30: Huesos.

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Corría el año 1984; fue una tarde soleada como muchas en la playa de Santa Mónica

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Corría el año 1984; fue una tarde soleada como muchas en la playa de Santa Mónica.

Aquel día, se encontraban dos adolescentes en la habitación de un motel barato, sin tener idea de cómo sus vidas se arruinarían a partir de ese momento.

—¡¿Cómo pudiste hacer algo así?! ¡Animal! —exclamó Saul, antes de darle una bofetada en el rostro a William.

Esa fue la primera vez que Hudson golpeó a su novio.

El joven volteó el semblante de manera brusca, sujetando su mejilla cuando el ardor apareció. Las lágrimas continuaron manchando su piel, a la par en que sus sollozos aumentaban el volumen.

Miró a su esposo con sus ojos acuáticos; no podía creer que le hubiese pegado.
—No hagas esto más difícil —lloriqueó.

Saul no sintió ni cosquillas por ver a su novio en ese estado.
Se acercó a William y le sujetó el rostro fuertemente, obligándolo a voltear hacia el piso para que mirara el cuerpo que ahí yacía.
—Mira lo que hiciste, hijo de puta —susurró en el oído del joven—. Debería llamar a la policía para que se hagan cargo de ti, enfermo de mierda —el rostro de Hudson se tornó rabioso.

El llanto de Rose aumentó al contemplar la escena.
—Por favor no lo hagas —suplicó.

—¡¿Entonces qué mierda vas a hacer?! —soltó la mandíbula de su novio, dejándole los dedos marcados.

—¡No lo sé! —William cubrió su rostro y retrocedió hasta chocar con la pared de la habitación.
Su espalda se deslizó lentamente sobre la superficie, y finalmente, se dejó vencer en el suelo.

El cuerpo de su padre reposaba en el piso, en posición fetal, rodeado de un charco de vómito con sangre, y con los ojos bien abiertos.

—Qué pedazo de estúpido —Saul negó con la cabeza—. Si no llamo a la policía, me vas a enredar en tu porquería.

Hudson jamás creyó que su novio sería capaz de tanto, ni siquiera con todo el odio que sentía. Él sabía que William estaba en un gran problema, del que solo podría escapar de dos formas, y para eso, Saul debía decidir si quería ser el malo en la historia de Rose, o aliarse para irse juntos al infierno.

—No llames a la policía —dijo el menor en un balbuceo—. Haré lo que quieras, pero no me delates.

El joven hizo un pequeño espacio entre sus dedos para mirar desde ahí.
Estaba aterrado, porque solo faltaban unos meses para que cumpliera 18 años, lo que significaba que lo meterían a la cárcel hasta que se pudriera en ese agujero.

—¡¿Cómo me pides algo así?! —Hudson se agachó para quedar a la altura de su novio. Lo tomó por los hombros y le dio una fuerte sacudida. —¡Estás demente! ¡¿Por qué lo mataste?!

William se destapó el rostro y recargó su cabeza en la pared. Ni él mismo sabía la respuesta.

Guardó silencio mientras miraba a Saul, con tintes de desesperación. Sus cejas estaban arqueadas hacia arriba y la punta de su nariz estaba roja, al igual que sus mejillas.
Su garganta estaba tensa, así que las palabras no le fluían; solo deseaba que todo eso fuese un simple mal sueño.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora