70: Balance.

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Esa noche, Izzy durmió en la sala, para no molestarlo más, después de que pasó horas llorando en la ducha

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Esa noche, Izzy durmió en la sala, para no molestarlo más, después de que pasó horas llorando en la ducha.

Una parte de él, quiso que William saliera de la habitación en la madrugada, para decirle que volviera a la cama.

No lo hizo.

En su lugar, le dejó una nota amarilla pegada a un disco de vinilo, que puso sobre sus piernas en algún momento de la noche.

Fue lo primero que encontró al despertar, y lo tomó entre sus manos mientras se sentaba.

No se iba a levantar a prender la luz, aunque la iluminación filtrada por la ventana era suficiente para que pudiese distinguir la portada

Era roja, con una mujer en el centro, y otra vez,letras extrañas al costado.

No sabía porqué le gustaba esa música, pero cada que escuchaba algo similar, pensaba en él.

Sonrió para sí, al imaginar su voz, sus movimientos, su hermoso cabello que parecía tener vida propia cuando bailaba.

"Lo lamento. Búscame en el cabaret por la tarde".

Apenas alcanzaba a distinguir las letras de la nota, pero frunció el ceño al leerla.

Se levantó del sofá, y fue hasta la habitación que ambos compartían, para encontrarla vacía, con la cama arreglada y todo en perfecto orden.

Eran las 4:40 am, y jamás lo escuchó irse.

Dejó caer la nota, y corrió hacia la entrada, con la esperanza de verlo afuera.

Salió del apartamento, bajó las escaleras del edificio, con tanta prisa, que casi se tropieza, aún con los pies descalzos.

Estaba agitado, y miró a ambos lados, buscándolo.

Ni siquiera tenía idea de a dónde podría haber ido, era demasiado temprano, y con suerte, estaría en algún bar decente.

La madrugada estaba helada; tras su primer suspiro, su aliento se congeló en el ambiente.

Quería encontrarlo, ir tras él y decirle que todo estaría bien. Que tiraría el reloj al fondo del océano, y que jamás le volvería a poner un dedo encima.

Tuvo miedo, por imaginar que se había marchado, y que al llegar al cabaret, lo mandaría al carajo.

Recargó la espalda en la pared, y miró hacia el cielo, preguntándose porqué William era tan difícil.
Nunca lo tenía contento con nada, por más que se esforzaba.

Salió la madrugada de la noche anterior, a buscar una puta flor que no le pareció detalle suficiente.
Ni el desayuno, ni las múltiples veces en que le decía que lo amaba.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora