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—¡Vamos Alfa! — arrogante y divertido a la vez — ¡Deja de ocultarte entre estos simples humanos!

—¡Tú también te ocultabas entre humanos!

Vociferó un ninja de voz suave, baja estatura en comparación a los demás, delgado y a pesar de que se le veía muy enojado podía verse claramente como sus manos temblaban mientras apretaba con fuerza la empuñadura de su katana, el hombre le miró con desprecio y repudio.

—¡¿Cómo te atreves a abrir la boca, basura?! — gruñó.

El ninja apretó los dientes, no dejaba de temblar y pronto se vio siendo embestido por un quinto oso de pelaje negro y ojos amarillos que había salido del bosque a toda velocidad y sujetándolo con las fauces de una de sus piernas lo llevó a rastras hasta aquel hombre. Los ninjas y los demás se quedaron asombrados por tal agresión mientras Kenzo se había puesto rojo de ira, no iba a tolerar aquello así que dio un par de pasos decidido a pelear antes de que Hiro le detuviera pues los osos que los rodeaban soltaron a gruñir furiosos y amenazantes indicando que si se movían de su sitio morirían. El hombre sujetó al pequeño ninja del cuello y lo levantó del suelo para poder mirarle.

—Tu rango no te permite siquiera a mirarme y mucho menos a hablarme — apretó su agarre — Pero ya que estás aquí, como buen sirviente vas a decirme dónde está tu Alfa.

El ninja forcejeó aun sabiendo que sería inútil soltarse y negándose a responder provocando más la ira del hombre que le soltó un golpe en la nariz y lo azotó contra el suelo para después recibir un manotazo por parte del oso negro que lo mandó contra un muro y cayó en seco inconsciente, fue ahí cuando Tobe caminó hasta donde estaba Garu y con un leve empujón lo llevó detrás de él.

—Es a mí a quien quiere — dijo sin mirarlo.

—Bastardo, sabía que un día nos traerías problemas.

Tobe no respondió, mientras tanto el hombre soltaba una risita y lo recorría con la mirada.

—Sabes, nunca imaginé encontrarme con otro Alfa, creí que me haría fácilmente de estas tierras al igual que hice con las otras aldeas.

El ninja de cicatriz se mantuvo en silencio, apretando con fuerza la empuñadura de sus katanas mientras los demás miraban sin entender ni una palabra de lo que hablaba el arrogante hombre.

—Deberías recordarle a tu Omega su lugar.

Seguía sin recibir respuesta, hizo una mueca de disgusto y luego recorrió con la mirada a las personas delante suyo que para él no eran más que un estorbo y pronto concentró su atención en las mujeres.

—Esas zorritas me gustan, son bellas y fuertes — se relamió los labios de forma desagradable — Las mujeres de las otras aldeas eran insignificantes.

—A ellas no las tocas — dijo al fin molesto.

—¿Por qué no? — sonrió de lado — Si no has infectado a ninguna de ellas es porque no puedes hacerlo, así que no me sorprendería que ese Omega se sienta con el derecho de abrir la boca — se carcajeó un poco — Esa es la diferencia entre tú y yo porque, a diferencia de ti, yo sí puedo infectarlas y cuando eso pase las voy a abrir de piernas para follarmelas.

Las jóvenes reflejaron enojo y asco en sus rostros ante las palabras y la mirada lasciva del hombre que volvía a relamerse los labios.

—A ellas no las tocas — repitió ahora más molesto.

—Veamos si eres capaz de defenderlas a ellas y a tu territorio.

Y blandiendo sus hachas corrió hasta Tobe quien detuvo el ataque cruzando sus katanas sobre su cabeza, comenzando una feroz pelea. Dos de los osos fueron en contra de algunos de los ninjas quienes ágilmente lograron evadir su poderosa embestida, Abyo disparó su arma dos veces y las balas fueron directo a la cara del oso de pelaje negro el cual rugió de dolor poniéndose de pie para llevarse una pata al ojo y con la otra le propinó un fuerte manotazo mandándolo a volar, Ching quiso ir a socorrerle, pero un oso le cerró el paso y rápidamente un pequeño grupo de ninjas se le unieron para hacer frente al feroz animal, por otro lado estaba Pucca que haciendo uso de su poderosa fuerza trató de tener bajo control a otro oso con ayuda de tres ninjas, Chief y Clown. El más pequeño de los ninjas, ese que le había gritado a aquel hombre, recuperó la consciencia, trabajosamente se levantó y corrió lo más rápido que pudo hasta donde estaba Kenzo.

—¡Son lentos en esa forma!

Kenzo asintió y alzó la voz dirigiéndose a todos.

—¡Mantengan distancia!

Rápidamente todos los ninjas hicieron uso de todos sus trucos y habilidades para contraatacar a la distancia y así evitar ser alcanzados por las poderosas garras de las enfurecidas bestias, por otro lado, Tobe peleaba con todas sus fuerzas, sentía a su lobo muy enojado, inquieto y deseoso de salir. Parecía que los osos estaban siendo sometidos sin embrago en algún momento, y para asombro de todos, se levantaron sobre sus patas traseras adquiriendo rasgos humanos, y en esa forma híbrida ahora eran más ágiles y fuertes.

La lluvia se soltó un poco más manteniendo el fuego bajo control, los osos atacaban con furia, pronto ya no había salida, los ninjas y el resto de nuevo terminaron acorralados en medio de esas bestias, solo quedaba Tobe y aquel hombre envueltos en una pelea violenta donde solo uno quedaría en pie, todos observaban con atención, pero sin bajar la guardia ante los osos que gruñían bajo.

Parecía que todo estaba a favor de Tobe pues el hombre no conseguía derribarlo, el agotamiento ya podía verse reflejado en el rostro de ambos, su ropa estaba sucia y rota, había profundos cortes en sus cuerpos y luego pasó lo inimaginable pues de un momento a otro la balanza cambió a favor de aquel hombre y Tobe fue arrojado contra el suelo y el hombre, mientras reía a carcajadas, le propinaba fuertes pisotones en la espalda evitando que se levantará, después lo mandó volando metros más adelante con una fuerte patada.

—¡Eres patético! — se carcajeó — ¡¿Por qué no peleamos en serio?! ¡Seamos bestias!

Tobe se recuperó y corrió a toda velocidad contra su adversario quien apenas consiguió detener el corte de las katanas, el impacto fue tan fuerte que el hacha se partió así que el hombre rápido desenfundó la katana que llevaba en su espalda y la pelea continuó. Una de las katanas de Tobe terminó por partirse y volvió a ser golpeado con tanta fuerza que cayó de rodillas escupiendo sangre.

—No puedes cambiar ¿cierto? — sonrió divertido — Solo eres un infectado que no vale nada.

El ninja se levantó, sintió un cosquilleo en los brazos, era el poder del rayo que empezaba a surgir, pero no iba a gastarlo en ese hombre así que volvió a escupir sangre y empuñando su katana corrió a gran velocidad listo para dar su mejor corte, pero su adversario había logrado detenerlo con su hacha y esta vez ambas armas terminaron por partirse. El barbudo hombre sonrió de manera descarada y aprovechando la situación enterró su katana a un costado del abdomen de Tobe, atravesándolo, y luego le propinó un puñetazo justo en el mentón haciéndolo caer de rodillas. Los ninjas no podían creer lo que estaba pasando, querían ayudar, pero estaban rodeados y además no era su pelea, su señor se los dejó claro desde un inicio, mientras tanto para Pucca ver a su amado de esa manera la llenaba de ira y desconcierto, al grado que empezó a tener control sobre el clima formando espesas y negras nubes que comenzaban a arremolinarse sobre ellos, Ching y Garu tuvieron que mantenerla tranquila para que no fuera a cometer una locura ya que de hacerlo condenaba a todos a una muerte segura. El hombre reía.

—No eres nada infectado de mierda, que fácil será acabar contigo.

Le propinó otra fuerte patada mandándolo a volar y soltó a reír de nuevo.

—¡En cuanto te arranque la cabeza este será mi territorio y las mujeres serán mías!

Tobe, de rodillas en el suelo y encorvado con las manos en su mortal herida mientras de su boca escurría sangre, gruñó con furia, no podía permitir aquello, pero sobre todo debía proteger a su amada azabache, apretó los dientes, sintió su sangre hervir, una profunda ira lo invadió, sus instintos más primitivos comenzaban a apoderarse de él y levantó la mirada.

—¿Vas a decirme tus últimas palabras, infectado?

Una sonrisa aterradora se dibujó en el rostro del ninja y sus penetrantes ojos azules brillaron con intensidad cuando la luz de la luna menguante reflejó en ellos, cualquiera pensaría que el temible Raijuu despertaría y con su letal rayo daría fin a todo, pero había algo diferente en esa aura asesina, los ninjas podían sentirlo en cada fibra de su ser y fue entonces que, a la vista de todos, la piel tostada de la espalda de Tobe se abrió dejando salir gran cantidad de pelo negro, su rostro comenzó a deformarse de manera grotesca y su cuerpo se contorsionó haciéndose más grande y pronto un enorme híbrido entre humano y un lobo negro hizo su aparición.






Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora