74: Ajuste de cuentas.

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—¿Quieres la verdad, William? —dijo Richard sentándose a la orilla de la cama—

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—¿Quieres la verdad, William? —dijo Richard sentándose a la orilla de la cama—. Ya nada me sorprende contigo.

El joven suspiró y arqueó las cejas.
—Solo quiero que firme el divorcio, no lo hago porque lo desee. Además, tengo miedo de que confiese.

—¿Y crees que si te dejas coger ya no lo hará? —respondió burlesco—. No sé si de verdad eres ingenuo o solo es tu excusa para hacer mierdas.

—No lo sé, Richard —rodó los ojos—. ¿Crees que es terapéutico equivocarme tanto? Claramente pasa porque soy un imbécil.

—No te llames así —suspiró, agarrándose el puente de la nariz.

—¿Acaso solo los demás pueden llamarme así?

—William, ya basta, en serio estoy muy cansado. Eres tan demandante en tiempo y atención, que ya no me importa la forma en que quieras arruinar el caso. Estás atrapado, esa es la verdad, hagas lo que hagas será muy difícil que me dejes resolver esto de la manera simple. Así que adelante, acuéstate con él y averigua si su promesa es cierta, tal vez así hasta me ayudes un poco.

Rose se sentó junto al abogado, con la cabeza gacha para mirarse los pies.
—No estoy listo...

—Nunca lo vas a estar.

—¿Crees que jamás pueda disfrutar del sexo de nuevo?

Richard se incomodó con aquella pregunta; no quería hacer el papel de su terapeuta también, sumado a todas las responsabilidades innecesarias que adquirió al conocer al joven.

—Sinceramente no lo sé —pausó—. Creo que tus condiciones propiciaron aún más tu rechazo hacia esa cuestión. No sé si algún día puedas llegar a resolver ese conflicto.

—¿Y si Izzy no es tan paciente y me deja por eso? —preguntó angustiado.

Fortus se encogió de hombros.
—Estás a punto de ponerle los cuernos; no estás en posición para decir algo así.

—De verdad hubiese querido que él fuese el primero.

—¿Y entonces? —frunció el ceño.

—¿Qué debería hacer? —jugueteó con sus dedos.

—Retroceder el tiempo y no asesinar a nadie.

William sonrió suavemente, con un tinte de decepción.
—Si pudiese viajar en el tiempo, habría preferido cambiar de familia, tal vez así las cosas habrían salido bien, y yo estaría bien.

El abogado sintió un golpe en el pecho; era una victimización asquerosa, que le carcomía el alma porque tuvo la desgracia de ver su expediente psicológico.

No mentía, pero era un manipulador de lo peor.

Suspiró cansado, y rodeó el cuerpo del joven por los hombros, con un solo brazo.
—Eres fuerte, William, créeme.

Neon CaressDonde viven las historias. Descúbrelo ahora