3: Bajo tierra.

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A sus 24 años, Izzy Stradlin se encontraba sorprendido ante la veloz vida de la ciudad de California, con toda su entorno rodeado lujo, miseria y la despiadad urbe de Los Angeles

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A sus 24 años, Izzy Stradlin se encontraba sorprendido ante la veloz vida de la ciudad de California, con toda su entorno rodeado lujo, miseria y la despiadad urbe de Los Angeles.

Hasta ese momento, había vivido en un pueblo casi olvidado en Indiana; en realidad nunca le molestó demasiado la aburrida forma en que transurría el tiempo en aquel estricto condado.
Desde que era niño, no tuvo más remedio que acoplarse a las tardes en la iglesia y al estudio de los mandamientos de Dios .

Él venía de una familia en extremo religiosa y habían hecho lo imposible por inculcarle el mismo pensamiento. Por desgracia, el joven Stradlin tenía otros intereses.

No quería ser sacerdote como sus padres le exigían, él deseaba ser un policía, inteligente y correcto, justo como los oficiales que salían en las novelas de detectives que leía a espaldas de sus padres. Sus ideales giraban en torno a la justicia y la protección que Dios no era capaz de brindarle a millones de ciudadanos.

Quizá Izzy había sido un niño muy fácil de impresionar, pero no era para nada estúpido. Escuchaba las noticias en la radio y se horrorizaba por todos los crímenes que ocurrían en el mundo; de ahí nació su sueño por servir a la ciudadanía e intentar resolver todos los casos que le fueran posibles; siempre se juró jamás proteger a ningún criminal, fuesen como fuesen las circunstancias.

Cuando creció lo suficiente como para estudiar en la universidad, ignoró por completo el sendero de Dios.
Aún con el odio y resentimiento de sus padres, decidió enlistarse como aprendiz en la comisaría de Lafayette. Así fue aprendiendo la labor de un oficial y por supuesto, el arte de la corrupción en la justicia.

Poco a poco se posicionó en algunos espacios laborales; primero como asistente, luego como oficial de tránsito, después como oficial de seguridad y finalmente, como policía de investigación.

No fue hasta sus 24 años que le asignaron su primer caso: un presunto homicidio ocurrido en Santa Mónica, California.

Izzy tuvo que salir de su natal Indiana y doblegarse ante una nueva vida.
Le emocionaba el hecho de por fin hacer lo que tanto había deseado, aunque por su juventud estaba bajo la tutela de un policía mucho más experimentado, quien sería el principal encargado del caso. Su nombre, Steven Adler.

Stradlin era bastante buen mozo, con su cuerpo esbelto pero con bien definidos, debido al entrenamiento que realizaba para estar en forma, tal como su trabajo lo exigía. 

Su cabello negro contrastaba con su piel blanca; sus rasgos afilados lo hacian lucir aún más delgado, y tenía unos indecifrables ojos entre color aceituna o avellana. Además de su buena altura que le otorgaba porte y elegancia.
Era un buen prospecto para el que tuviera la dicha de encontrarlo en su vida.

Las mujeres nunca fueron de su real interés. Para su fortuna, Izzy era homosexual, lo cual significaba un gran problema, debido a lo muy mal visto que estaba el hecho de que gustara de otros hombres. Razón por la que nunca tuvo mucha oportunidad de relacionarse con ellos, en el sentido en que él buscaba.

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