Bajos instintos (Tobecca)

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Aprovechó que ya todos dormían y la ausencia de su amo para salir de la guarida, se estaba arriesgando de nuevo, pero era algo que debía hacer, y con mucho sigilo salió de esa habitación compartida, se colgó su amuleto y en el momento en que abrió la puerta trasera tomó su forma animal y salió. Recorrió gran parte del bosque buscando y olfateando, se detuvo cerca del río y volvió a su forma humana, soltó un suspiro mientras removía su corto cabello castaño.

—¿De nuevo actuando a escondidas?

Esa voz la hizo tomar su forma híbrida de inmediato y ponerse en posición de ataque, gruñía suave mostrando los dientes, tal vez era un Omega, pero no por eso no era capaz de defenderse, aunque eso significara la muerte.

—Hey, calma — saliendo de entre los árboles.

En cuanto lo reconoció dejó de gruñir y volvió a tomar su forma humana, lo vio acercarse despacio y por primera vez prestó atención a su rostro que la mayoría de las veces llevaba oculto bajo una máscara; aquel ninja era de piel blanca, ojos oscuros, cabello negro apenas lo suficientemente largo para que pudiera amarrarse y por último una profunda cicatriz se dibujaba en su mentón.

—Kenzo... — murmuró.

—No deberías estar aquí.

La loba gruñó bajo y tomó de nuevo su forma animal para perderse de entre los árboles, el ninja le siguió poco después hasta que la vio adentrarse en una pequeña cueva, no tuvo que esperar demasiado para verla salir ya en su forma humana y de nuevo fue a pararse frente a ella.

—¿Por qué te interesa una cueva?

Lo pasó de largo ignorando su pregunta, ya no le importaba si Kenzo abría la boca de nuevo, estaba dispuesta a sufrir las consecuencias; el ninja la sujetó del brazo para detenerla, pero ella no se giró a verle manteniéndose con la mirada en la hierba.

—Te hemos brindado un lugar entre nosotros y sin embargo te escapas y haces cosas a nuestras espaldas — ella trató de soltarse así que apretó un poco el agarre — Ya va siendo hora de que decidas de qué lado estás. O te quedas con nosotros o te vuelves con tu familia.

—No es tan fácil — apenas su voz se escuchó — Mucho menos para alguien como yo.

Se quedaron en silencio, el viento sopló removiendo el cabello de ambos y haciéndolos estremecer. Kenzo la observó con detenimiento y la hizo acercarse mas a él.

—El amo dice que pareces un muchacho con ese corte de cabello.

—Ya me lo han dicho antes.

—¿Quieres saber lo que yo pienso? — le pasó un mechón rebelde detrás de su oreja — Yo pienso que eres bonita.

Kai sintió sus mejillas arder y no pudo evitar ponerse nerviosa mientras Kenzo la tomaba de la barbilla y la hacía levantar la cabeza hasta que sus miradas se cruzaron.

—Me gustas — susurró.

Y terminó por unir sus labios en un beso cálido e inocente; Kai se sintió estremecer, era el primer beso de su vida, su corazón latía desbocado, las piernas le temblaban y sintió a su loba muy inquieta «¿Por qué, Luna? Si tú sabes que yo...»

—¡No! — lo apartó de un fuerte empujón — ¡No vuelvas a tocarme! — gruñó bajo.

—¿Por qué? — intentó acercarse, pero ella retrocedió.

—¡Eres humano! — gruñó molesta.

Tomó su forma animal y se alejó de ahí a toda velocidad hasta la guarida, no le importó si hizo mucho ruido al entrar y fue a esconderse en las regaderas donde se dejó caer en el suelo y soltó en un llanto amargo.

En medio de la oscuridad de aquella guarida unos brillantes ojos azules la habían visto llegar, pero ella no fue capaz de notarlo.

Al día siguiente no había rastro de esa pequeña licántropo, era como si se la hubiera tragado la tierra, todos los ninjas estaban desconcertados por su desaparición; Kenzo era el más preocupado de todos y ya había ido incontables veces al bosque a buscarla hasta que su amo, con su mal carácter de siempre, le puso un alto.

Tobe… él era el único que parecía no afectarle la desaparición de uno de sus ninjas.