69: Pequeño pecado.

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Empezó como un sueño cualquiera, que incluso lo estaba incomodando un poco

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Empezó como un sueño cualquiera, que incluso lo estaba incomodando un poco.

Luego se transformó en otra historia, en la que él era más joven, y recién conocía a Saul, en una especie de excursión escolar.

El tiempo avanzaba rápido ahí, así que parecían ser más cercanos cada vez, hasta que en una simple caminata, se atrevió a tomar su mano durante unos segundos, y sintió un cosquilleo tan real, que no habría imaginado ni de chiste que se trataba de un sueño.

Cuando lo soltó, Saul volteó a verlo, y acaparó su mano de nuevo.

No lo entendió del todo, pero él dijo algo similar a que lo besaría si es que su novio no se enfadaba, como una torpe manera de asegurarse de la soltería del más joven.

William se volteó hacia él para besarlo, un pequeño pico atrevido, para demostrar que también estaba interesado.

Saul cerró los ojos, lo sujetó de la cintura, y enredó los labios con los de Rose. Un beso inocente y algo desconfiado.

Al separarse, se miraron unos segundos, en los que Hudson le explicó cuánto le gustaba, y le pidió ser su novio.

William le sonrió, lo abrazó por la nuca, y dijo que sí.
Entonces despertó, a mitad de la noche, completamente a oscuras.

Izzy dormía a su lado, pero se sintió solo de todos modos.

Su relación en algún punto fue perfecta, tan hermosa como un cuento de hadas.
Estaba seguro en ese entonces de que Saul era el indicado, con quien quería vivir por el resto de su vida.

Se equivocó, tanto, que le enloquecía pensar que de no haber matado a Bruce, tal vez él seguiría a su lado en la cama, presumiéndole su anillo de bodas a todo el mundo, y diciendo que era el más afortunado por encontrar al amor de su vida.

Qué tontería.

Volteó el cuerpo en el colchón, encontrándose con Izzy, quien frunció un poco el ceño al sentir el desliz de William.

Él era de sueño ligero, y el joven de lo más hiperactivo en la cama, le gustaba dar vueltas y robarse las cobijas para enrrollarse en ellas.

Sonaba dulce, pero no lo era, porque Izzy nunca dormía de corrido.

También despertó, y lo primero que notó, fueron esos grandes ojos verdes observándolo, con el brillo de la noche impregnado en sus iris.

—¿Por qué estas despierto? —preguntó somnoliento.

William pestañó una vez.
—No sé, solo pasó.

—Duérmete, aún es muy temprano —cerró los ojos.

—Izzy —susurró—. ¿Por qué crees que el amor duele tanto?

Stradlin lo miró.
Claramente no hablaba de él, pues estaban de frente.

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