13: La sombra del lobo.

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Por aquel 1970, el maltrato infantil era de lo más común en las infancias de todo el mundo

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Por aquel 1970, el maltrato infantil era de lo más común en las infancias de todo el mundo. La violencia estaba bien vista porque las intenciones eran "buenas": criar niños fuertes que en algún momento, cambiarían el mundo.

La familia Bailey no era muy distinta al resto; Stephen, un hombre explosivo y violento, constantemente golpeaba su esposa y a su hijastro. Nunca existió ni pizca de paz en ese hogar.

William tuvo una vida difícil, pero los golpes de su padrastro eran lo más simple que le pasaba en ese entonces.
Había algo más, que lo perseguía cada segundo de su existencia. Estaba ahí al cerrar sus ojos, al sentir el viento chocar contra su piel, ni siquiera lo dejaba en paz ni para dormir.
El recuerdo de su padre biológico, con el mismo nombre que el en ese entonces pequeño Wiliam, lograba trastornarlo por completo.

Su padre era lo más cercano a un monstruo, un hombre desquiciado que pisó las calles comportándose como una bestia.
Aquel particular rencor hacia su padre no era mero capricho; podía recordar todo lo que ocurrió el día en que abusó de él.

Era tan solo un niño, inocente e indefenso, que fue agredido de la peor forma.
William se lo comentó a su madre en diversas ocasiones, ella le decía que lo dejara pasar, que con el tiempo lo olvidaría si dejaba de pensar en eso.

Pero no fue así, el recuerdo de la violación persiguió al joven por muchos años, hasta que aprendió a ignorarlo, cubriéndolo con otro tipo de comportamientos de la misma índole.

Su temprano acercamiento a la sexualidad le jodió la existencia, porque no reconocía los límites en ese aspecto.

Se volvió sumiso; desde entonces odió sentirse indefenso y vulnerable, porque de haber sido más fuerte, tal vez hubiera hecho el intento por defenderse.

Cuando el joven escapó de casa a sus 15 años, las cosas no mejoraron, porque al entrar a trabajar al California Roll, su historia se repetía, una y otra vez.
Comenzó a acostumbrarse a esos tratos, y a pensar que era lo normal. Hasta que conoció a Saul.

Durante su noviazgo, Hudson le insistió hasta el cansancio que visitara a un psicólogo, pero William se negó, porque según él, ya no era la gran cosa.

El problema era mucho más grande de lo que Rose imaginaba, y no lo dejaría tranquilo hasta que lo tratara.

En su adolescencia, los síntomas del trauma estaban más marcados, pues los recuerdos le venían a la mente sin aviso. No tenía control sobre ellos, solo lo hacían enloquecer por completo.

Aquella noche de verano fue más calurosa de lo habitual.
Saul había salido de casa a escondidas para pasar la noche con su novio. En realidad solo conversaban por horas, mientras William se recostaba en su pecho. No pedían nada más que esos buenos momentos de paz.

Después de una larga charla habitual, William se quedó dormido, y hasta ese momento todo transcurría bien.

Saul lo observó por unos minutos, estaba hipnotizado por la belleza del joven: con sus rasgos tan marcados pero tan suaves a la vez; su rostro era de lo más angelical. Se encontraba total y profundamente enamorado, no existía ser más perfecto sobre la fas de la Tierra.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora