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Una linda joven de cabello trenzado y una gallinita sobre su cabeza caminaba de la mano de un joven de cuerpo fornido y piel bronceada, llamando la atención por donde quiera que pasaban, pues ambos conversaban animadamente y de vez en cuando reían a carcajadas, pero una extraña escena se presentó frente a ellos deteniendolos en seco, tres ninjas se arremolinaban y gritaban frente a la carnicería del pequeño mercado.

—¿Esos no son los ninjas de Tobe? — preguntó Abyo a su novia.

—¿No te lo dije? — volteó a verle — Tobe y su grupo volvieron, papá me lo dijo.

—¡¿Qué?! — parecía aturdido por la noticia — Nunca lo mencionaste.

—Se me debió haber pasado...

La voz de Abyo la hizo callar de repente sobresaltandola.

—¡Rayos! ¡Se llevaron todo!

Ching dirigió la miraba al local que lucía desolado mientras los tres ninjas se alejaban corriendo con las bolsas repletas de carne y se perdían dentro del bosque de bambú, Abyo jaló de su brazo para que lo siguiera hasta el hombre, dueño del local.

—¡¿Esos criminales le hicieron daño?! — prenguntó el moreno.

El vendedor rápidamente negó con la cabeza y agitó las manos para que se calmara.

—Tranquilo, chico que no ha pasado nada, me compraron todo.

La pareja abrió los ojos con gran asombro, no podían creer lo que escucharon, luego Ching dirigió la mirada en la dirección donde habían corrido los ninjas.

—¡Pero...!

—¡Basta Abyo! — lo jaló del brazo — ¡Vámonos!

Ching lo llevó a rastras hasta las puertas del Goh Rong, donde le soltó, Abyo le lanzó una mirada confundida.

— No pongas esa cara — se cruzó de brazos — Admito que también me tomó por sorpresa, pero no podemos hacer nada, al fin de cuentas no cometieron delito alguno.

Abyo soltó un suspiro y asintió dándole la razón a su novia, hizo una ademán con la mano para que entraran en el restaurante para ir a saludar a Pucca.

La azabache terminaba de atender una de las mesas cuando vio a sus amigos entrar y rápidamente se acercó con una gran sonrisa.

—¡Hola! — su saludo dejó fríos a sus amigos — ¿Qué pasa? ¿Por qué actúan así?

—Pucca... tú... — Ching no podía articular palabra.

—¡Hablaste! — gritó Abyo.

Pucca se sobresaltó y rápidamente los tomó de las manos, guiandolos a una de las mesas invitándolos a sentarse, la pareja obedeció.

—Ya tranquilos, iba a decírselos pronto.

—Pucca... — empezó Ching sin salir de su asombro — ¿Cuándo pasó?

—Yo... — bajó la mirada — Des... después de entregarle la...

No pudo continuar debido a que soltó en llanto provocando que a Ching se le estrujara el corazón y rápidamente la abrazara.

—Es por Garu — le dijo al chico a su lado — Iba a pedirle que fuera su pareja.

—Uy... por lo visto no salió bien.

Pucca se abrazó más a su amiga

—Ahora que lo dices... — Abyo volvió a tomar la palabra — No he visto a Garu, creí que tal vez lo vería aquí, pero...

—Cariño... — le interumpió Ching — Por favor, déjame a solas con Pucca, debo hablar con ella.

El moreno asintió con la cabeza y salió del restaurante, mientras Ching llevaba a Pucca hasta su habitación que estaba en la parte de arriba del restaurante.

Cerró la puerta para tener privacidad y la guio a la cama para que se sentarán y pudieran conversar, la habitación era un desastre, había fotos, muñecos y demás cosas relacionadas al ninja de coletas regadas y rotas por el suelo.

—Garu... — empezó a decir entre suspiros — no me ama... no me quiere cerca de él.

Su llanto se hizo más fuerte aferrándose más al cuerpo de su amiga quien tiernamente acariciaba su cabeza tratando de reconfortarla. Continuó llorando un poco más y luego se apartó de su amiga que le tendió un pañuelo para que se limpiará.

—Cuentame lo que paso — le pidió amablemente.

Pucca respiró profundo y sin apartar la mirada de suelo comenzó a relatar lo que pasó aquella tarde.

«Cuando Garu termino de leer la carta gruñó bastante molesto, luego se puso de pie y haciendo un ademán con la mano le pidió que entraran a su casa. Una vez dentro, Garu la dejó sola en el recibidor por un instante para regresar con una hoja de papel, la cual le tendió para que la leyera.
"¡Déjame en paz! Pucca, yo no te amo, ni ahora ni nunca ¿Por qué no lo entiendes? Ya estoy cansado de correr por toda la aldea tratando de huir de ti. Muchas veces te di señales de que no te quería cerca de mí, pero seguiste acosándome. No voy a negar que me pareció divertido al principio, pero éramos solo unos niños y creí que dejarías de hacerlo, sin embargo esto duro más de lo que debía. Ya sobrepasaste mi límite. ¡Busca a otro que te aguante!"
Aquellas palabras le dolieron y las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, pero aún con algo de esperanza quiso abrazarlo, pero Garu la detuvo y tomándola del brazo la llevó fuera de su casa, tal acción terminó por romperle el corazón en pedazos y se alejó corriendo de ahí»

Pucca relató tal cual había sucedido, pero omitió la parte en que cierto ninja de cicatriz en el rostro la resguardó en su guarida, pues prefirió guardar esa información para sí misma. Ching, mientras tanto, no daba crédito a lo que acaba de escuchar, no podía creer que Garu fuera capaz de tratar a su amiga de esa manera tal cruel.

—Garu es un idiota — estaba molesta — cuando lo vea lo voy a...

—No tienes que hacer nada — la interrumpió — pero te lo agradezco.

Ching la abrazó nuevamente y luego le dedicó una cálida sonrisa.

—Que fuerte eres.

Pucca le devolvió la sonrisa, luego Ching se puso de pie.

—Te dejaré para que descanses, pasaré a verte mañana.

La bella azabache asintió y siguió con la mirada a su amiga hasta que esta cerró la puerta de la habitación.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora