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Se terminó de poner la pijama, había tenido un día ocupado y solo quería dormir, pero al salir del baño se encontró con quien menos quería, Garu estaba de pie junto a la ventana cruzado de brazos y la mirada clavada en el piso.

—Pucca... — empezó a hablar sin mirarla — ¿Qué se traen tú y Tobe? Ayer los ví caminando juntos.

—No tengo porqué darte explicaciones — respondió molesta.

—Deberías alejarte de él, es un delincuente.

Esas palabras le hicieron apretar los puños con fuerza, Garu levantó la mirada y empezó a acercarse.

—No confío en ese imbécil y tú tampoco deberías.

—Déjame, yo sé lo que hago.

De pronto se vió acorralada contra la pared, tenerlo tan cerca la ponía nerviosa y eso la irritaba.

—No quiero que te pase nada.

—¿Y desde cuándo te preocupas por mí? — desvío la mirada — Me rechazaste, tú mismo me pediste que me alejara y eso hice.

Garu guardó silencio un momento y sin que ella se lo esperará la envolvió en un cálido abrazo.

—Si me preocupas, Pucca — le susurró al oído — Tuve que tragarme mi maldito orgullo para poder venir aquí ¿Y sabes por qué? Porque quiero que me perdones.

Su cuerpo temblaba, quería decir algo, pero le era imposible y Garu siguió hablandole al oído mientras la abrazaba con más fuerza.

—Me porté mal contigo por años y nunca me di cuenta del daño que te causaba — se apartó para mirarla — Tampoco debí tratarte de ese modo tan cruel cuando me diste aquella carta, pero estaba enfadado por su regreso, por la forma en que barrió el suelo conmigo, el como llegaste para defenderme ¿Tienes idea de lo que sentí? ¡Me humillaste Pucca!

Se apartó bastante molesto y le dio la espalda.

—Siempre me vi opacado por ti, no importa cuánto me esforzará siempre eras más capaz que yo dejándome ver como un tonto ante él — apretó los puños — ¡Siempre humillándome! ¡Pero sabía que sin ti muchas peleas no las hubiera ganado!

Pucca no sabía qué decir o qué hacer ante semejante confesión.

—Y a pesar de todo me importas — se giró y volvió a abrazarla — Me engañaría a mí mismo si te dijera que te amo porque no es así.

Se apartó un poco de ella y puso sus manos en ese delicado rostro, notando así que de esos bellos orbes oscuros comenzaban a escaparse unas cuantas lágrimas.

—No, no hagas eso, siempre he odiado verte de ese modo, por eso me tomaba la molestia de darte flores o cualquier detalle. Lamento si eso te hizo creer que tenía algún tipo de interés amoroso hacia ti, pero no sabía que otra cosa hacer, mi voto de silencio y mi estúpido orgullo me impedían expresarme correctamente.

Limpió esas lágrimas con sus manos y levanto más su rostro para darle un profundo y tierno beso en los labios. La bella azabache dejó escapar más lágrimas y por puro impulso correspondió aquel beso, parecía que iban a durar así más tiempo hasta que el ninja se alejó y le dedicó una tierna mirada.

—Fue mi último detalle para ti, sé que hubieras querido que fuéramos más que amigos, pero no puedo darte eso — suspiró — Te quiero Pucca y no del modo que hubieras querido, ojalá puedas perdonarme por todo.

Besó su frente y salió por la ventana, Pucca se dejó caer de rodillas cubriendose el rostro y soltó a llorar amargamente.

Tenía el corazón herido, se sentía estúpida por dejar que el amor por él la cegara al grado de creer que los malos tratos de él eran por timidez y que en el fondo sí la amaba ¡Vaya tontería! Incluso arriesgó su vida por protegerlo siempre, además hizo aquel voto de silencio solo para sentirse más cerca de su amado y nunca tomó en cuenta lo que eso a él lo hacía sentir, realmente nunca se tomó la molestia de preguntarle ¡Que egoísta de su parte! Ahora no sabía qué hacer ¿Debía perdonarlo? ¿Podía seguir siendo su amiga? Su mente y su corazón eran un caos en ese momento, pero de algo sí estaba segura: Esa sería la última vez que lloraría por él.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora