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Estaba meditando como cada tarde con su gato negro, Mio, sobre la cabeza, el cual salió corriendo cuando alguien llamó a la puerta, resopló molesto, pero no se movió, siguió en su lugar, no quería atender a nadie, la puerta volvió a ser golpeada un par de veces más, se frotó el entrecejo con la mano mientras volvía a resoplar y se ponía de pie para abrir. Una bella azabache con pantalón corto a las rodillas y playera rosa con estampado de gatitos estaba de pie con la mirada en el suelo, no la hubiera reconocido de no ser por sus rodetes en la cabeza.

—Pucca... Hola — sorprendido — ¿Qué... te trae por aquí?

—Amm... Tu invitación.

Bajó la mirada al ver que la azabache le extendía un sobre rojo con detalles dorados, dudó un momento luego lo tomó y le dio una mirada cuando ella volvió a hablar.

—Garu... ¿Podemos hablar?

—Emm... Sí, está bien — se hizo a un lado invitandola a entrar.

La llevó hasta una pequeña mesa donde había dos sillas, amablemente le acomodó una silla para que se sentará.

—No tengo mucho que ofrecerte, solo té negro ¿Está bien?

La azabache asintió con la cabeza y de inmediato entró en la cocina para poner agua a hervir mientras buscaba el frasco del té. Se sentía extraño al tenerla en su casa, no porque fuera la primera vez, ella había estado ahí tantas veces, si no porque hace días ella lo evitaba <<Maldición...>> Cientos de preguntas pasaron por su mente hasta que el ruido de la tetera lo hizo reaccionar, sirvió el té en un par de tazas y las llevó a la mesa, se sentó frente a la bella azabache que mantenía la mirada en algún lugar de la mesa. Ninguno decía nada, vio el sobre rojo y no pudo evitar preguntar eso que le pasó por la mente.

—¿También vas a invitarlo a él?

—¿Algún problema con eso?

Se levantó de su silla y caminó de un lado a otro con los brazos cruzados, no soportaba a ese tipo, lo detestaba, no importaba cuanto lo intentará nunca iba a terminar de agradarle.

—No confío en él y lo sabes — bufó molesto — Es un delincuente, Pucca. ¿Qué te pasa? ¿Cómo se te ocurre invitarlo?

Trataba de mantenerse tranquilo mientras ella seguía su andar con la mirada.

—Más bien ¿qué te pasa a ti? Siempre están peleando, ya no son niños, Garu

Se frotó la frente y alzó un poco la voz.

—Si estamos peleando es porque ese imbécil siempre está jodiendome la vida. Se la vive con sus aires de grandeza y su sonrisa boba ¿Por qué ahora lo defiendes?

La azabache se puso de pie.

—No lo defiendo. Es solo que creo que ya deberían dejar de lado sus diferencias y tratar de llevarse bien o al menos no terminar moliendose a golpes siempre.

—No digas estupideces...

—Si hablan bien te darás cuenta que no es tan malo — bajó la mirada — Él se ha portado bien conmigo, me ha tendido la mano cuando más lo he necesitado.

Se quedó sorprendido al escuchar esas palabras, al ver cómo jugaba nerviosa con sus manos y su rostro adquiría un ligero tono rojo, la tomó por los hombros para que lo mirará a la cara.

—¿Te gusta?

Ese bello rostro se tornó aún más de rojo afirmando así lo que se estaba imaginando, no lo soportó y estalló en cólera.

—¡No jodas, Pucca! — la soltó — ¡Estamos hablando de un criminal! ¡¿Acaso eres tonta?!

—¡No soy tonta! — frunció el entrecejo y apretó los puños.

—¡¿Ah, no?! — golpeó la mesa tirando las tazas que estaban ahí — ¡Solo le bastó una sonrisa boba y unas cuantas atenciónes para que cayeras a sus pies! ¡Te creí más inteligente!

—¡Cállate!

—¡Tan solo date cuenta, por Dios! ¡Lo he visto coqueteando por ahí con cualquier chica que se le ponga enfrente! ¡¿Crees que un tipo así va a tomarte en serio?!

Pucca se quedó muda, su cuerpo temblaba y apretaba los dientes tratando de contenerse de golpearlo mientras él seguía caminando de un lado a otro.

—¡Está jugando contigo! ¡Solo está esperando a que le abras las piernas como una zorra para después olvidarse de ti!

Sin esperarlo, recibió una bofetada en el rostro de parte de la azabache dejándolo lleno de consternación, se llevó una mano a donde había recibido el golpe y volteó a verla, estaba roja de ira

—¡Eres un idiota!

Dicho esto, la vio salir de la casa dando tremendo portazo.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora