado de ya no saber lo que pasaba a su alrededor y pronto sintió cómo entraba una enorme aguja en su pierna izquierda, fue cuestión de segundos cuando el dolor se fue desvaneciendo y entonces escuchó una suave voz.

—Tranquilo, todo va estar bien.

Dirigió la mirada a su derecha, solo alcanzó a ver la borrosa figura de su amada azabache antes de sucumbir en un profundo sueño.



Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora