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Iorek se puso pálido al verlo, tragó grueso y dirigió la mirada a los miembros de su manada que ahora lo miraban con cierto rechazo, incluso la Alfa Aiko le miraba del mismo modo, esto era un verdadero problema ya que ahora todos sabían que se había ganado el rango a base de engaños, quizá para su buena fortuna no había nadie en la manada que pudiera derrocarlo pues solo uno de rango Beta podía hacerlo.

—Puedo hacer que te devore en cualquier momento, Iorek — sonrió de lado — No tienes idea del odio que te tiene. Será mejor que te quedes quieto en tu lugar.

—Ya deja de hablar, Rey — volvía Tobe a llamar su atención — Ten el valor de enfrentarme.

Muji no respondió e hizo que el gran oso se arrojará sobre el ninja quien no alcanzó a esquivarlo y solo sintió esos dientes clavarse en alguna parte de su cuerpo, se sintió caer quedando debajo del animal y su sangre empezó a formar un gran charco, y el Rey solo miraba mientras sostenía a Pucca en brazos.

—Fue tu final, Raijuu.

Todos se quedaron sin palabras, estaban estupefactos ante la horrible imagen de la sangre correr por debajo del cuerpo de aquel animal putrefacto, un brazo se asomaba y era claro el sonar de los huesos quebrarse, y otra vez la repugnante risa de Muji se hacía escuchar, ese hombre sin duda estaba perdido en la locura.

—En cuanto termine con todos ustedes me divertiré mucho con esta chica.

—¡No te atrevas! — amenazó Ching.

—¡Desgraciado! — dijo Abyo.

Garu hizo un último esfuerzo e hizo aparecer a sus clones para mantener ocupados a los zombis y así tener el paso libre a Muji y rescatar a Pucca, pero justo en ese momento la tierra tembló haciendo que se detuviera, la piel de todos se erizó al sentir la presencia de una aura asesina, los licántropos de ambos bandos se mostraron algo asustados pues su instinto les decía que algo muy malo estaba por suceder, Muji también se mostró un poco confundido cuando un remolino se formó en el cielo y la tierra de nuevo se agitó.

—¡Cubranse todos! — gritó Hiro que se arrojó pecho tierra.

Y justo en ese momento un poderoso rayo cayó sobre el necrófago y Tobe, fue tal la potencia que se formó una gran explosión, apenas dió tiempo de que Garu se abalanzara sobre Abyo y Ching para protegerlos, los ninjas imitaron a Hiro, algunos licántropos se agazaparon enterrando sus garras en la tierra y otros solo retrocedieron unos cuantos pasos, la onda expansiva golpeó a todos y una brillante luz azul los cegó.

La elegante armadura de Muji apenas si resistió el impacto, pero terminó hecha pedazos dejándolo sin su protección y mostrando el verdadero estado de su cuerpo el cual estaba pudriéndose lentamente y Pucca terminó tirada a sus pies al igual que su espada, y cuando la luz se dispersó pudo ver a Tobe de pie con una mirada fría y llena de ira, sostenía con firmeza sus katanas y no había rastro alguno del necrófago.

—¡Así es como luce alguien que ha vivido más de lo que debería! — lo señaló con una de sus katanas — ¡Ya va siendo hora de que te vayas al otro mundo!

—¡Sabes que no puedo morir, muchacho! — se mostró arrogante.

—¡No hay nada que yo no pueda matar! — gruñó.

El Rey le miró con odio y mandó a sus soldados los cuales rugieron y fueron sobre Tobe, sin embargo el ninja no permitió que se acercarán ni siquiera un poco cuando clavó sus armas en el piso mandando los rayos para todas partes y la gran horda de soldados cayó de golpe, de nuevo Muji quiso hacer que volvieran a atacar, pero los cadáveres se quedaron quietos en donde habían caído.

—¡¿Qué?! — confundido y lleno de asombro — ¡¿Qué has hecho?! ¡Ya no puedo hacer que se muevan!

—¡Parece que cortó la conexión que tenías con ellos! — respondió Shaman que recién se levantaba de entre los escombros.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora