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1:30 am. Noche sin luna.

Sooga lucía tranquila y desolada en esa noche tan fría, una capa de ligera neblina cubría sus calles apenas iluminadas por los postes del alumbrado público, solo las estrellas adornaban el negro manto nocturno, el viento era tan suave que apenas removía las ramas de bambú y las hojas de los árboles y todos sus habitantes dormían profundamente en sus camas protegidos bajo las sábanas, nada podría perturbar su sueño. La aldea estaba en paz.

No muy lejos de ahí, entre las ramas de bambú, había una casa habitada por un joven ninja que se removía entre las sábanas de su cama, el extraño sueño de cada noche lo estaba perturbando de nuevo.

«Corre, corre, corre que el hombre lobo va a despertar...»

«Sus ojos azules son intimidantes, pero no debo dejar que vea mi miedo, la luna nos ilumina con su esplendoroso brillo y es testigo de nuestra pelea. Las graves heridas que cubren nuestros cuerpos no dejan de sangrar, lo veo desviar la mirada y es ahí cuando sé que es hora de correr en esa dirección...» se removió aún más, estaba sudando frío y murmurando algo entre dientes, este sueño era diferente «Corro por el bosque tan rápido como mis piernas me lo permiten, puedo sentirlo pisandome los talones, escucho su agitada respiración y sus grandes pisadas. Debo llegar antes, él la desea y yo debo impedirlo, prometí que la protegería...»

«Corre, corre, corre porque cuando él llegue será muy tarde...»

Un extraño grupo de hombres bien armados, de piel grisácea y mirada apagada, vistiendo uniformes de campaña militar en color negro y calzando grandes botas, cada uno de ellos tenía un aspecto aterrador; avanzaban lento entre la neblina rumbo a aquella aldea, iban decididos a terminar con esa paz. Detrás iba un hombre de brillante armadura la cual apenas se ocultaba bajo su gran capa y la capucha cubría su rostro, y a su lado caminaban poderosos y temibles depredadores que gruñían amenazantes.

¿Por qué? ¿Con qué fin iban contra personas inocentes? ¿Qué los motivaba a arremeter contra aquella aldea? No, ellos no estaban interesados en esas personas, solo seguían órdenes de aquel hombre de reluciente armadura el cual su único objetivo era un solo hombre, un hombre que le traicionó y le quitó todo lo que poseía, lo único que deseaba era venganza.

Y nuestro joven ninja que seguía removiendose en su cama, estaba empapado en sudor y ya se había mordido los labios manchando la almohada de rojo.

«La escucho gritar de una forma que no puedo describir, no lo entiendo, estaba tan cerca y él llegó antes, me dejé caer de rodillas y mis uñas desgarran la piel de mis mejillas al ver la horrida imagen ante mí. Él la ha matado, está devorando sus entrañas, me mira y parece que se ríe de mí, soy el siguiente. Ella me mira con sus ojos ya sin vida, me culpa por su muerte, no puedo soportar que me mire de ese modo, yo le he fallado, no cumplí con mi promesa...»

«Ya es muy tarde... el hombre lobo tiene hambre... todos van a morir...»

Se despierta de golpe, está temblando, respira agitado y siente que su corazón va a salirsele del pecho, se abraza a sus piernas, en su mente tiene clavada aquella mirada, esa mirada que lo culpa.

El estruendo de unas explosiónes lo hacen reaccionar obligándolo a tomar su katana y salir corriendo rumbo a la aldea para ser testigo del fuego que empezaba a devorar algunas viviendas y los gritos desesperados de los habitantes se hacían escuchar desde todas partes. La paz se esfumó.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora