Capítulo Setenta y Cuatro.

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Capítulo Setenta y Cuatro:

Me desperté y froté mis ojos. Le pegué suavemente al despertador para que deje de sonar. Miré la hora, las 6:53 AM. Escuela, ahí voy.

Quité las sábanas de encima de mí y caminé hasta mi cuarto de baño con los ojos entrecerrados. Abrí el grifo de agua y mojé mi rostro con agua fría. Acto seguido abrí la regadera de la ducha, y me desvestí por completo. Me metí debajo de la lluvia artificial y cerré los ojos. No quería ir a la escuela. Odio los lunes con todo mi corazón.

Pero, luego me di cuenta de algo, que logró que me dieran ganas de entrar por las puertas color calabaza de ese lugar al que todos llamaban también como “el infierno”.

Iba a ver a mi novio.

~•~

Terminé de atar mis converse y me miré al espejo. Me acomodé mi blusa blanca con lunares negros, y también mis jeans negros.

Até mi cabello en una coleta alta, con unos mechones redondeando mi cara.

Una pulsera de hilo trenzada verde agua adornaba mi muñeca derecha. Y unos aretes con el signo de infinito colgaban del lóbulo de mi oreja.

Resalté mis pestañas, y coloqué solo un poco de rubor en mis mejillas. Nada para llamar mucho la atención.

Guardé mi celular -que se encontraba en el escritorio,- en mi bolso, y éste lo colgué de mi hombro.

Bajé las escaleras, y me senté en la silla en la que me senté toda mi vida, para desayunar, almorzar, y cenar.

Me sorprendí al ver que mi hermano menor no se encontraba sentado en su lugar, al lado mío. Siempre él ya estaba desayunando cuando yo bajaba las escaleras. Le resté importancia y alcé mis hombros. Seguramente yo había tardado menos y por eso llegué antes que él.

Mamá: Buenos días, hija. –Dijo luego de beber un sorbo de su típico café de las mañanas. Sonreí en forma de saludo y mordí mi pan tostado.

Mi padre abrió la boca para decir algo, pero lo interrumpió Eddy gritando mientras bajaba las escaleras a toda velocidad.

Los tres lo miramos asustados, pero él no lo notó ya que estaba muy ocupado saltando en el sofá y abrazando a una hoja de papel.

Cuando se calmó, -un poco,- se bajó del sillón y corrió hasta la mesa. Se sentó en su lugar, y puso la hoja de papel frente a mi cara. Aunque no pude leer, debido a que el papel estaba muy cerca.

Se lo entregó a mis padres, y ellos lo leyeron con los ojos muy abiertos.

Eddy: ¡Lo conseguí! ¡Conseguí el papel! –Chilló emocionado, yo lo miré alzando una ceja, no entendía. Él se acomodó para explicarme.- En la escuela comenzaron las obras de teatro, y me postulé para actuar de Romeo, en “Romeo y Julieta”. –Dijo sonriente.- ¡Y en la página de internet de la escuela pusieron que yo y otro chico de mi clase somos los finalistas! –Aplaudió muchas veces. Sonreí, pocas veces veía a mi hermano realmente emocionado por algo.- Hoy nos toman la prueba final para ver quién de los dos se queda con el papel. –Agregó.

_____: Pero todavía no estás seguro de si vas a conseguir el papel. –Arqueé una ceja, recordando que él llegó gritando que había conseguido el personaje. El castaño sonrió orgulloso.

Eddy: Es verdad, pero voy a ganar, estoy seguro. –Sonrió de oreja a oreja y me guiñó un ojo. Reí.- Por eso me tomé el trabajo de imprimir lo que decía en la página web. –Le pidió a mi mamá la hoja, y ella se la extendió, sonriente. Él la señaló, con sus ojos brillando de felicidad.- Para luego, cuando oficialmente sea Romeo, imprimir más y poder pegarlas por toda la casa. –Mi padre y yo reímos y mi madre lo miró espantada, por el último comentario. Fue ahí cuando Eddy, mi papá, y yo, explotamos en carcajadas todavía más fuertes.

I know I can save you {Luke Hemmings}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora