El ninja de la cruz en el rostro caminó hasta su segundo al mando y se plantó de forma dominante delante de los extraños, les mostró una mirada fría y sombría, una mirada que reflejaba una muerte segura, se cruzó de brazos y gruñó bajo en señal de advertencia.
Tenían un aspecto demacrado, se notaba que llevaban vagando por semanas y que apenas habían comido, todos estaban de rodillas muy juntos abrazando a una joven rubia con una cicatriz en el cuello como si quisieran protegerla mientras miraban con temor al hombre de ojos azules que tenían al frente, era mucho más aterrador que toda la plata apuntando a ellos.
—Todo el que entra en mi territorio muere — con tono frío.
Un hombre de piel morena y ojos grises llevó la frente contra el suelo en señal de disculpa y sumisión.
—Alfa, venimos hasta aquí para pedir formar parte de su manada.
Tobe soltó a reír a carcajadas desconcertando a los extraños y alzó la mano para dar la señal, los ninjas que estaban más cerca del grupo alzaron sus armas listos para dar el corte mientras su amo esbozaba una aterradora sonrisa, la sonrisa de un asesino.
—¡Tenga piedad de ellos al menos! — exclamó la joven de cabellos dorados.
Y en ese momento los dos hombres y la mujer que la rodeaban la soltaron y dejaron ver a dos pequeños niños de entre 4 y 6 años.
—Mátenos a todos si lo desea, pero por favor Alfa, no les haga daño a mis cachorros — imploró.
Pucca, que miraba todo desde la distancia junto a Chief y Clown se acercó corriendo hasta Tobe y le sujetó del brazo que tenía levantado haciendo que desviara la mirada de aquellas personas para mirarla.
—Creí haberte dicho que no te metieras en mis asuntos — gruñó mientras bajaba el brazo.
—Ellos no han hecho nada malo, solo están asustados — tomando su mano — Escúchalos al menos.
El ninja gruñó otro poco y volvió a mirar a las personas frente a él, en especial a los pequeños que se aferraban a su madre hasta que el hombre de piel morena y ojos grises volvió a hablarle.
—Nuestro Alfa murió y ninguno de nosotros tiene la capacidad de asumir tal rango, sin embargo tomamos la decisión de mantenernos juntos.
—Si nos acepta — se atrevió a decir un hombre que tenía una gran cicatriz en el cuello — nosotros como Intermedios le seremos fieles y pelearemos contra aquel que se atreva a poner un pie en su territorio.
Tobe le miró con desdén, luego soltó un fuerte suspiro mientras se frotaba el entrecejo.
—Les dejaré vivir — gruñó bajo — vayan a la aldea a buscar dónde pasar la noche, pero en la mañana se van de aquí. No necesito a nadie más, con mis muchachos me basta.
Los ninjas de inmediato volvieron enfundar las katanas en su espalda y se alejaron de la pequeña manada para que pudieran ponerse de pie. Tobe dirigió la mirada a Pucca que aún lo tenía tomado de la mano.
—¿Puedo pedirte algo? — la azabache asintió — Llévalos con tus tíos, encárgate de que coman, en especial esos niños, todo lo que consuman cárgalo a mi cuenta.
La azabache sonrió ante tales palabras y lo abrazó con fuerza, después de todo ese orgulloso ninja no era tan malo.
—Que te acompañe Hiro.
—No es necesario.
El ninja le besó en la frente y con un ligero movimiento la guio a donde estaba aquella quebrantada manada que aún se mantenían quietos en su lugar, luego le hizo una seña a Hiro que de inmediato fue a reunirse con la azabache que ya estaba empezando a caminar rumbo al Goh Rong.
Hiro se quedó de pie con las manos en la espalda a unos pasos de la mesa en la cual ya estaban sentados los miembros de esa manada mientras la azabache entraba a la cocina para salir minutos después cargando una gran orden de fideos yang yang los cuales dejó tranquilamente ante ellos.
—Si desean algo más avísenme y se los traeré enseguida — con una sonrisa en el rostro.
—Muchas gracias — dijo el hombre de la cicatriz en el cuello — ¿Puedo preguntarle algo?
—Por supuesto.
—¿Por qué él no la ha enlazado? Es obvio que usted es su compañera.
—¿Enlazarme? — le miró muy confundida.
—Hablo de esto — señalando su cuello.
—No hable con la señorita — intervino Hiro con tono frío desde donde estaba parado — Usted y los otros no tienen derecho, el amo no tolerará tal falta.
En ese momento el hombre volvió la mirada a su plato y se dispuso a comer, la azabache miró con desaprobación al ninja que ya tenía la mirada al frente y un semblante serio, prefirió no reprocharle nada y volvió a la cocina.
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Bajos instintos (Tobecca)
Fiksi PenggemarUna misteriosa poción que prometía hacerlo más fuerte, ha sido bebida con el fin de derrotar a su más grande enemigo. Sin embargo, termina condenado a una terrible maldición, ahora deberá hallar la manera de evitar que ese mal lo consuma por complet...