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Tobe bailaba al compás de la música con Pucca que lucía un vestido halter corto del color de las flores de cerezo y un antifaz del mismo color decorado con delicadas plumas. La melodía era suave, la conocía, la letra era en inglés, no entendía mucho, pero era algo que le gustaría dedicarle a ella sin embargo la notaba distante.

—¿Pasa algo, pequeña? — inclinó la cabeza buscando su mirada — Parece que algo te molesta.

La azabache se quedó pensativa un momento y luego levantó la mirada.

—Es solo que no me gustó verte con Kai.

Tobe alzó una ceja bajo su antifaz y estuvo a punto de soltarse a reír, pero se aguantó, no quiso arruinar el momento y mucho menos hacer que ella se molestará aún más con él.

—Me sentí traicionada — volvió a desviar la mirada.

—¿Qué quieres decir?

—Creí que te habías olvidado de mí, que me viste la cara de tonta y ahora estabas con la siguiente chica en turno.

El ninja apretó los dientes, de algún modo le molestó el comentario, a pesar de todo ella aún no confiaba en él, pero trató de mantenerse tranquilo, era su propia culpa, él mismo se encargó de ponerse el título de ser un mujeriego bien grande en la frente, resopló un poco molesto.

—Fue su idea traerla.

Pucca volvió a mirarlo y notó que estaba viendo hacia algún lugar del salón así que también dirigió la mirada a ese punto viendo a Kenzo abrazando a Kai.

—Parece que mi subordinado encontró a alguien que le causa los mismos sentimientos que tú causas en mí.

Aquello la hizo volver a mirarlo, él ya la miraba esbozando una media sonrisa y luego pareció como si algo le preocupará, puso la mano sobre su mejilla.

—¿Qué pasa?

—Me gustas pequeña, eres la única persona con quien quiero estar — la abrazó — Pero tengo miedo.

Eso último la desconsertó un poco ¿El hombre más malo de la aldea tenía miedo? ¿Miedo a qué? Lo abrazó con fuerza, sentía que él guardaba un secreto que se ya se había vuelto una carga muy pesada, además actuaba extraño y sobre todo tenía esa costumbre de desaparecer por días, se sintió como una tonta por haber dudado de él hace unos momentos.

—Pequeña... ¿Aún seguirías sintiendo lo mismo por mí si me convirtiera en un monstruo?

—Que extraña pregunta — rio un poco — Eres tan raro.

—No tienes idea.

Tobe la sostuvo del mentón, sonrió de lado y a la vista de todos la besó en los labios con el extraño temor de ser rechazado sin embargo fue correspondido, volvió a mirarla y tomándola de la mano la sacó de todo el bullicio de la fiesta, sin permiso de nadie fueron al lado oeste de la mansión donde había un bello jardín con hierba de hermoso color verde intenso, flores de todo tipo y color, una pequeña fuente al centro y farolas que iluminaban el sitio con luz tenue. Una vez ahí volvió a sostenerla del rostro y vio como brillaban esos ojos oscuros que le encantaban y el aroma fresco a flores de loto entraba en su nariz como cuchillos. Se sentía perdido y con temor, sus instintos se estaban apoderando de él, la estrechó de nuevo entre sus brazos y se dejó llevar por ese aroma mientras sentía como ese pequeño cuerpo se estremecía, gruñó bajo. Se quedaron así por un momento que parecía eterno, era como si el tiempo se hubiera detenido y la luna sonreía solo para ellos, la azabache rompió el abrazo para poder perderse en el azul profundo de esos ojos, la preocupación que tenía ese ninja se había dispersado y ahora despedía peligro por todo su cuerpo.

—No entiendo lo que me hiciste, pequeña — susurraba — pero ya no puedo estar sin ti.

Ambos sentían que las piernas les temblaban y se dejaron caer sobre la suave hierba quedando sentados uno frente al otro, el ninja volvió a mirarla a los ojos y ella sonrió.

—Te quiero, Tobe.

El ninja la recostó sobre la hierba colocándose sobre ella, pasó la mano suavemente sobre una de esas tersas y pálidas piernas deslizándola debajo de ese vestido causando que cada milímetro de esa piel se erizará por completo mientras posaba pequeños y cálidos besos por su cuello.

—Estoy destinado a ser tuyo — le susurró al oído — Estamos destinados a ser uno.

—Tobe — le hizo que la mirará — Me haces sentir cosas que no había sentido antes.

Lo vio sonreír y haciendo uso de su fuerza hizo que girarán quedando sobre él, sonrió y procedió a besarlo, mordió un poco su labio inferior y él gruñó, Tobe colocó una mano sobre su nuca y la otra sobre la curvatura de su cintura y esta vez ella fue la que pidió que su lengua fuese la que entrara en su boca haciéndolo gemir de deseo. Esos besos tan impregnados de pasión eran como tocar el cielo estrellado con las manos y el mantener sus rostros ocultos detrás de esos antifaces se había vuelto parte del juego, Tobe llevó la mano de esa cintura a esos redondos y firmes glúteos, ella se sobresaltó y quiso golpearlo, pero él alcanzó a detenerla.

—¡Pervertido! — con voz nerviosa.

El ninja soltó una risita burlona, luego llevó un mechón rebelde detras de la pequeña oreja para contemplar mejor a su bella enmascarada y sonrió.

—Soy tu pervertido — le guiñó el ojo.

Pucca sonrió también y acarició suavemente una cicatriz apenas visible en su mandíbula que daba al ninja un toque intimidante, le dio un pequeño beso en la comisura de los labios y luego fue directo a morderle el lóbulo de la oreja haciéndolo gemir, Tobe hizo que girarán y de nuevo quedó sobre ella.

—Me encanta como muerdes — susurró.

Gruñó bajo, pero de forma profunda y fue directo a esos labios para impregnarlos de deseo, pasión y lujuria mientras una de sus manos volvía a deslizarse bajo la delicada tela de color rosado. La azabache no pudo resistirse ante tales caricias, soltó un suspiro, un quejido suave y abrazó a ese ninja por el cuello, y de nuevo su lengua jugueteaba con la de él.

El aliento de ambos se volvió pesado, entrecortado, estaban cayendo de nuevo en el deseo desesperado por sentir sus cuerpos, pero una mordida por parte de la azabache los hizo separarse, un fino hilo de saliva los mantuvo juntos por un fugaz momento antes de romperse y de nuevo se miraban a los ojos, pero ahora jadeantes y del labio inferior de Tobe salía algo de sangre.

—Deberíamos pedirle a Ring que nos preste una habitación — dijo con picardía.

Se relamió el labio limpiando la sangre mientras ella soltaba una risita nerviosa.

—Eres un calenturiento.

—¿Y eso te molesta? — sonrió divertido.

Ella desvío la mirada avergonzada y él no pudo evitar carcajearse provocando que ella lo golpeará suavemente en el pecho para hacerlo callar.

—Eres un tonto, mejor volvamos a la fiesta.

—¡Uy! Eso fue cruel.

La azabache soltó a reír y se puso de pie.

—Ya... Vamos.

El ninja obedeció y tomándola de la mano tomaron camino de vuelta al salón, pero algo lo hizo detenerse estrepitosamente y levantó la cabeza, aspiró el aire queriendo detectar un olor en particular al igual como lo haría un perro de rastreo, Pucca lo miró con cierto desconcierto y estaba por preguntar cuando los gritos desesperados de Kai se hicieron escuchar mientras se acercaba corriendo junto a Kenzo en dirección hacia ellos.

—¡Amo! ¡Amo Tobe! ¡Rápido! ¡Son ellos! ¡Están cerca!

No le dio tiempo de reaccionar cuando una serie de explosiones se escucharon, una de ellas los alcanzó mandándolos contra el suelo, el fuego y el humo se hicieron presentes y a lo lejos se escuchaban gritos de pánico.


Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora