54

462 68 12
                                    

Cerró la puerta y dejándolo en medio de esa oscuridad fue directo a encender la lámpara que estaba sobre su mesita de noche para después volver a ponerse delante del ninja que se mostraba un poco preocupado.

—No creo que sea buena idea quedarme, podría hacerte daño.

—No lo harás — sonrió y lo besó en la mejilla.

—No puedes estar segura de eso.

—Puedo sentirlo — le colocó la palma de la mano sobre el pecho — No sé cómo explicarlo, pero puedo escucharte y saber cómo te sientes.

—¿Y desde cuándo?

—Tú sabes... — nerviosa y con el rostro sonrojado — después de que... hiciéramos... el amor...

Tobe se quedó un poco pensativo, recordando la conversación que tuvo con Kai hace un par de días y resopló un poco molesto.

—Ugh... esa tonta tenía razón — hablando bajo.

—¿De quién hablas? — lo miró con extrañeza.

—Nadie, olvídalo — negó ligeramente con la cabeza — Ya debo irme.

—Te quiero aquí conmigo — lo abrazó.

Estuvo por objetar, pero en su lugar salió un gruñido, su lobo estaba despertando, la apartó y la tomó del rostro con cariño, el delicioso aroma a flores entraba con fuerza en su nariz removiendo sus más profundas pasiones, no lo resistió y la besó en los labios. Pucca se asustó un poco cuando la tumbó sobre la cama sin embargo le encantaba el control que él tenía sobre ella en ese momento, después se sorprendió cuando, sin saber cómo, él ya había dejado al descubierto sus pálidos pechos que se alzaban firmes y orgullosos los cuales saboreó lentamente haciéndola gemir, quiso sentirlo del mismo modo por lo que sujetándolo del rostro hizo que la mirará y así tener manera de quitarle la ajustada playera descubriendo ese torso lleno de cicatrices y bien trabajado por el constante entrenamiento, y se unieron en un beso cálido.

—Tobe...

El ninja gruñó profundo, la forma en que ella clamaba su nombre lo excitaba demasiado y terminó por desgarrarle el resto de la ropa con sus garras que para entonces ya habían salido al igual que sus grandes orejas, Pucca lo apartó para poder hincarse y quedar frente a frente, volvieron a besarse y torpemente la azabache comenzó a desabrocharle el pantalón, el ninja terminó por ayudarla quedando libres de cualquier prenda que les impidiera amarse. Tobe volvió a tumbarla sobre la cama, ahora actuaba más salvaje y su cuerpo estaba cambiando, pasó la lengua por ese esbelto cuerpo mordiendo un poco aquí y allá dejando alguna que otra marca rojiza mientras las finas manos de la azabache jugaban temblorosas sobre el espeso pelaje que comenzaba a cubrirlo, llegó hasta esa zona íntima y gruñó de nuevo.

—Mmgh... hueles delicioso...

Pucca se cubrió el rostro de vergüenza cuando el ninja le abrió las piernas para acercar el rostro y poder olfatear más de cerca su zona íntima excitándose más y sin previo aviso ya estaba lamiendo el dulce néctar de su amada que ahora se aferraba a las sábanas y se estremecía entre jadeos cada que su lengua entraba y salía de ella.

—Ahh... Ahh... Ahh...

Su cuerpo se contorsionó en espasmos de placer hasta que lo sintió detenerse y abrió los ojos viendo a un enorme licántropo lobo sobre ella que jadeaba y gruñía, no hubo necesidad de palabras para permitirle continuar, el híbrido se acomodó entre sus piernas y poco a poco fue introduciendo su miembro, la azabache se tapó la boca con una mano callando un grito, lo sentía descomunal tratando entrar completamente en ella.

El licántropo gruñó grave y profundo, la luz de la lámpara reflejaba en sus ojos haciéndolos brillar con intensidad, pasó la mano debajo de la azabache para levantarla mientras colocaba la otra sobre la cabecera de la cama para tener un mejor apoyo, Pucca colocó las manos sobre sus hombros tomándolo con fuerza del pelaje y sus piernas se enredaron en sus caderas, consiguiendo así que él terminara de penetrarla, sintió un dolor que pronto se convirtió en placer.

Comenzaron a moverse lentamente, las garras del lobo se enredaron en el lacio cabello de Pucca y tiró un poco de el haciendo que se curvara hacia atrás teniendo paso libre a su torso blanco y suave, acercó el hocico a su cuello y abrió sus fauces, estaba listo para enlazarla, pero se detuvo ya que en medio del intenso placer que sentía tuvo temor de hacerle un gran daño así que solo se limitó a pasar la lengua por su piel haciéndola suspirar.

No supieron en qué momento habían aumentado el ritmo, la habitación se impregnó de los jadeos y gemidos de la chica y los gruñidos graves del lobo, ambos estaban perdidos en esa pasión, la azabache se aferraba con fuerza a él que ya había enterrado las garras en la madera de la cabecera, así como arañado la piel de su espalda, la intimidad de la azabache se contraía apretando el miembro dentro de ella haciendo que el deseo fuera en aumento.

—Tobe... — extasiada, jadeante — No... No puedo... No puedo más...

El licántropo gruñó con fuerza, Pucca enterró el rostro en su pecho callando un grito y ambos se llenaron mutuamente de su excitación empapándose de placer. El híbrido la abrazó y se dejó caer de costado quedando frente a frente, la azabache se incorporó para poder contemplarlo mejor y posó un tierno beso en su nariz para después acurrucarse en su pecho y ambos caer en un profundo sueño.

Bajos instintos (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora