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El recordar esos besos apasionados y la manera en que él saboreaba su piel le provocaba un ligero rubor en las mejillas, pero a la vez se sentía tan confundida ya que de pronto él solo se detuvo y se alejó. No lo había visto desde aquella vez, incluso fue a buscarlo, pero le dijeron que no estaba, eso la ponía un poco desanimada, pero esa mañana todo cambió cuando al despertar encontró sobre su mesita de noche una rosa roja con una nota atada, la tomó con cuidado y leyó la nota.

"Hola pequeña, disculpa por no haber estado cuando fuiste a buscarme. Pasaré a verte en la noche, deja la ventana abierta. Tobe"

Su corazón dio un vuelco de alegría y apretó la rosa contra su pecho, por fin iba a verlo, se arregló y con una gran sonrisa en el rostro bajó a hacer sus labores del día. Su felicidad no pasó desapercibida ante sus tíos y los clientes, incluso no pudo ocultarlo cuando salió a divertirse con sus amigas, pero ellas no preguntaron nada aunque tenían sus sospechas.

Por fin el día había terminado y su felicidad se hizo mas grande, terminó su cena y fue a su habitación, sacó su ropa y se metió al baño para tomar una ducha. Al salir se encontró con unos intensos ojos azules y una sonrisa galante, sintió sus mejillas arder.

—Hola, pequeña ¿Me extrañaste?

Esa mirada siempre la ponía muy nerviosa. El ninja se acercó más al no obtener respuesta.

—Te pregunté que si me extrañaste.

—Sí... — respondió en un susurro.

Sintió como él acarició su cabello.

—Deberías soltarlo más seguido, me gusta.

Solo consiguió esbozar una pequeña sonrisa y luego notó como la expresión de él cambió a uno bastante serio.

—Oye perdona si te causé problemas la otra noche y respecto a lo que pasó después... también quería disculparme, yo no debí...

No quiso dejarlo terminar interrumpiéndolo con un beso en los labios dejándolo atónito y al alejarse vio algo que no había visto antes, él estaba sonrojado, le pareció adorable, sonrió tímida y se atrevió a decirle aquello que tanto escondía.

—Tobe... tú me gustas.

El ninja desvío un poco la mirada, su sonrojo desapareció y sonó tan frío.

—No soy bueno para ti.

A pesar de esa actitud sujetó aquel rostro masculino para poder besarlo nuevamente, él correspondió y la tomó por la cintura. Comenzó como un beso tierno que poco a poco se iba convirtiendo en uno más profundo, lo abrazó por el cuello mientras él la arrinconaba a la pared y después el aire empezó a faltar obligándolos a separarse y mirarse directo a los ojos

—Debería irme — más que una afirmación era una pregunta.

De inmediato lo abrazó.

—Duerme conmigo

Tobe se mantuvo con ese semblante serio «Maldición...» y tomándola de la mano la llevó a la cama. Pucca se metió bajo las sábanas mientras él se soltaba el cabello el cual cayó suavemente sobre sus hombros y antes de meterse a la cama lo vio sacar un frasco de donde sacó dos píldoras que luego se metió a la boca.

—¿Para qué es eso?

—Umm... Me ayudan a dormir — respondió a secas.

Se metió a la cama y ella de inmediato lo abrazó, sintió su corazón algo acelerado, se sentía muy atraído por ella sin embargo debía mantener distancia, y se perdió en el color rosado del techo.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora