31

550 89 2
                                    

Los habitantes decidieron organizar una pequeña celebración en honor a aquellos que trajeron la cura que los salvó, estaban plenamente agradecidos con ellos. Se mantenía en silencio recargado sobre el tronco de un árbol, algo alejado de la celebración, tan serio como de costumbre, tenía sus ojos fijos sobre la linda azabache que bailaba con un joven de la aldea cuando la anciana Fuyu se acercó y se detuvo a su lado mirando hacia la celebración.

—¿Podemos hablar, Raijuu?

—¿Cómo conoce ese apodo? — un poco molesto.

—Hubo un par de mercenarios muy temidos hace un tiempo a uno lo conocían como Rey de los muertos porque era capaz de levantar y dominar a su antojo a los muertos, y al otro lo llamaban Raijuu por su habilidad de controlar el poder del rayo a su voluntad. A ellos les gustaba saquear las riquezas de las poblaciones aledañas a Ciudad Imperial y un día el emperador mandó soldados para detenerlos, pero fueron exterminados por el gran poder de esos dos. Hace como dos años se decía que uno traicionó al otro y huyó lejos, desde entonces nadie sabe que fue de ellos — volteó a verlo — El poblado donde mi nieta nació también fue atacada y sus padres fueron asesinados por Raijuu cuando intentaron proteger al murciélago sagrado el cual fue vendido en pedazos en una subasta. Mi pequeña logró huir junto a una familia y otros niños, le tomó varias semanas llegar aquí y desde entonces he cuidado de ella.

Se mantuvo callado aún con la mirada fija en la azabache que ahora platicaba con el ninja de coletas mientras Fuyu seguía hablando.

—Mi nieta te reconoció.

—Si lo que quiere es una disculpa no voy a hacerlo, no me arrepiento de nada de lo que hice.

—No tienes que hacerlo, ella ya ha superado el pasado y aunque no lo creas no te guarda rencor.

Se quedaron en silencio mirando como todos se divertían y convivían, la anciana notó hacia dónde miraba el ninja y sonrió a medias.

—Esa joven que tanto miras era la más preocupada por ti. Ella te quiere, Raijuu.

—No soy bueno, no quiero hacerle daño.

—Algún día lo harás y no tendrás la capacidad para controlarte.

Aquello lo hizo ponerse tenso y volteó a verla algo preocupado, sobre todo cuado ella le mostraba un frasco con algunas píldoras en su interior.

—Sé lo que eres mi niño y no importa cuanto te drogues lo que vive en ti se está haciendo más fuerte y un día se saldrá de control.

Sintió que estaba sudando frío y le arrebató el frasco de la mano para esconderla en alguna parte de su traje.

—Nos dimos cuenta la segunda noche después de que llegaron, estábamos cuidando de ti cuando tuviste el cambio, pero no te preocupes después de esa noche no permití las visitas nocturnas. No le diremos a nadie, tu secreto está a salvo.

Se frotó la frente algo aliviado y luego notó que aquella azabache se estaba acercando con una tierna sonrisa en el rostro.

—Quizá ella sea tu salvación o tu condena, Raijuu.

Dicho esto, la anciana se alejó justo en el momento en que la azabache ya estaba parada frente a él y lo sujetaba de las manos.

—¿Estás bien? ¿De qué hablabas con Fuyu?

—Nada.

La vio inclinar la cabeza a un lado como si quisiera creerle poniéndolo incómodo. Pucca estaba por preguntar de nuevo, pero desistió al recordar la advertencia del ninja Seiji, no meterse en los asuntos de Tobe, soltó un suspiro y volvió a sonreír.

—Vamos, come algo conmigo.

Sin decir nada se soltó de su agarre y quiso alejarse, pero Pucca se abalanzó sobre él cayendo ambos sobre el pasto. Pucca se sonrojó al ver esos penetrantes ojos.

—¿Me regalas un beso? — pidió en un susurro.

Pucca sintió su corazón latir con fuerza, en serio quería besar esos labios masculinos, pero la idea de hacerlo en un sitio donde sus amigos podrían verlos la ponía muy nerviosa ya que las pocas veces que se habían besado fue en privado. Se cansó de esperarla así que con un suave empujón la hizo a un lado.

—Tobe... yo...

—Déjalo.

Se puso de pie bastante molesto «¿Por qué le pedí eso? ¡Estúpido! ¡Quiero tenerla conmigo, pero al mismo tiempo la quiero lejos!» Terminó por alejarse de ella y de todo el ruido de esa celebración, quería volver a Sooga cuanto antes.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora