Le pareció bastante divertido tener ese pequeño encuentro con Garu, le encantaba fastidiarlo, esperaba las preguntas de la azabache, pero nunca llegaron, bien para él, también se sentía un poco tenso, su lobo se había puesto algo inquieto después de eso. La bella azabache lo tomó un poco por sorpresa al jalarlo de la muñeca para llevarlo hasta un puesto donde había muñecos de peluche de varios tamaños.
—¡Awww! ¡Que bonitos! — dijo con voz chillona.
Echó un vistazo al lugar y se dio cuenta que los peluches eran premios y para ganarlos había que lanzar dardos a una diana que había al frente, el tamaño del premio dependía del puntaje obtenido. Se acercó para jugar, solo tenía tres tiros que lanzó sin dudar mientras Pucca lo miraba, los primeros dos dardos dieron al centro, pero el tercero le falló, después de todo seguía siendo un poco torpe. Con ese puntaje podía escoger entre los peluches de tamaño mediano, Pucca rápido levantó un bonito y esponjoso peluche con forma de panda, el ninja le dedicó una ligera sonrisa.
—¿Quieres estar un poco más aquí o nos vamos?
—Vámonos.
Asintió ligeramente y ambos empezaron a caminar en silencio hasta las puertas del Goh Rong, Pucca lo miró con una pequeña sonrisa en los labios.
—Todavía no quiero que te vayas — susurró.
—¿Pretendes que nos quedemos aquí afuera?
Ella negó con la cabeza mientras bajaba la mirada y se aferraba al panda de peluche, así que el ninja se inclinó un poco para susurrarle.
—Entonces te veo arriba.
La vio asentir ligeramente para después entrar en el restaurante, se quedó pensativo mirando las enormes puertas, luego caminó un poco de un lado a otro, su lobo estaba mucho mas inquieto que hace unos instantes, soltó un fuerte suspiro y trepó hasta la ventana, y entró en la habitación.
Se recargó en la pared y metió las manos en los bolsillos de su pantalón mientras la linda joven salía del baño con un camisón rosa que le llegaba hasta las rodillas, Pucca al verlo le sonrió.
—Gracias por acompañarme, me divertí.
—No fue nada.
La azabache se sentó sobre la cama y abrazó el panda de peluche.
—Oye... ¿En serio tú le hiciste esa cicatriz a Garu?
No pudo evitar soltar a reír, eso bastó para afirmar lo que le preguntaban.
—Cállate, pareces un loco, harás que mis tíos vengan.
—Ya... Está bien — aún con esa sonrisa en la cara — Pero en serio ¿Qué le viste?
—Emm... Pues es lindo a su manera y es un excelente ninja ademas de ser el protector de la aldea. Me pidió que lo perdonara, quiere que seamos amigos de nuevo, pero hasta ahora no he podido decirle nada.
—Umm... Soy el menos indicado para aconsejarte así que haz lo que creas mejor.
Caminó un poco por la habitación con las manos en la espalda, se detuvo frente al escritorio donde había una pequeña caja llena de sobres rojos y detalles dorados, alzó uno <<¿Por qué todo tiene que ser rojo?>>
—¿Son las invitaciones que me decías?
—Sí, mañana voy a empezar a repartirlas.
Se sintió un poco mareado de pronto, apoyó una mano en el escritorio y se llevó la otra a la frente, Pucca se acercó rápido y sujetándolo del brazo lo guio a la cama para que se sentara.
—¿Estás bien? ¿Quieres agua?
Negó con la cabeza mientras la azabache se sentaba a su lado y le soltaba el pelo para acariciarlo con ternura, se quedaron en silencio. Cerró un momento los ojos y disfrutó de ese delicioso aroma hasta que sintió que lo abrazaban, su cuerpo se tensó, su idea era alejarse, pero sintió como esos delicados brazos lo apretaban aún más.
—No me rechaces — susurraba — me hace recordar cuando Garu era así conmigo. Aún te debo las veces que me ayudaste y realmente no sé cómo pagarte.
—Hoy hiciste suficiente.
Correspondió aquel abrazo y sintió como ese pequeño cuerpo se estremecía, cerró los ojos frunciendo un poco el entrecejo, ese delicioso aroma lo estaba embriagando.
—Me gusta estar contigo.
Esas palabras lo sacaron un poco de su trance, ahora no sabía qué decir, se supone que era su enemigo, el malo, la escoria, el criminal... Le picaba la nariz, la tomó de los hombros para separarla un poco y poder mirarla, era hermosa y se sintió perdido.
—Pequeña... — susurró mientras se acercaba más a ese lindo rostro — me vale un carajo si me odias después de esto.
Besó esos carnosos y rosados labios, su lobo que hace unos instantes estaba inquieto ahora se mantenía calmado, era extraño. Pucca se sintió estremecer y su corazón latía con fuerza, no se sintió del mismo modo cuando Garu la besó, y correspondió aquel beso.
La abrazó por la cintura mientras la azabache lo sujetaba del rostro. Era un beso tierno y gentil, quería usar su lengua pero sentía que si lo hacía sería como manchar a esa linda joven, se separaron para recuperar el aliento y se miraron directo a los ojos. Pucca se vio perdida en ese azul profundo y ahí aceptó aquello que tanto la había molestado: Le gustaba Tobe.

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Bajos instintos (Tobecca)
Fiksi PenggemarTobe ha bebido una poción que prometía hacerlo más fuerte con el fin de derrotar a Garu, su más grande enemigo. Sin embargo, termina condenado a una terrible maldición, ahora deberá hallar la manera de evitar que ese mal lo consuma por completo, sin...