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Pucca caminaba junto a Ching quien iba tomada del brazo de Abyo, los tres habían decidido volar cometas esa tarde, ya no eran unos niños, pero hacer aquello los transportaba a esos años y eso los llenaba de alegría, incluso querían que Garu los acompañara, Pucca no puso objeción, después de todo los cuatro siempre han estado juntos, pero cuando fueron a buscarlo no estaba en casa y descartaron la idea. Se iban acercando a un lindo claro entre el bambú cuando la expresión en sus rostros cambió al encontrarse a su amigo siendo cruelmente golpeado y arrojado al suelo por un ninja de azul y cicatriz en el rostro quedaron atónitos por un instante hasta que una risa burlona los hizo volver en si.

—¡Garu! — gritaron al unisono y fueron a socorrerle.

—¡Fuera de aquí, mocosos! — vociferó Tobe con ira en sus ojos.

—¡Maldito bastardo! — gritó Abyo.

Tobe no respondió, al contrario solo les lanzó una mirada de desprecio, Abyo ayudó a Ching a sostener a Garu quien se limpiaba la sangre que brotaba de su nariz.

—¿Estás bien? — preguntó Ching preocupada.

Garu asintió y le lanzó una mirada de odio a Tobe que se mantenía de pie con aires de superioridad, luego le dirigió una mirada a Pucca que mantenía su distancia de él y estaba silenciosa, notó preocupación en sus ojos y algunas lágrimas queriendo escapar de ellos, le esbozó media sonrisa como queriendo decirle que estaba bien, pero ella bajó la mirada. Tobe se cruzó de brazos y chasqueó los labios con fastidio cuando Ching le dirigía la palabra.

—¡Haz llevado esto demasiado lejos, Tobe! — estaba molesta.

El aroma de aquella chica entró por su nariz, era igual a las hojas de otoño, era agradable, pero otro olor desprendia de ella y cuando lo identificó también en el chico bronceado junto a Garu, no pudo evitar soltar a reír desconcertando a todos.

—Por qué no, tú y este tonto — empezó a decir entre risas mientras señalaba a Abyo — se meten entre los matorrales y hacen de las suyas ¿Eh?

Esas palabras hicieron que los rostros de la pareja enrojeciera de vergüenza, incluso Pucca y Garu voltearon a ver a sus amigos algo confundidos.

—¡Tú!... ¡Sigues... siendo tan molesto! — le dijo Ching aún con vergüenza en su rostro.

Tobe volvió a reír bastante divertido hasta que Pucca le lanzó un puñetazo en la nariz tirandolo al suelo, se quejó de dolor, su nariz era bastante sensible y un golpe de esos lo dejaba aturdido, se despojó de la máscara para limpiarse, sacudió la cabeza y se puso de pie, y le lazo una mirada amenazante a Pucca.

—¡¿Cómo te atreves?! — aún con la mano en la nariz.

No lograba percibir su aroma fresco, ese que tanto lo irritaba, así que por un lado agradeció aquel golpe o de lo contrario no podría soportar más ese aroma, se quiso acercar para hacerle frente, Pucca estaba preparada para mandarlo a volar, pero se sorprendió cuando Garu se le puso en frente evitando que Tobe se acercara más. Lo que pasó poco después no solo sorprendió más Pucca, si no también a Ching y Abyo, Garu... ¿Habló?

—No, Pucca — su voz era gruesa y profunda — No quiero...

— ¡Vaya! — interrumpió Tobe con ese tono burlón — Así que el niñito sabe hablar.

—Cállate — refunfuñó Garu.

Tobe soltó a reír una vez más y con un simple chasquido de sus dedos, una explosión de humo cegó a todos por un instante y pronto se vieron rodeados por treinta ninjas listos para atacar a la orden de su amo.

—¡Ugh! Estos inútiles — dijo Abyo molesto.

—Son más de los que recordaba — mencionó Ching.

Garu echó una mirada a los ninjas y luego a Tobe que sonreía de forma descarada, como si se estuviera divirtiendo, Pucca no lograba salir del asombro al escuchar la voz del ninja frente a ella. Tobe volvió a tomar la palabra.

—Me sorprendes, mocoso — señaló a Pucca — creí que esta niña no te importaba, que la querías lejos de ti, ¿Y ahora te paras frente a ella para protegerla? — sonrió de nuevo — Por favor, Garu, no me hagas reír.

El de coletas apretó los puños lleno de rabia mientras Tobe se cruzaba de brazos.

—Todos aquí sabemos lo malo que haz sido con ella, así que ahora no me vengas con esas actitudes.

—¡Ya basta, Tobe! — intervino Ching queriendo acercarse, pero cinco ninjas le cerraron el paso.

Tobe la miró de reojo y sonrió de lado.

—Voy a dejarlo así por ahora — usando un tono bastante serio.

—Idiota — le dijo Garu llamando su atención.

—La próxima más vale que tus amigos no se entrometan, esto es entre nosotros ¿Está claro?

Garu gruñó y luego asintió con la cabeza, había aceptado enfrentarse a él nuevamente, Tobe se apartó de ellos y sus ninjas se reunieron con él con bombas de humo en sus manos.

—Ah... Lo olvidaba... — se giró — ¡Pucca!

La azabache lo miró, encontrándose con esos ojos azules que te dejaban atrapado, sintió un escalofrío en su espalda.

—¡No olvides que me debes una! — sonrió.

Dicho esto, los ninjas arrojaron las bombas al suelo y desaparecieron junto a su amo rápidamente. Ching, Abyo y Garu voltearon a ver a Pucca que tenía un leve sonrojo en el rostro, no pudo soportar la presión sobre sus hombros y salió corriendo de ahí rumbo a su casa.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora