72

408 50 5
                                    

Todo pasó muy rápido, nadie se dió cuenta en qué momento Tobe había conseguido arrancar del cuello de Muji el cuarzo negro el cual se hizo pedazos al estrellarse contra el piso haciendo que el Rey volviera a su forma humana y ahora solo podía retroceder al tiempo que el furioso lobo avanzaba.

—Es... escucha, Raijuu — nervioso — ¿Recuerdas lo bien que la pasamos trabajando juntos? Podemos volver... a tenerlo todo y más. Seríamos... los más temidos y buscados del país — forzó una sonrisa y extendió los brazos — Imaginalo, juntos como padre e hijo ¿Qué dices?

El híbrido gruñó y tomándolo por el cuello lo levantó y le arrancó la mitad de la cara de una mordida, dejó caer el cuerpo de golpe, lanzó un poderoso aullido al cielo y múltiples rayos cayeron a su alrededor haciendo vibrar la tierra. Su mirada se concentró en las manadas que lo miraban con asombro, se dejó caer sobre los brazos y comenzó a caminar hacia ellos dispuesto a atacarlos, como era de esperarse por instinto los que estaban en mejores condiciones tomaron su forma híbrida listos para pelear, pero una voz gruesa y casi demoníaca se hizo escuchar desviando la atención del lobo.

—Miranos, Raijuu...

Todos quedaron estupefactos por lo que estaba de pie ante ellos, Muji seguía con vida aún después de la brutal mordida del híbrido ¡Resultaba algo difícil de creer! ¡¿Cómo era posible?! Tobe gruñó molesto, pasó por alto destruir el objeto que contenía el alma del Rey ya que solo de ese modo podía darle muerte.

—No encajamos en este mundo... Tú estás condenado a ser un monstruo toda la vida y yo... solo soy un cadáver pudriéndose...

El lobo ladeó la cabeza hacia un lado como si le estuviera dando la razón, ambos caminaron lentamente hasta quedar frente a frente, y Muji le tendió la mano.

—Siempre te vi como un hijo de mi propia sangre... Volvamos a estar juntos...

Tobe bajó la mirada, parecía que estaba por aceptar la propuesta de Muji, pero la verdad es que estaba recordando algo que alguien le dijo una noche "No eres un monstruo..." gruñó bajo y sujetó la mano del Rey impidiendo que lo tocará y lo arrojó lejos para después correr hasta aquella espada y tomándola entre sus fauces la partió por la mitad, Muji soltó un grito desgarrador y se retorció en el suelo hasta quedar hecho cenizas.

Cegado por sus más primitivos instintos lanzó otro aullido al cielo, los rayos volvían a caer y de nuevo estaba por ir en contra de las manadas, pero los ninjas lo no permitieron y arrojaron bombas de humo para confundirlo y así poder lanzar cuerdas de un extremo a otro consiguiendo sujetar sus piernas y brazos.

—¡Tiren con fuerza! — ordenó Hiro.

Cada uno de ellos hizo un gran esfuerzo ignorando sus heridas, las cuerdas se tensaron y el lobo se sintió caer, esto en lugar de detenerlo lo hizo enfurecer por lo que dirigió los rayos para todas partes mandando a todos por el aire logrando liberarse.

Los ninjas sabían bien que no podían hacer uso de las cadenas de plata ya que dicho metal solo llevaría la electricidad hasta ellos y los dañaría gravemente, y ya no contaban con más bombas de plata en polvo, mientras su amo estuviera dominado por el poder del rayo la captura sería difícil. Los licántropos miraban estupefactos, no sabían si debían huir como cobardes o ayudar, los Alfas se decidieron por lo segundo, ya que de no ser por los ninjas la enfurecida bestia los hubiera atacado sin piedad, así que tomaron su forma híbrida y corrieron seguidos de aquellos que ya habían cambiado para ayudar a sujetar con sus fauces las cuerdas y poder llevar de nuevo a tierra al lobo negro.

—¡Tobe! — gritó Pucca queriendo hacerlo reaccionar.

Esto solo empeoró la situación, el lobo posó sus brillantes ojos azules en la azabache y de nuevo ese deseo por devorarla se apoderó de él e hizo que otro rayo cayera dañando seriamente a sus captores, corrió en dirección a ella dispuesto a atraparla y desgarrar su carne, pero se sintió caer cuando los Alfas se arrojaron sobre él y lo aprisionaban con sus garras, y de nuevo los rayos cayeron sobre ellos, este enfurecido Infectado no iba a dejarse capturar tan fácil y mucho menos iba a dejar que evitarán que devorará a esa deliciosa presa que estaba destinada a ser de él.

La loba de blanco pelaje pudo darse cuenta de lo que el lobo tanto deseaba por lo que tomó su forma humana y se acercó lo más rápido que sus heridas le permitieron hasta Garu y los demás.

—Deben llevársela de aquí — dijo casi sin aliento — Él la desea a ella — señaló a Pucca.

—¿Y eso es malo? — preguntó Ching.

—La va a matar. No se detendrá hasta devorarla.

—Él no me haría daño — mencionó Pucca.

—Esta vez no podrá ignorar sus instintos. Debes ocultarte hasta que vuelva a su forma humana.

—Él me necesita.

—¡Con una mierda! — gritó Garu molesto tomándola por los hombros — ¡Deja de ser tan terca y haz lo que se te pide al menos una vez en la vida!

La azabache se quedó muda, el ninja de coletas le miraba con el ceño fruncido y aunque la sujetaba con fuerza pudo percibir cómo le temblaban las manos, dirigió la mirada a Tobe y llevándose una mano al pecho se dejó caer de rodillas.

—Ya no... — la voz se le quebró — Ya no lo siento...

Los jóvenes se mostraron confundidos, pero era claro que esas palabras significaban algo malo debido a que la azabache no dejaba de temblar y los ojos de la mujer reflejaron miedo y sorpresa ya que sabía que si la conexión que tenía esa chica con el Infectado se había perdido significaba que estaba perdiendo su humanidad y que tendría la forma de un híbrido para siempre.

Por otro lado, Shaman también sabía lo que estaba sucediendo con Tobe que en esos momentos dejaba en estado crítico a los Alfas por lo que concentró lo último de sus fuerzas para realizar un conjuro de atadura ya que si dejaba que las cosas siguieran así todos iban a terminar muertos y levantando su báculo en alto sus ojos destellaron en verde.

—¡Por el poder de tres veces tres! — golpeó el suelo con la punta del báculo al tiempo que se apoyaba sobre una rodilla — ¡Te encierro en este sitio en contra de tu voluntad Tobe hasta que yo lo decida!

Un círculo de luz verde se dibujó en el suelo rodeando a Tobe que se mostró algo confundido, una barrera apenas visible se alzó impidiendo que pudiera avanzar más allá de donde estaba, terminó encerrado y desesperado comenzó a arrojarse contra la barrera.

—¡La maldición lo está consumiendo! — dijo a los ninjas sin perder la concentración — ¡Hay que dormirlo antes de que sea tarde!

Seiji buscó rápidamente entre sus ropas hasta encontrar las píldoras de opio y vació el contenido de ellas sobre unos dardos que siempre llevaba consigo.

—¡Dispara ya! — pidió Hiro desde la distancia.

El ninja sacó su cerbatana de bambú y comenzó a lanzar uno a uno los dardos que atravesaron la barrera y se fueron incrustando en la carne del híbrido que no paraba de arremeter contra su jaula queriendo salir. Mientras tanto Pucca seguía presa del miedo, se llevó las manos a la cabeza y poco a poco el viento comenzó a soplar con fuerza removiendo con frenesí las ramas de bambú y las copas de los árboles, se estaba saliendo de control.

La droga no tardó en correr por el torrente sanguíneo de Tobe que se sintió embriagado y empezó a caminar tambaleante de un lado a otro, sacudió la cabeza queriendo despabilar cuando aquel viento llevó ese delicioso aroma, tan puro y fresco como las flores de loto, hasta su nariz despertando sus más bajos y salvajes instintos, no podía ignorar sus deseos por lo que recobrando su fuerza se puso de pie y concentrando el poder del rayo a sus garras golpeó la barrera haciéndole una fisura. Shaman se mostró consternado y asustado a la vez al igual que los ninjas y los demás, el lobo estaba destruyendo la barrera, el brujo se mantuvo firme aunque con cada golpe él también se debilitaba.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora