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“La verdad es tan poderosa como un animal salvaje e, igual que este, no puede permanecer enjaulada.” — Verónica Roth.

El enorme lobo negro en el que Tobe se había convertido gruñía enojado mostrando los dientes y miraba de forma amenazante a aquel hombre barbudo que hace unos momentos reía y ahora se le veía consternado.

—Parece ser que no eres un infectado cualquiera.

El lobo gruñó aún más, llevó su enorme garra a la empuñadura de la katana y la sacó de un jalón de su cuerpo arrojándola lejos, luego se dejó caer apoyándose sobre sus brazos y corrió en dirección al hombre que rápidamente tomó la forma de un oso blanco, mucho más grande y corpulento que él, deteniendo así su poderosa embestida, iniciando de ese modo una pelea entre bestias. Los osos que rodeaban a los ninjas y a los demás comenzaron a rugir. Abyo y Ching se miraron bastante confundidos y luego dirigieron una mirada a los ninjas.

—¿Alguien puede decirnos qué carajos está pasando? — preguntó el moreno.

Nadie respondió y entonces Garu se acercó al pequeño ninja y lo sujetó del cuello de su camisa para que lo mirará directo a la cara.

—Parece que tú sabes lo que está pasando. así que habla.

Tal actitud molestó al ninja, quien gruñó molesto y estuvo cerca de lanzarse sobre el chico de coletas de no ser porque Kenzo intervino dándole un empujón a Garu para que se alejara.

—No te metas con ella.

El de coletas se quedó algo confundido al igual que sus amigos al saber que el ninja era en realidad una chica, quiso volver a hacerles frente, pero Pucca le detuvo.

—Basta, no es momento para pelear entre nosotros.

Dos de los osos los miraron fijamente y gruñeron amenazantes haciendo que retrocedieran un par de pasos quedando más juntos unos con otros, ambos animales bufaron y volvieron a centrarse en la pelea frente a ellos. Garu volvió a dirigirse a los ninjas junto a él.

—Será mejor que hablen — pidió en voz baja.

Kenzo lo miró de reojo y luego le dirigió una mirada a Kai que lucía tensa y gruñía bajo, después respondió también en voz baja.

—Licántropos... eso es lo que son.

—Perdón, pero no entiendo — dijo Abyo.

—Son personas que pueden tomar la forma de cierto animal por las noches — explicó Chief.

—¿Tobe siempre fue así?

—Nos hubiéramos dado cuenta — mencionó Ching.

—A Tobe lo infectaron poco después de que regresamos, habíamos logrado mantenerlo en secreto hasta ahora.

Pucca bajó la mirada analizando un poco las palabras de la castaña y entonces entendió por qué Tobe siempre se veía preocupado, dirigió la mirada a la pelea y vio al lobo siendo cruelmente golpeado en el rostro pintando el pelaje blanco del brazo del oso de carmín mientras se aferraba con fuerza del brazo que lo tenía sujeto por el cuello y rasgaba la carne del vientre con las garras de sus patas traseras en un intento por liberarse. Un rayo atravesó el cielo y Garu junto a sus amigos seguían sin entender lo que estaba pasando fue entonces que finalmente Kai habló.

—Es una pelea por el territorio y terminará cuando uno de los dos caiga.

—¿Eso qué significa? — preguntó Ching.

—Si el amo mata al oso entonces los demás tendrán que irse.

—¿Y si Tobe muere?

—Tendremos el mismo destino y empezarán por mí.

Nadie quiso hacer más preguntas, solo observaban a Tobe que había conseguido liberarse y había ido sobre el oso mordiéndolo por la nuca aferrándose con sus garras al lomo, el oso se sacudió con fuerza, pero el lobo seguía sobre él así que se dejó caer de golpe contra el suelo y rodó aplastándolo. Pucca se cubrió los ojos y provocó que el viento comenzara a soplar hasta que sintió que alguien la abrazaba rodeándola por los hombros, alzó la mirada y vio a Garu que le dedicaba una mirada que transmitía un poco de tranquilidad, otro rayo iluminó el cielo y la lluvia se hizo más fuerte.

Profundas heridas recorrían la espalda del lobo causadas por haber sido arrastrado por el suelo y otra atravesaba lo largo de uno de sus muslos causando que apenas pudiera mantenerse en pie, el oso tenía la carne de uno de sus hombros hecha jirones y colgando y en su torso tenía las grotescas heridas provocadas por las garras del lobo. En ese momento ambos licántropos estaban en su forma animal mirándose fijamente, tenían el pelaje encrespado y bañado en sangre al igual que sus fauces y garras, otro rayo hizo estruendo y ambas bestias soltaron a rugir para luego echar a correr atacándose nuevamente con furia pasando de su forma híbrida a la animal en repetidas ocasiones. La pelea ya se estaba prolongando demasiado, pero los licántropos parecían no darse cuenta de ello, seguían atacándose con violencia manchando el suelo de su sangre que salía de todas partes de sus cuerpos; el oso dio un zarpazo al rostro del lobo haciéndolo caer de espaldas y luego se lanzó sobre él mordiéndolo por el cuello, el lobo gruñó, forcejeó y enterró todas sus garras tratando de liberarse.

Tobe desgarró el rostro del oso con un zarpazo consiguiendo sacar un ojo de su órbita y haciéndolo enfurecer, el gran oso lo sujetó del cuello con una garra y con la otra le sujetó un brazo para después lanzarle una feroz mordida, el sonido del hueso partirse llegó a oídos de todos, fue repulsivo incluso para los ninjas que ya habían visto toda clase de cosas en batalla, el lobo rugía y chillaba de dolor para después ser lanzado contra un muro. Fúrico, el lobo fue directo contra el rostro del oso lanzando un zarpazo y recibiendo uno de vuelta cayendo de espaldas, gruñó molesto mientras se levantaba y corrió de nuevo contra él embistiendo con fuerza, pero sin lograr derribarlo.

—Tobe se ve mal — dijo Abyo de pronto.

—Cállate — replicó Kenzo — Ya escuchaste, si el amo muere nosotros también.

Solo había dicho aquello para que el moreno guardara silencio ya que en realidad no iba a permitir lo último, había entrenado muy duro para tener casi el nivel de su amo, por lo tanto, estaba preparado para asumir el mando y dar la orden de sacar las armas de plata en el momento que su amo muriera, pero ¿por qué no haberlas sacado antes? pues por el simple hecho de que ese sería su último recurso en caso de que todo estuviese perdido.

El suelo estaba teñido de rojo, aunque por la oscuridad de la noche y la escasa luz que daban las pocas llamas que aún estaban vivas esa sangre se veía tan negra, otra vez el oso estaba sobre el lobo rasgando la carne de su torso con sus fauces, el lobo forcejeó hasta que consiguió girarse azotando al oso contra el suelo y dio un salto hacia atrás alejándose mientras el descomunal oso se levantaba tambaleante. De nuevo se miraban amenazantes, sus ojos brillaban con intensidad, el brazo fracturado del lobo yacía inerte, una profunda herida ubicada a un costado de su vientre no dejaba de chorrear sangre y apenas podía mantenerse en pie debido a la profunda herida de su pierna, el oso apenas era capaz de ver con el ojo que le quedaba, la carne de su hombro terminó por desprenderse dejando parte del hueso a la vista y parte de su espalda estaba al rojo vivo, ambas bestias volvieron a rugir con furia y se lanzaron a clavar los dientes en el cuerpo del otro.

Los osos, entre rugidos, comenzaron a golpear la tierra con sus enormes patas exigiendo más sangre y que la cabeza del lobo fuera arrancada del cuerpo; ahora el oso blanco tenía al lobo debajo de él y sujetándolo por el cuello alzó su pata listo para dar el golpe final, pero el lobo consiguió darle una patada haciéndolo caer de espaldas y así poder levantarse rápidamente, gruñó con furia y de manera asombrosa levantó su brazo fracturado y golpeó al oso con tanta fuerza que lo dejó aturdido lo cual aprovechó para sujetarlo del hocico con ambas garras y de un tirón arrancarle la mandíbula inferior derramando gran cantidad de sangre, dejó caer el cuerpo el cual volvía a tomar la forma de aquel hombre de canosa barba y entonces los osos callaron. El enorme hombre lobo de pelaje negro y una cruz en medio de unos brillantes ojos azules se levantó en todo su esplendor sobre sus patas traseras y lanzó un poderoso aullido al cielo y la luna reafirmando ser el dueño de esas tierras.


Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora