29: Tensión.

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William pensó seriamente si valía la pena renunciar a su trabajo por todos los abusos que había a su alrededor, y llegó a la conclusión de que no quería hacerlo

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William pensó seriamente si valía la pena renunciar a su trabajo por todos los abusos que había a su alrededor, y llegó a la conclusión de que no quería hacerlo.

Odiaba admitirlo, pero no conocía otra forma de validación que no fuese la atención sexual, porque mientras los hombres no lo vieran como objeto de deleite, parecía ser invisible.
Su problema era no ser conciente de que así vivía la mayoría de las personas, sin ser el centro de atención todo el tiempo.

Por alguna razón, siempre pensó que la forma en que lo trataba la gente en su cotidianidad, no era la correcta.
El odio y el resentimiento le había hecho creer que el mundo le debía algo: atención excesiva.
Lo que no sabía, es que eso era resultado de sus traumas de infancia y el abandono de su madre, y si de verdad quería resolver su problema, necesitaba terapia psicológica urgentemente.

Había un ligero avance en su pensamiento, pues ya estaba contemplado someterse al examen psicológico que le otorgaría la fiscalía por el caso de Myles; aunque originalmente era para probar su inocencia, también estaba muy interesado en liberarse del peso que había cargado durante años, cortesía de su padre, su madre, Alan y su esposo.

De igual modo, se preguntaba si sus compañeros de trabajo se sentían como él; de vez en cuando hablaba con Duff, pero nunca profundizaban tanto en sus conversaciones.

Él parecía un tipo tranquilo que no le daba mayor importancia a lo que los clientes hicieran con él; quizá escondía sus dolencias, o tal vez era una persona con una estabilidad emocional privilegiada. Lo cierto era que William sentía vergüenza por preguntar por esos temas, porque las cosas en el cabaret ya eran lo suficientemente delicadas como para querer hablar de eso.

Antes de que el joven saliera de casa, miró el teléfono desde algunos pasos de distancia. No había vuelto a saber nada de Saul desde hacía unas semanas, y hasta cierto punto le dolía que no lo volviera a buscar después del sexo.
Tenía la esperanza de que lo llamaría en cualquier momento, pero solo lograba decepcionarse.

Suspiró en cuanto se dio cuenta de que por más que observara el teléfono, Saul no llamaría. Entonces comenzó a preguntarse si su esposo aún sentía algo por él.

Sí, ya sabía que muchas veces se repitió que su esposo era una mierda, y después de que lo lastimara a tal grado que pudo denunciarlo por intento de homicidio, lo menos que podía hacer era alejarse. Sin embargo, de vez en cuando extrañaba estar cerca; siempre sucedía lo mismo, no importaba que tan mal la pasara en su momento, la nostalgia lo hacía olvidarse de que había más malos recuerdos que buenos.

Pensó que estaba siendo estúpido por compadecerse; no tenía que esforzarse demasiado para darse cuenta de que su vida estaba siendo ligeramente mejor desde que Saul se marchó. Quizá no era un ensueño y sus problemas continuaban saliéndose de lo convencional, pero al menos no tenía que preocuparse por una golpiza casi diaria, ni por sentir la necesidad de ocultar que había una fuerte situación de violencia en su hogar.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora