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Se había decidido por unos shorts de mezclilla azul y una camiseta de tirantes blanca con un cárdigan ligero rojo, zapatos deportivos blancos y el cabello suelto. Alguien llamó a la puerta y la voz de uno de sus tíos se hizo escuchar.

—Cariño, han venido por ti.

—¡Ya voy!

Se miró una última vez al espejo y salió de su habitación.

Lo vio de pie recargado en la pared cerca de la puerta, de brazos cruzados, con ese semblante serio de siempre, iba vestido completamente de negro, su playera era ajustada al torso, el pantalón estaba algo flojo y llevaba zapatos deportivos, y su típica coleta estaba más suelta dejando caer unos mechones rebeldes sobre su rostro, le sonrió a modo de saludo y él saludó del mismo modo, y salieron del restaurante. Caminaban en silencio uno junto al otro, Pucca tenía la idea de que él estaba molesto por lo que pasó el día anterior y que solo estaba ahí por simple compromiso.

—Lamento lo de ayer — dijo en voz baja — No debí meterme en tus cosas, entiendo si estás enojado.

—Descuida, no estoy enojado contigo — sonrió de lado y luego la recorrió con la mirada — Estás preciosa, pequeña.

—Ammm... — se sonrojó — Gracias... tú también te ves bien.

Ambos sonrieron y siguieron caminando.

Los juegos mecánicos estaban llenos de luces brillantes y pintados de todos colores, había puestos de comida y juegos de destreza, Dada y Ring Ring llegaron a saludarlos. Las dos amigas estuvieron hablando unos minutos y antes de despedirse Ring Ring se acercó a Pucca para murmurarle al oído.

—No dejes que se te escape ese bombón — le guiñó un ojo y se alejó tomándose del brazo del rubio.

Pucca no pudo evitar ponerse roja de vergüenza, Tobe pudo notarlo, pero no comentó nada al respecto y soltó una risita burlona para si mismo.

Pucca vio algo a lo lejos y tomándolo por la muñeca lo llevó directo a un juego mecánico con forma de barco pirata que oscilaba hacía delante y hacia atrás dándote la sensación de estar flotando, estaba emocionada por subir. Detrás de ellos llegó una parejita muy peculiar que reían de manera muy adorable, Tobe de inmediato supo de quién se trataba por ese olor dulce, giró la cabeza y saludó con una sonrisa, Pucca al notarlo también volteó encontrándose a Chief y Clown que la abrazaba por detrás.

—Hola, Pucca — saludó la castaña — Me sorprende que hayas logrado sacar a este ermitaño de su casa.

La azabache y el pelirrojo no pudieron evitar reír un poco mientras Tobe rodaba los ojos y se llevaba una mano a la frente. Se sentaron juntos en la parte de en medio del barco, la parejita se dio un tierno beso en los labios, a Pucca le parecía raro verlos así creía que Chief seguiría eternamente enamorada de Tobe, pero supuso que le sucedió lo mismo que a ella, ser siempre rechazada por quién amas, le daba gusto verla tan feliz, ojalá ella también logre sanar su corazón. El juego dio inicio y el grito de la gente se hizo escuchar, Pucca y Chief eran de las que gritaban, Clown entre gritos se reía nervioso y en cuanto a Tobe solo cerraba los ojos con fuerza mientras decía un sin fin de groserías.

Para el siguiente juego tuvieron que separarse, Pucca llevó a Tobe a un carrusel donde las sillas cuelgan de cadenas y cuando el juego empieza a girar las sillas se elevan.

—No voy a subirme a eso.

—No seas así, será divertido.

Lo jaló de la muñeca para que subieran, el ninja bien pudo resistirse, pero no lo hizo, no quiso negarle nada a esa linda azabache. Subieron a un par de juegos más y luego pasaron a comer, sus gustos eran diferentes, Pucca disfrutaba de unas brochetas de camarones fritos mientras que Tobe comía unas de carne, lo que se le hizo extraño y algo asqueroso a la azabache fue que las pidió casi crudas.

—¡Ugh! ¿Cómo puedes comerte eso así?

Tobe solo rio un poco al ver la reacción de la joven que sacaba la lengua imaginando el sabor de la carne a medio cocinar. Pasaron también a beber algo, su elección también fue diferente, para ella un refresco de limón y él una cerveza.

—Apuesto que nunca lo has probado — mostrándole la botella — ¿Te gustaría?

—No lo sé.

—Tranquila, no voy a embriagarte.

—Umm... Confiaré en ti.

Sujetó la botella entre sus manos y bebió un poco, sintió un sabor amargo recorrer su garganta e hizo un gesto de disgusto haciendo reír a Tobe.

El de cicatriz no pudo evitar rodar los ojos cuando los amigos de Pucca llegaron, no eran de su agrado. La azabache sonrió alegre al ver a su mejor amiga.

—Me encanta que hayas venido.

—Tobe ha sido muy buena compañía.

Ching le dirigió una mirada rápida al ninja, no le parecía que estuvieran juntos, pero si Pucca estaba contenta y él no ha causado problemas entonces estaba bien.

—No me agradas, Tobe — intervino Abyo de repente — pero vamos a los autos chocones, chicas contra chicos, la pareja que reciba más golpes invita unas bebidas.

Aceptaron la propuesta y fueron allá. Tobe se estaba divirtiendo como hace tanto no lo hacía, no podía evitar reír como un loco con cada choque que daba, no podía dejar de ser el malo cuando de trataba de agredir a otros, era su naturaleza. Al final los chicos perdieron y tuvieron que invitarles unas malteadas de chocolate al par de amigas, después y de eso cada pareja tomó su camino.

El un momento dado Tobe tuvo que pasar a los sanitarios, Pucca esperaría afuera junto a un árbol. Estaba con la espalda recargada en el tronco mirando sus pies cuando una conocida voz llamó su atención haciéndola levantar la mirada.

—Hola.

—Garu... hola.

Pudo ver que aquel ninja tenía una cicatriz a un costado del rostro, era enorme y profunda, empezaba a un lado de su ojo izquierdo y bajaba hasta su mentón «¿Qué le habrá pasado?» Garu siguió hablando.

—¿Viniste sola? Yo solo pasaba por aquí, pero puedo hacerte compañía, era lo que solíamos hacer — sonrió.

—Amm... De hecho...

Tobe intervino en ese momento y con un brazo rodeó a la azabache por los hombros.

—Viene conmigo.

Garu frunció un poco el entrecejo y apretó los puños, pudo haber admitido su derrota, peleó con lo mejor que tenía, incluso consideró a Tobe un exelente ninja y un digno oponente, pero no podía dejar de verlo como su enemigo y mucho menos que estuviera cerca de Pucca.

—Más te vale no hacerle daño — amenazó.

Tobe se carcajeó ante sus palabras irritándolo más.

—¿Crees que por hacerme esto — señalando su rostro — tienes derecho a burlarte de mí?

Pucca lo miró algo sorprendida «¡¿Qué?! ¡¿Tobe hizo eso?!»

—Deja de lloriquear y admite que te da algo de estílo — sonrió divertido.

—Estúpido.

Pucca se apartó de Tobe y se paró en medio de los dos que se miraban de forma amenazante.

—No peleen, aquí no.

Garu volteó a verla y le dedicó un cálida sonrisa.

—Solo porque lo pides tú.

Le dedicó otra mirada amenazante a Tobe y se alejó rápidamente mientras refunfuñaba algo entre dientes.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora